Las recetas de la madre

Este domingo fue el cumpleaños de mi madre. Quiero felicitar al que declaró el 8 de marzo día de la mujer trabajadora porque en este caso acertó plenamente. Y qué mujer, maestra y madre de cuatro hijos, no merece esa felicitación.

Claro! es mi madre. Como las madres de muchos de ustedes amigos lectores, que han tenido que trabajar mucho y bien para sacar su familia adelante, a veces con la colaboración de su marido, en otras ocasiones no tanto, porque las tareas de la casa parecían obligación solo de la señora durante muchos años. Al igual que la educación de los hijos. Que son cosas de dos parece que todavía no ha sido admitido por todos.

Imagino que la mayoría de la gente de mi generación tuvo en el humilde pollo uno de los platos habituales de su menú casero. La pechuga era lo más codiciado, lo que llaman ahora nuggets en las hamburgueserías; los muslos, las alitas , ahora vueltas a poner de moda en restaurantes de comida rápida. Y el cuello… Saben, este trozo no lo he probado nunca, porque siempre se lo echaba mi madre en el plato antes de repartir el resto con mi padre y mis hermanos, que discutíamos, no mucho también es verdad, por la mejor parte de la pechuga. Nunca le he preguntado si le gustaba, pero estoy seguro que lo hacia por dejarnos a nosotros lo mejor, como en el resto de los platos. Y disfrutaba más con ello que con su propio almuerzo.

Las mujeres han sido las protagonistas para sacar nuestro país adelante, en la ciudad y sobre todo en el campo. Y más en tiempo de dificultad. Pocas veces un mal gesto, nunca una mala cara. Mi padre, al igual que mi madre, dedicó gran parte de su vida a la enseñanza pública. Llevaba a casa el trabajo para seguir corrigiendo, para seguir educando.

Mi madre, ahora con bastante inmovilidad, me preguntaba recientemente si recordaba si alguna vez me hubiera pegado. Ni ella, ni mi padre. Algún grito necesario con cuatro hermanos lo más. Estoy orgulloso de la enseñanza recibida.

Son mucho más que detalles los actos que tienen las madres con sus hijos, y siempre los habrá a lo largo de toda su vida, porque nos considerarán pequeños. No hay algo más trágico en su vida que fallezca a cualquier edad uno de los retoños que ha tenido en su seno. Por eso nunca les darán la espalda por mucho daño que puedan haber hecho. Siempre nos recibirán en ese caso como el hijo pródigo. Y por eso, después del día de la mujer trabajadora, en el día de la madre trabajadora, no pierda mucho tiempo más en coger el teléfono o en acercarse a casa de su madre para agradecerle todo lo que ha hecho por usted. No lo olvide. Y dele un abrazo de mi parte.

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