2.000 días en guerra

No creo que estemos hartos de ver día tras día las imágenes que suceden en Siria, un país que suma más de 600.000 refugiados en 18 zonas que están sitiadas en los países de esta región de Oriente Medio. Porque si estuviéramos hartos mostraríamos más alto y durante más tiempo nuestro malestar por la actuación de nuestros responsables políticos que ha avanzado muy poco en la solución política de esta guerra. Porque se han aprobado fondos en diferentes conferencias internacionales, pero no ha llegado su cumplimiento ni a la mitad, lo que ha impedido que este ingente número de refugiados no cuente con los recursos mínimos para su supervivencia y que los países que los acogen tampoco.

La solución, dicen desde las ONGs, no se encuentra únicamente en las zonas vecinas a Siria, los países participantes en la conferencia de donantes deben realizar también esfuerzos para el reasentamiento. En Líbano, una de cada cuatro personas es un refugiado. Esta cifra equivaldría a que Estados Unidos acogiese al doble de población de Canadá. Con excepción de muy pocos países, nadie está cumpliendo y no hay más que ver los que han llegado a España que casi los podemos contar con los dedos de las dos manos.

En los primeros ocho meses de 2016, más de 280.000 personas realizaron la durísima travesía por mar hacia Europa. Tras el ominioso acuerdo entre la UE y Turquía los refugiados que han llegado a Grecia pasaron de 67.000 en enero a 3.500 en agosto. 4.172 personas han muerto o están desaparecidas en el Mediterráneo, afirma ACNUR, lo que supone una media de 11 hombres, mujeres y niños muertos cada día durante los 12 últimos meses.

Los 2.000 días en guerra coinciden con el primer aniversario de la muerte de Aylan, el niño de la fotografía que conmovió al mundo. Fue un momento de empatía y solidaridad sin precedentes en toda Europa.

Bien es cierto que la situación política nacional nos impide ver el bosque. Pero la situación es tan grave que deberíamos recuperar ese espíritu de hace unos meses donde se crearon asociaciones, hubo decenas de declaraciones y todos íbamos a participar de un mal que lleva el camino de convertirse en endémico. Pero todavía hay tiempo, todavía se puede evitar que mueran más personas. No me he leído los 150 puntos que firmaron entre el PP y Ciudadanos. Nunca pensé que se fueran a cumplir. Aunque veo en Rivera voluntad de hacerlo. No sé si en alguno de esos puntos, además de la economía y la corrupción se han acordado de los miles de refugiados que llegan a Europa, de los 16.000 que nos comprometimos a recibir, pero todavía tenemos posibilidades de hacer algo, de priorizar, de no esperar a ver si tendremos unas terceras elecciones. Una vida humana, cualquiera, no tiene ni plazos, ni precio, ni matices.

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