Conmoción

El miércoles unas imágenes daban la vuelta al mundo. Los cuerpos de tres niños habían llegado a las orillas de una playa en Turquía tras haber salido horas antes rumbo a Occidente, en un barco de plástico con unas cuantas personas más. El martes, las imágenes nos situaban en la estación de Budapest, que quizá muchos de ustedes conozcan, con miles de personas intentando entrar. El jueves son miembros del ejército, de cualquier país frontera con el aluvión de desplazados, los que intentan evitar la llegada de más inmigrantes. En medio una cifra ridícula de acogida que exhibe nuestro presidente del Gobierno y la declaración de la alcaldesa de Barcelona para convertir su metropolita ciudad en una capital con los brazos abiertos. Reacciones rápidas. Qué bien que Burgos parezca que va a recoger también el testigo de ciudad de acogida con otras cuantas capitales de Castilla y León. Y se suman partidos y ciudadanos. Una señora de 80 años llama a una radio para decir que quiere adoptar un niño sirio. En otro lado del Mediterráneo hay 2.000 muertos cubiertos por las aguas.

Son vídeos que duelen los ojos, que te hacen llorar. Asuntos que revuelven el alma, como otra persona, también mayor, y con dificultades para moverse, que cuenta que reza un avemaría cuando veía en televisión a enfermos de ébola, y que rezaba desde su cama porque terminara ya; que también lo hacía al comprobar las centenares de personas que se hunden con pateras procedentes del África subsahariana, y ahora con el exilio de los miles de sirios perseguidos, o con los católicos asesinados en diversos países del mundo. Te llega a la cabeza una canción de Melendi, que pronto estará en el Coliseum, que dice: ‘Hace tiempo que me fijo que besas tu crucifijo si hay algo malo en las noticias’ . A veces solo queda rezar, pero no es la única alternativa. Estas buena ancianas hacen todo lo que pueden, pero ¿lo hacemos nosotros o nuestras instituciones?

Pocos promovían una intervención sobre el terreno que es muy necesaria. «Paren la guerra no queremos ir a Europa» clama otro niño sirio de 8 años ante las cámafaras de Al Jazeera. No hace falta una tarjeta de visita de los refugidos, ya ha quedado estampada en la foto de ese pequeñajo ahogado en las playas de Bodrum. La imagen que nos ha revuelto el alma, pero que nos dice que son centenares los que mueren mientras huyen o en sus propios países en conflicto, o en guerras tribales. La imagen también que parece haber despertado las conciencias en Occidente.

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