Mayores con cuidados

El Día de las Personas Mayores tocaba la pasada semana. Reportajes en los informativos de la televisión, en los magazines radiofónicos, alusiones en los medios digitales. Casos concretos de ancianos, que cada vez lo son más tarde, porque avanza la investigación médica etc. En esto ha habido un cambio sustancial. En los años cincuenta llegar a los setenta años de edad era ya mucho, un logro, la medicina no había avanzado tanto; ahora prácticamente estas en tu mejor época en esa década, a la que si no llegas con achaques, te permite cosas que no pudiste hacer antes.

Pero no todos los casos son así. Cada vez se presentan más a los hijos, a los nietos, las dificultades del cuidado de las personas mayores. En la mayoría de los casos debido a la enfermedad que padecen. Bien es cierto que han aumentado las asociaciones que se ocupan durante el día, por ejemplo, de atender a enfermos de alzheimer o de algún tipo de enfermedad rara… pero ni están en todos los lugares, ni, lógicamente, su dedicación es 24 horas de 24. Pero a las cuales tenemos mucho que agradecer.

Ocurre entonces que los hijos cuando se inician los primeros síntomas -una cadera rota, fallos de memoria, parkinson, cáncer…- empiezan en lugar de preocuparse a tener que ocuparse de la atención de su padre o madre, o de ambos. Y no es fácil, menos si el hijo es hijo único, algo que ocurrirá extensivamente en próximas generaciones. También si ha habido problemas en las relaciones personales. Porque además tiene su propia familia, también en estos tiempos con problemas. Si los hijos tienen recursos, pues aparte de distribuirse más o menos la atención familiar, pueden contratar a alguna persona que o bien por horas o bien interna, pueda acompañarles, o incluso con la colaboración de todos los hermanos ingresarle en una residencia privada. Pero eso es muy duro para una persona que con la cabeza bien lo que le falla es el cuerpo. Y además merecen estar en su casa, por todo lo que nos han dado. Y eso es lo que les gustaría a la mayoría de los hijos.

Pero si estos no cuentan con recursos la dificultad es mayor, y si la familia es numerosa, se turnarán por atender a sus progenitores, no con pocas dificultades, acudirán a dormir algún día a su casa, con el ligero mosqueo del yerno -porque habitualmente son las hijas los que lo hacen-, y dedicarán un esfuerzo a sumar a su trabajo, si lo tienen, y la atención a su familia, y no acabarán bien, sin la ayuda de terceros.

La sociedad no ha solucionado bien estas situaciones familiares cada vez más frecuentes, tampoco las administraciones, pese a crear leyes donde no es tan fácil acceder a las ayudas, partiendo de la buena voluntad, pero sin recursos suficientes. Y luego nos cuesta ser conscientes de un hecho: aunque haya personas que a los 80 años se encuentren perfectamente, nuestro cuerpo humano tampoco es Terminator, y a pesar de que nos gustaría, las leyes físicas de la naturaleza son difíciles de saltar, por mucho que intentemos cuidarnos y tomemos decenas de pastillas.

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