Terror en el Mediterráneo

Puede que la crisis nos haya hecho dejar de mirar a nuestro alrededor para ocuparnos más de nosotros mismos y nuestro entorno más cercano, pero lo ocurrido en el Mediterráneo en solamente unos pocos días nos traslada a una tragedia de proporciones épicas, que nos debe llevar a replantearnos si de verdad los políticos y la ciudadanía estamos haciendo todo lo posible en defensa de la vida, los derechos humanos y la dignidad del hombre. Pareciera que los países europeos, donde arriban flotando sobre las aguas los centenares de cadáveres, no quisieran ya dar una respuesta única a esta situación, y que hagan lo que puedan o lo que quieran España, Francia, Italia, Malta y Grecia, que pueden ser los más afectados. El resto, se quedan en las declaraciones. Dónde están esos principios sobre los que se creó nuestro continente y la Unión Europea, algunos como la humanidad, la solidaridad. Pareciera que faltara frente a un liderazgo económico un liderazgo moral, que intenta ejercer el Papa Francisco para quienes le escuchan en cada uno de sus discursos, donde su lamento parece vano. Muchos calificaron la crisis como una crisis de valores, pero no se pasó de la mera definición.

Europa necesita tomar decisiones históricas y de futuro fundadas en valores, no solo basta la contención de la llegada de inmigrantes y refugiados a nuestras costas. Son ellos precisamente los que necesitan esa seguridad, protección y derechos humanos. Hay que comenzar a trabajar decididamente con los países de origen y tránsito tanto para aliviar el sufrimiento de los inmigrantes, como para conocer, abordar y colaborar en la solución de los problemas que les empujan a recurrir a viajes tan desesperados por el mar. Aunque no nos gusten sus dirigentes. Algunos de los niños fallecidos en los viajes eran huérfanos de padres muertos en pateras anteriores. Es un drama.

Desconozco la solución, pero seguro que en los gabinetes de todos los ministerios de asuntos exteriores de los países de la UE hay personas que pueden pensar con claridad sobre esto. Y que se les sumen también los centenares de altos funcionarios países del primer mundo de América y Asia. Y discutan sobre qué valores y en qué mundo quieren vivir. Apenas he oído en la campaña electoral, salvo descalificaciones, soluciones para los africanos del tercer y cuarto mundo. Tan cerca y tan lejos al mismo tiempo. Aquellos que abren todas las puertas, a lo más que llegan es básicamente a la creación de campos de refugiados, ninguno les tendría en su casa. Urge una solución pronta, consensuada y honorable para todos. Para el Norte y para el Sur. Y sobran demagogias de todos los signos.

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