Burgos con los refugiados

Unos datos: Naciones Unidas calculaba -creo que es lo poco que ha hecho la ONU en esto, calcular- en casi 60 millones de personas desplazadas forzosamente, de las cuales 20 millones estaban fuera de su país y 39 dentro. El año pasado más de un millón llegaron a Europa buscando acogida, casi la mitad procedían de la guera en Siria. Son unos miles los que se ahogaron en el mar. La Unión Europea se comprometió a que llegaran casi 200.000 refugiados que precisamente ya se encontraban entre nosotros, entre Grecia e Italia. Echaron cuentas -que es lo que ha hecho la UE como la ONU en este caso, solo sumar- y a España le corresponderían 17.000, de los que solo han llegado apenas 20.

Se han creado ya centenares de comisiones por todo el territorio nacional para no avanzar nada. Es más, la UE ha llegado a cifrar una multa por cada refugiado que como país no acojas si te corresponde, todo monetario. Parece que en nuestra provincia a algunos se les han hinchado las narices de tantas promesas vanas y cerca de 30 asociaciones -en las asociaciones sabemos que también trabajan unos pocos- se han juntado en un grupo que se llama «Burgos con los refugiados» para poner en marcha ya definitivamente el trabajo de acogida en nuestra provincia. Aquí no ha habido ni colores políticos, ni divergencias ideológicas, solo algo que abunda en nuestra tierra que es la solidaridad. Resulta curioso observar cómo de los varios premios que se dieron institucionalmente la semana pasada por parte de diferentes organismos, varios fueron a labores de dedicación a los demás, como a la Asociación Berbiquí, a Down Burgos, a la Asociación de Familiares de Alzheimer o a la Fundación a la que tanta pasión dedica el doctor Sastre.

Los refugiados que huyen de la persecución y la guerra merecen mucho más nuestro respeto. Podemos gastar los presupuestos en mejorar el alumbrado o los autobuses urbanos, pero debemos sobre todo atender a aquellos que no tienen nada y que son retenidos en las fronteras y devueltos al país de donde procedían, también todo a cambio de dinero. Los campos que se forman en países como Turquía o Líbano cuentan con lo imprescindible y con decenas de miles de familias. Supuestamente hay una declaración de los Derechos Humanos que en su artículo 14 dice: «Toda persona tiene derecho a buscar asilo y a disfrutar de él, en cualquier país, en caso de persecución». Y no será por problema de espacio en una Europa deshabitada.

En Castilla y León, Salamanca ya ha recibido a diez refugiados sirios y en breves semanas recibirá a otros diez. Cuesta entender porque este proceso no va más rápido y se extiende a otras provincias, porque ya ha quedado demostrada la capacidad de generosidad del pueblo español. Que no la entorpezcan nuestros gobernantes.

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