No todos son #eurodiputadoscaraduras

Miles de personas, en su mayoría jóvenes, ocuparon la pasada semana su espacio en la red Twitter para lamentar la votación que se había producido en la Eurocámara por parte de algunos políticos españoles para mantener los privilegios de volar en primera clase en sus traslados a Bruselas o Estrasburgo. El hastag #eurodiputadoscaraduras triunfó en las redes sociales y los partidos políticos tuvieron que rectificar en voz baja sus aviesas intenciones, porque no deja de resultar sorprendente que cuando nos dirigimos hacia los cinco millones de desempleados, existan representantes públicos en el país europeo más castigado por el paro que se dejen la piel para evitar que su billete se encuentre en clase turista. Buena lección la del primer ministro Cameron que viajó a España en un vuelo de bajo coste y se albergó en un hotel de tres estrellas. Aquí, en nuestro país, el concepto de dinero público parece que, a pesar de la situación económica, debe ser más valorado.
Pero es cierto que no todos los eurodiputados son caraduras, aunque lamentablemente cuesta encontrar excepciones, y no es menos cierto que a la mayoría de nuestros políticos -como son los concejales de cada uno de nuestros pueblos- su puesto le produce más disgustos que beneficios. No hay más que ver en la mayoría de los casos de nuestros próceres los automóviles que utilizaban antes de comenzar sus respectivas legislaturas y los que usaban después de terminarlas. El que tenía un Audi lo seguía conservando, y el que conducía un 305 se mantenía con el mismo. No dan los sueldos de la mayoría de nuestros políticos para grandes alharacas, solo las excepciones de los europeos, de diputados y senadores, y de algunos alcaldes o presidentes de Comunidades. Y quizá por ello les lleguen las tentaciones de en el momento que puedan servirse de ciertos beneficios que les puedan ofrecer. Porque el poder tiene esa capacidad de ennoblecer y envilecer traspasando una delgada línea, y por eso la honestidad debe ser uno de los principales valores que se les debe exigir a cada uno de los que conforman las listas electorales.
En esta situación y frente a este ejemplo es muy difícil que se pueda abrir el debate sobre el salario de los representantes públicos. Si nos fijamos en Burgos y teniendo en cuenta que el Ayuntamiento es una de las mayores empresas y que lo que allí se decida y haga afecta a todos los ciudadanos, entiendo que la remuneración actual de su alcalde y de los concejales liberados (del equipo de gobierno y de la oposición), no es suficiente, que al menos deberían cobrar como el funcionario que más nómina tiene, pero las ‘trampas’ que a veces utilizan en los capítulos de las dietas o la falta de transparencia hacen que siempre se mantenga la sombra de la duda. Por mis amigos políticos pondría la mano en el fuego. Y estoy seguro que no ardería. Pero tengo pocos amigos políticos.

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