Mi sobrino ya no quiere ser mago

Me comenta mi hermana que en el área de Hacienda en el Ayuntamiento en el que trabaja, en una ciudad de más de 300.000 habitantes, todos los empleados –mayoritariamente todas, en femenino- son como mínimo licenciados, desde el último auxiliar administrativo que ha entrado hasta el concejal responsable. Y la mayoría en esa carrera que se ha puesto de moda que es  LADE  -hablando de licenciaturas y haciendo un paréntesis, me cuentan que los datos de inscripciones en carreras técnicas como la antigua de Aparejadores en la UBU han caído de forma alarmante- . Me dicen también que la mayoría de los conserjes o bedeles de establecimientos públicos también tienen una carrera, al no encontrar ocupación en lo que ellos se han especializado durante cuatro o cinco años. El último electricista que estuvo en mi casa es licenciado en Comunicación. Antes esto podría ser lo frustrante, ahora lo frustrante es no encontrar trabajo y el sueño llegar a mileurista.

Tengo un sobrino de 9 años que yo creía que quería ser mago. De hecho en su último cumpleaños todo fueron juegos relacionados con la Magia, algunos de ellos incluso en inglés. Pero la semana pasada le confesó a su padre que quería ser funcionario. Su padre, mi hermano, lo es en el Principado de Asturias, también en Hacienda, como mi hermana,  y mi cuñada profesora titular en la Universidad de Oviedo de un arte tan extraño como las matemáticas. Ha visto la seguridad aparente en su casa, y parece que no va a ser fácil quitarle la idea.

Así que el objetivo de este chaval, que ya casi es cinturón marrón de taekwondo, de momento es alcanzar un trabajo público y llegar a ser mileurista, porque a pesar del esfuerzo y el trabajo que muchos funcionarios desarrollan no se superan, salvo en muy contadas excepciones, los 2.000 euros mensuales de salario. Y ahora que supuestamente anuncian brotes verdes, será muy difícil volver a alcanzar lo perdido, de momento Cataluña va a volver a suprimir la paga extra para 2014, y el poder adquisitivo disminuye por momentos. Lo mismo ha ocurrido en las empresas privadas. Esta crisis se está llevando mucho por delante, lo que más me preocupa es que una de esas cosas sea la ilusión de los emprendedores. Porque el problema es que los funcionarios tendrán cada vez que ser menos. Por eso todavía aspiro a que Mateo, mi sobrino de 9 años, sea mago, aunque el susto que se llevaría su padre si así lo decide sería mayúsculo.

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