Yo también soy José Antonio

Este domingo en muchas ciudades españolas se habrán desarrollado concentraciones en contra de la excarcelación de los presos etarras hasta que no cumplan su condena íntegra de acuerdo a una doctrina aprobada en España pero desestimada en el Tribunal Europeo de Derechos Humanos de Estrasburgo.

También en Burgos, donde habrá estado –escribo estas líneas antes de la celebración de la  misma- el preso español qué más tiempo permaneció secuestrado por los esbirros de esta banda. 532 días, 12.768 horas sin ver la luz del sol, consumido y condenado a morir, si no hubiera sido por la suerte sumada al trabajo de las fuerzas de seguridad. Nunca ha sido contado de forma oficial cómo encontraron el zulo hace ya 16 años, pero en la mente de estos desalmados estaba abandonarle, viendo que todo había sido motivado por un chantaje contra el Estado y que ni desde el primer día del rapto se pensaba en la libertad de este ciudadano burgalés, hasta tal punto que cuando apareció el guardia civil por la puerta de esta tumba de vivos, el antiguo funcionario de prisiones solo pidió que le dejaran morir en paz en ese habitáculo de 3,5 metros cuadrados, bajo tierra, sin duda mucho mejor que cualquier cárcel del territorio español. Hace ya más de un año que uno de los secuestradores, el que comentó a la guardia civil durante el reconocimiento del taller de Mondragón ‘que se muera de hambre ese carcelero’, pasea por las calles de su pueblo tras ser puesto en libertad debido a una enfermedad grave, según los informes médicos de un Hospital.

Parece que un seguimiento de uno de los miembros de la banda en París finalizó con otro en Mondragón y muchas dosis de paciencia hasta llegar esta localidad guipúzcoana, Arrasate en euskera, que ahora precisamente sufre por el cierre de una de las empresas más emblemáticas, Fagor, de la cooperativa que tiene su sede en este lugar.  José Antonio Ortega Lara es desde entonces una de las  imágenes más visibles de la lucha contra el terrorismo, la del imperio de la ley y la de la eficacia del trabajo de las fuerzas de seguridad. Una ley que durante el tiempo de su cautiverio aliviaba las penas con cierta parsimonia lo que motivó la aplicación de la doctrina Parot y la modificación del Código Penal. Una doctrina que ahora es cuestionada.

Sin embargo, el propio José Antonio ya había afianzado su postura contra cualquier ‘debilidad’ y posible negociación. Lo hizo ante el gobierno de Zapatero, y ante el propio de Rajoy, abandonando las filas del Partido Popular, del que los etarras encontraron su carnet cuando fueron a buscarle en su garaje.  No le gustaba lo que veía, o lo que podía llegar a ver.  Aunque llegara al desarme de decenas de asesinos, deberían pagar por los múltiples asesinatos que realizaron, y devolver la justicia y dignidad que le arrebataron a la sociedad. Por eso se manifestó José Antonio este domingo, y por eso yo estuve también con él, a la misma hora, en la Plaza Mayor burgalesa.

Columna publicada en Diario de Burgos el 28 de octubre de 2013

 

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