El cambio abstencionista

Esta semana pasada han sido muchos los que han opinado sobre las dos encuestas conocidas de intención de voto; me quedo con una reflexión que me parece especialmente interesante, aquella que afirmaba que la abstención ha cambiado de lado: los que hasta ahora decidían no votar han optado por acercarse a las urnas, de momento virtualmente, y los que siempre votaban, pasan.

Los abstencionistas son un mercado flexible. El que más logró evitarla fue Felipe González, que en 1982, consiguió que la participación rozara el 80 por ciento. Algunos dicen que ahora hemos vuelto a aquellos tiempos, por el deseo de cambio. En general, en la abstención se unen pasotas con antisistemas, tipos quemados permanentemente, jóvenes desencantados … En el bando contrario, aquellos que son fieles a su cita con las urnas, suelen ser la gente de orden, que haberla hayla en el centro, la izquierda, y la derecha.

Parece pues que esa gente, la de ‘orden’ -entre los que puede encontararse usted, amigo lector- de momento ha decidido quedarse en casa, y está esperando algunos signos mejores que los que hasta ahora se manifiestan para volver a encontrarse con esos partidos tradicionales que tanto le han podido defraudar. Y no le falta razón a ese 20 por ciento de españoles que no sabe, y por ello no contesta, a quién depositar su confianza, porque se la han robado unos mangantes, lo que ocurre que esos mangantes, esos getas y corruptos, no son el todo de las formaciones políticas, aunque sí desgraciadamente su imagen actual.

El partido del Gobierno nos ha obligado a un esfuerzo extra durante estos años, a los funcionarios les ha congelado el salario, a todos nos han subido los impuestos, otros han visto rebajadas las ayudas que percibían. Bastantes han sobrevivido gracias a la familia -lo más valorado por el CIS-, los ahorros o un apretarse el cinturón en exceso.

Si quieren recuperar parte del voto que han perdido en los sondeos, el PP -le señalo a él por ser quien manda- debe realizar más acciones que las que promete. La semana pasada pedía en estas líneas la eliminación del Senado, era un ejemplo, quizá por ahora imposible, aunque no cejaré en la solicitud; pero hay decenas, cientos de actuaciones meridinamente claras, y algunos deben ir dirigidos también a cambiar los nombres de sus candidatos.

Parece como si estuvieran los partidos de siempre con la mente en plano. Cambien y despierten!

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