El reto de Aduriz a Burgos

Confesó que a pesar de ser amigo de Eudald Carbonell no sería desleal con Burgos, que es la ciudad y la provincia que debe recoger la herencia de nuestros antepasados, y no se serviría de sus ideas en sus fogones. Vino al Fórum Evolución al encuentro de #evogastronomía porque quería conocer a uno de los participantes, Juan Luis Arsuaga, de quien había leído muchos de sus libros, y visitar el Museo de la Evolución. Es un forofo de la prehistoria y la arqueología. Y lanzó un reto a las más de quinientas personas, muchos de ellos restauradores, que ocupaban el Auditorio el sábado por la tarde: “¿Sabéis lo que se puede hacer aquí juntado evolución humana y gastronomía o alimentación? Se me ponen los ojos como platos”.

A Andoni Aduriz, pese a convertirse en el mejor cocinero del mundo, y su restaurante Mugaritz, en Rentería, encontrarse entre los tres primeros del planeta según la revista Restaurant, esto no le basta para buscar nuevos retos y traspasar fronteras. El último ha sido convertirse en asesor del hotel Abadía Retuerta LeDomaine, situado en un monasterio de la vallisoletana localidad de Sardón, y donde quiere adaptar su cocina a este nuevo entorno castellano.

Poco antes, el cocinero vasco, lanzó el reto de convertir a Burgos en la Capital Mundial de la Gastronomía, como se lo planteó la cocina escandinava hace ya siete años, colocando ahora a uno de sus restaurantes el primero del mundo, o como lo está haciendo la cocina peruana de manos de un chef, Gastón Acurio, que se ha convertido en un líder en su país. O como siempre lo ha trabajado la cocina francesa, que marcó sus objetivos en el gobierno de De Gaulle: lujo, gastronomía y moda. O como lo ha conseguido la cocina donostiarra, con un sinfín de cocineros con nombre en todo el mundo. Quizá parte del secreto lo había desvelado minutos antes Quique Dacosta en la misma sede, otro dos entrellas Michelín en Denia: Abrir las ventanas al mundo, innovar, como reconoció que ya se viene haciendo en Burgos, mantener las tradiciones y sobre todo trabajar en equipo. No buscar enemigos en nuestro alrededor.

Al lado, una de las mentes más clarividentes con que podemos contar en Burgos, también guipuzcoano, pero de corazón casi burgalés, Juan Luis Arsuaga, rememoraba como los habitantes del neolítico con pocos condimientos: lo poco que sembraban, algunas legumbres y cereales, y un poco de carne de cerdo tenían que apostar con la creatividad en los menús.

Y por qué no el Plan Estratégico, ese que ha organizado brillantemente Devora, es Burgos, y que ha llenado hoteles y restaurantes –quizá estos también se planteen de forma ya definitiva apoyar las iniciativas de la ciudad-, no puede juntar en una mesa, en lugar de políticos y responsables de instituciones, a personas con ideas y brillantes para diseñar ese futuro de ciudad, con el que el propio Aduriz sueña, que le gustaría a Carbonell y Arsuaga, y sin duda del que participaríamos muchos vecinos de Burgos. El reto del chef de Rentería, donde el 90 por ciento de sus comensales son de fuera del País Vasco, y el cincuenta por ciento extranjeros, no puede quedarse ahí. ¿Quién lo recoge?

Columna publicada en Diario de Burgos el 29 de octubre de 2012

 

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