No sin mi Blackberry

Muchos de mi generación se acordaran del ZX Spectrum, lanzado por la compañía Sinclair,  o el Amstrad, que intentábamos manejar con el Word perfect donde casi todos nos convertíamos en pequeños programadores, o los primeros juegos de la consola Atari . Era el tiempo en que Steve Jobs todavía compartía garaje con su socio Steve Wozniak, y cuando acababa de vender su Volkswagen para financiar sus primeros inventos, entre ellos el  computador Apple I.

Luego escucharíamos hablar de IBM, de Dell, de HP y más tarde se escribirían miles y miles de páginas sobre Nokia –el primer teléfono móvil que usé fue durante unas elecciones europeas, hace más de veinte años que ocupaba casi como el pc de mi trabajo-, Motorola… hasta llegar a los i de ipod, iphone o ipad. Y mi blackberry. La primera, creo que soy uno de los pioneros, me la regaló un amigo de Telefónica de Madrid hace unos cinco años, pequeñita, con concha, cada tecla tenía dos letras, no una como la actual, era coqueta y me gustaba. El correo electrónico funcionaba de maravilla, y no hacía fotos, ni tenía whatsapp ni el Messenger, y el acceso a internet no era fácil. Han pasado dos modelos más, para sumarme a una sencilla Curve, donde puedo hacer fotos a mis sobrinos, enviar correos, manejar las redes sociales, utilizar el whatsapp e incluso descargarme alguna aplicación más, muy lejos del nivel que tienen todas las de Android o Apple, pero qué quieren que les diga, soy un sentimental… Hasta el lunes pasado donde todas las blackberrys del mundo decidieron tomarse un puente gracias al fallo de un interruptor de RIM, la empresa que las produce. Dejé de recibir correos, de comunicarme con el chat y pensé que la vida se acababa y que quizá hubiera quedado mal con alguna persona con otro sistema que me hubiera enviado un mensaje y no le hubiera contestado. No pude decir en Facebook qué plan tenía, ni anunciar en twitter el capítulo de la serie que estaba viendo, y lo peor de todo es que dejaban de oírse los múltiples sonidos que había decidido poner, no sin poco empeño, para los diversos mensajes.

Cuando estaba a punto de lanzar mi blackberry por un puente del Arlanzón, mis amigos de Apple, también comenzaron a tener problemas de actualizaciones y recordé mi viejo Motorola, o el Spectrum donde solo podíamos jugar al tenis con dos rayas a los lados y una bola que iba de un lugar a otro siempre a la misma velocidad.

Me gusta la tecnología, mientras permita a mis sobrinos acudir a casa de mi madre para jugar con la Wii que allí les instalé y el Mario Bross, y la abuela pueda contemplar absorta a sus nietos. Pero esos tres días sin mi BB sentí que algo estábamos perdiendo por estos malditos teléfonos móviles –smarthpones les llaman-, y que había que recuperar ese tiempo perdido.

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10 comentarios en “No sin mi Blackberry

  1. Yo jugué al tenis con dos barras a los lados en un Spectrum conectado a un reproductor de casettes. Y tuve un ordenador que aún estaba muy lejos de manejar el word-perfect, aunque disponía de un procesador de textos, un programa de cálculo y un juego de ajedrez, no recuerdo que tuviese mucho más, aunque por el espacio que ocupaba debería haber sido Deep-Blue. Pero un mágico día llegó internet y aquello me pareció maravilloso. Aún me lo parece.

    Después cayó en mis manos un iPhone (heredado) y lo cierto es que me sorprendió por lo que me permitía hacer, por el diseño, por lo intuitivo y porque tuve que reconocer que aquello era algo pensado hasta el último detalle.

    La cuestión es que olvidarse el teléfono en casa no viene mal, yo misma me obligo a veces a soltarlo un rato porque me molesta mucho esa gente que mientras se toma una cerveza contigo está whattaspeando con otros tres.

    En resumen, internet es maravilloso y la tecnología también, tengo debilidad por ambos. Pero son medios, no fines, y el problema es que a veces se nos olvida.

    Eso sí, una blackberry es un medio mucho más incómodo que un iPhone 😛

  2. Al leer el título pensé que ibas directo a abrazar el mundo Apple…Nada es perfecto, coincido con Cintia en que estos trastos no son un fin en sí mismos, sino un medio más. PD: escribo desde el iPad…

  3. No creáis que no sería capaz de pasarme al mundo Apple, por la admiración que tengo a Steve Jobs, pero mi BB de momento es útil, y no soy de descargarme apps, pero todo se andará.

  4. Claro que se nos olvida -será la tecnoemoción- y conundimos esos medios, con los fines para los que deben ser utilizados. Muy de acuerdo con el Post y Cintia le pone la puntilla. Mucho tiempo llevo queriendo resucitar a ese viejo amigo, mi Spectrum …y todos sus valores.

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