El ‘parto’ de Arsuaga

Eso ha sido este libro, El primer viaje de nuestra vida, para Juan Luis Arsuaga, no solo por la complejidad –habla con un lenguaje científico a un lector sin estos conocimientos específicos y lo consigue-, sino por el tiempo que lleva desarrollándolo. Y es que esta obra, extensa (432 páginas, Temas de hoy) y sin duda atractiva, ha sido casi como un ‘parto’ para Juan Luis, pues según cuenta ha pasado más de 30 años preparándolo y los prolegómenos fueron el motivo de su tesis doctoral. Es más, durante este tiempo una de sus mayores alegrías ha sido encontrar en la Sima de los Huesos de Atapuerca la pelvis Elvis, perteneciente a los heidelbergensis, la más completa del registro fósil, y un descubrimiento notable en la paleoantropología, pues si bien el hallazgo de fósiles de cráneos no es habitual, el de pelvis casi es imposible, la cual ha ayudado muchísimo en los estudios realizados sobre el parto en los preneandertales.

Arsuaga considera en el libro el parto en los humanos como el efecto de dos presiones, y que nos diferencia del resto de las especies,  la primera es la que supone el hecho de caminar erguidos, que obliga casi a que los fémures se acerquen entre sí; y en la sala de los homínidos del Museo de la Evolución se puede contemplar, por ejemplo, esa evolución que se ha ido dando entre las diferentes especies. La otra presión es que nuestro cerebro es mucho más grande que el de cualquier homínido. El que el bebé tiene al nacer ya es similar al de un chimpancé adulto, muy grande para el canal del parto humano. Da la sensación como que naciéramos antes de lo previsto, y así llegáramos al mundo, desprotegidos, pero en un entorno que nos resguarda, y dónde los padres se implican también en la crianza de la criatura, lo que no ocurre con el resto de animales. Todo organizado para que la cría salga adelante.

Esas dos presiones, la de nuestra anatomía y el cerebro,  convierten dar a luz en algo, en principio, traumático, pero que supone apenas unos minutos en ese primer viaje que hacemos en nuestra vida.

Hay algunos autores que piensan que el desarrollo humano, por ser tan largo y tan lento, no se completa nunca, y que de adultos todavía somos algo infantiles, tanto físicamente como en el comportamiento, en el sentido de que mantenemos nuestra capacidad de explorar, de investigar, y de jugar toda la vida. Increíble.

Explorar el nuevo libro de Juan Luis Arsuaga es adentrarse en una aventura que el autor ha querido convertirla en una exposición imaginaria. Hay que soñar a lo largo de las páginas y viajar entre líneas por nuestra anatomía o por imágenes sugeridas. Arsuaga reconoce además el buen trabajo realizado por la ciencia española y es optimista sobre su futuro. Necesario en tiempos de incertidumbre.

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