Nuevo rumbo en la Diputación

Visto que la supresión de las Diputaciones no entra en el Plan de Economía Sostenible del Gobierno de Zapatero o en el gran acuerdo entre sindicatos, patronal y Ejecutivo central firmado recientemente (aunque quizá fuera una de las decisiones que podría implicar realmente ahorro público, asumiendo las Comunidades Autónomas sus competencias antes delegadas). Visto también que el Partido Popular no tiene intención por ahora de eliminar estas administraciones provinciales, porque para ellos suponen en muchas provincias reductos de poder –igual que para el resto de partidos que sustentan su control-,  y que los socialistas en esta región abogan por comarcalizaciones que luego no realizan en los lugares que gobiernan; creo que puede ser el momento, ahora que deja el timón el Gran Capitán de la Diputación burgalesa, después ya de numerosas singladuras, con un balance más positivo que negativo, que aborden ya desde el Palacio Provincial un cambio de personas de unos años que han sido sobre todo marcados como presidencialistas.

Tiempo habrá de hacer balance de la gestión de Orden Vigara, pero como ya escribiera en este mismo espacio a principios de diciembre del año pasado, les pediría a los nuevos diputados provinciales que a buen seguro se están muñiendo estas semanas en los principales partidos que hubieran demostrado antes en sus respectivas localidades o en elecciones previas su capacidad de liderazgo, sus ganas de trabajar, su innovación. Entiendo que si las Diputaciones van a pervivir -si por más de uno fuera, desaparecerían- al menos habría que darles un aire nuevo en unos tiempos diferentes y complejos.

Y no es Vigara precisamente el político que más tiempo lleva en la Diputación Provincial, algunos de sus compañeros de partido, de diferentes comarcas, llevan ya más legislaturas con el cargo a cuestas. Y hablar de renovación, no es señalar edades, porque también es importante la veteranía sumada a la juventud de espíritu, pero si son signos y gestos que se valoran entre los ciudadanos.  Y eso que todavía no está lo suficientemente agradecida por la ciudadanía la labor de cientos y cientos de alcaldes en los municipios de la provincia burgalesa. En la mayoría de los casos dedicando gran parte de su tiempo de ocio a su pueblo, y en otros incluso algo de su propio pecunio, sin ningún beneficio.

No es momento tampoco de dar nombres.  Las quinielas pueden alterar las capacidades, y no escoger a los mejores. Aunque conociendo al posible partido ganador, mucho influirá la dirección de este partido en la provincia, para elegir los nombres que ocuparán los sillones del edificio remozado del Paseo del Espolón. Ojalá frente a la fotografía actual del equipo de gobierno en el pleno surgiera una mucho más remozada y esperanzadora. Y a los que han trabajado hasta ahora y abandonen el barco, que se les agradezca con un buen homenaje los servicios prestados, porque en muchos casos será merecido.

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