Nuevo rector

El próximo mes de mayo la comunidad universitaria burgalesa contará con un nuevo rector, al llegar también aquí tiempo electoral y no poder presentarse a la reelección Alfonso Murillo tras dos mandatos consecutivos. Parece también que pudiera haber un solo candidato a su sucesión, aunque todavía faltan algunas semanas y cabe que surjan otros nombres, si bien no ‘desconocidos’ ya que la tasa de reposición impuesta por la Junta y manejada por el propio consejo de la UBU solo ha permitido que se ocuparan nuevos puestos de profesores titulares y no de catedráticos, pese al alto número de acreditados para este cometido con que cuenta la Universidad. Más de uno si hubiera tenido la oportunidad probablemente se lo hubiera propuesto.

Y previsiblemente ante la ausencia de campañas por la no presencia de alternativas no se genere mucho debate, desgraciadamente, porque siempre es bueno dialogar sobre lo que debe ser nuestra universidad, cuáles sus principales objetivos y hacia dónde van las salidas profesionales abocadas al paro la mayoría de ellas en los últimos años, porque los jóvenes licenciados no tienen la capacidad de demostrar ni lo que han aprendido, ni su propia capacidad de iniciativa. Solo algunos a través de quizá alguna start-up o porque estaba en el momento oportuno en el lugar oportuno ha podido alcanzar un contrato de trabajo.

¿Debe ser ese el planteamiento de las carreras universitarias, el preparar a sus alumnos para el mercado laboral o apostar por el conocimiento, o las dos cosas? Parece que ahora se pide más el qué sabes hacer que el ‘solo’ hecho de saber, y que el expediente académico no es lo importante sino poder desenvolverte en lo que puede ser tu profesión. Confieso que para contratar a gente nunca me he fijado en el número de matrículas obtenidas, sino en si son capaces de responder bien a lo que se les pide a estas personas en su oficio. A sonreír, a tener mano izquierda, a manejar una serie de herramientas, además lógicamente de su conocimiento del entorno fundamentalmente y si sabe algún idioma mejor. Pero cada trabajo es diferente, y variables son las características para cada puesto de empleo.

Quizá por ello son también muchos los que optan por alternativas diferentes a la Universidad. Sin embargo, hay también una cara oculta en la Universidad de Burgos que poco a poco gracias al esfuerzo de algunos se va descubriendo y es el alto número de grupos de investigación en temas muy dispares que también colaboran con las principales empresas de Burgos y que en algunos casos son singulares y únicos. Por eso, la alta tasa de paro de los universitarios no debe tapar la variada realidad de la UBU, aunque insisto que me hubiera gustado -y todavía es posible- que no se presentara un solo candidato a rector por el debate necesario y obligado que debe contar la universidad, también abierto a la sociedad.

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