Del Madelman al Playmobil

Confieso que después de los indios y vaqueros de plástico que movía por la alfombra junto a las chapas fui del Madelman, de esos que lo podían todo, o al menos así lo afirmaban en sus cajas, de las botas difícil de colocar y unos cascos envidiable, aquellos hombres articulados dispuestos para la acción, desde el submarinista a los escaladores o aventureros que de pronto se convirtieron en el Geyper Man a los pocos años.

De una infancia de Reyes Magos de familia numerosa sorprendidos cada 6 de enero de madrugada. Ahora, mis sobrinos avanzan entre las aventuras de Mario Bross en la wii o en la nintendo -después de haber aprendido a hablar con Pocoyó, geniales los españoles que los crearon que ahora pasan por problemas-  a unos extraños seres llamados Gormitis con nombres tan ajenos a nuestra civilización como Helios, Barbataus, Carrapax, Granarbol, Noctis, Tasarau… con potencia suficiente casi para destruir el mundo.

Pero siempre nos quedarán los Playmobil, ideados por un alemán en los años 70 se fueron convirtiendo en todos los héroes de nuestras vidas, ya incluso de jóvenes y adultos. En España fueron inicialmente los clicks de Famobil. Curiosamente su creador aseguró en el diseño que se pudieran mantener de pie sin problemas, algo que costaba con los aguerridos soldados Madelman, además permiten ‘tunearlos’ con relativa facilidad y crear un mundo de ensueño.

Estos días he tenido la ocasión de compartir unas pocas horas con algunos de los miles de seguidores que de este pequeño juguete hay en España. Han creado una Asociación de Coleccionistas de Playmobil, Aesclick, y en muchos rincones de Europa recrean lugares especiales, como el paisaje de Atapuerca y el Museo que han visto más de 35.000 personas en el MEH, que ha viajado a Intur este pasado fin de semana, que lo hará también en Fitur a finales de enero, y que pasará por el Palacio Euskalduna de Bilbao para hacer realidad un sueño, reunir miles de estos pequeños hombrecicos durante las Navidades para deleite de sus visitantes. El récord lo consiguieron los chicos de Aesclick en Barbastro con más de 70.000 de ellos, de todas las edades y condición, porque es que además nos enseñan historia o geografía, prehistoria, la vida en la granja, en la Prehistoria o en un hospital… Mi sobrinillo pequeño ha identificado a uno como Miguelón, que vive en el Museo como su tío, y el tío orgulloso ;).

Y un dato, en 2011 vendieron 55 millones de piezas.

Estos fans de Playmobil a los que une Aesclick tienen además de su pasión por las pequeñas figuritas, unas buenas dosis de ingenio, bastantes de trajín y les sobra trabajo. Son miniaturistas que además en muchas ocasiones se afanan por amor al arte, un oficio que es muy agradecido, porque provoca emociones, sonrisas y muchas ilusiones entre los más pequeños y los no tantos. Y quizá una partecica de eso sea lo que el mundo necesita.

Saben, mi instinto de periodista me decía que quizá hoy debería haber escrito sobre Cataluña, bien es cierto que me quedé hasta la noche para conocer los resultados, pero hace tiempo que la política aleja de la sociedad y de la gente. Prefiero, si puedo, provocarles un buen recuerdo, o al menos un guiño.

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