#NomásmuertesN1

Andan discutiendo todavía nuestros próceres sobre cuándo la AP1 debe pasar a ser pública, mientras todavía nadie nos ha explicado por qué en el momento que realmente se acababa la concesión se amplió varios lustros a cambio del famoso tercer carril en el nudo Landa. En cualquier caso sea bien recibido ese rescate en las circunstancias que sean y si es pronto mejor que tarde, y me parece favorable la iniciativa de los dos principales partidos para intentar llegar a un consenso en este sentido.

Pero todo ello no debe tapar la ignominia para con esta provincia que significa que la Nacional 1, entre Burgos y Miranda, se encuentre en la situación en la que la atraviesan miles de conductores cada día, convirtiéndose así en la carretera que más muertes alberga dentro de la red viaría burgalesa, siendo la más principal de las mismas.

Pareciera que los responsables del ministerio se sintieran satisfechos con que exista una Autopista casi en paralelo, no precisamente barata, y tampoco con las salidas necesarias para un tramo con tanta circulación. Y mientras los partidos políticos, convocatoria electoral tras convocatoria electoral, incluyendo en sus programas o bien la conversión en autovia de la N1, o bien los arreglos necesarios, e incluso los más audaces dando por inmediato el rescate de la AP1. Y es que el peligro se percibe desde los primeros kilómetros hasta los últimos, ya desde antes del cruce de Atapuerca -casi cien mil visitantes al año hubieran merecido una solución hace ańos aunque haya otra alternativa por la carretera de Logrońo- hasta Pancorbo: señalizaciones, firme en mal estado, trazado, visibilidad en algunos tramos… Son algunos de los peligros que tienen que atender los conductores que la cruzan. Y si lleva el nombre de Nacional 1 lo es por ser la primera y la principal, la que une España con Francia, la que debería estar por ello mejor tratada y no casi olvidada en las partidas ministeriales año tras año.

Ya casi se han cansado hasta de protestar los vecinos de las localidades que atraviesa, viendo que sus demandas apenas son escuchadas excepto los quince días de campaña cada cuatro años. Unos vecinos que desde la Plataforma merecerían un aplauso continuo y permanente por luchar por algo que nos beneficiaría a todos. Lamento, a veces, la poca beligerancia de unos alcaldes que si bien se ponen a la cabeza de las manifestaciones, no llegan hasta el final de la reivindicación por pertenecer a unas siglas que gobiernan, en esta o en anteriores legislaturas. 

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