Archivo por meses: octubre 2016

Emprendimiento e innovación

Parece que parte de la industria está ya manejándose en el 4.0 cuando muchos todavía andan perdidos por el 2.0 . Hace unas semanas tuve el placer de contar en el programa Mesa de Redacción de La 8 Burgos con Verónica Pascual, consejera delegada de ASTI, una empresa ubicada en Madrigalejo del Monte y que trabaja para múltiples compañías y sus automatismos han llegado ya a casi 20 países.
Más de 100 ingenieros entre sus empleados y con un afán de crecer más. En un momento de la conversación me pareció que la robotización iba a destruir más que a construir empleo. Pero me insistió y me convenció en que los automatismos ahorran dinero a las empresas, las hace más competitivas y su personal, que cuesta mucho dinero, debería dedicarlos a otros menesteres más propias de personas que de máquinas, como la investigación o el desarrollo.
Días después, el presidente de la Junta, Juan Vicente Herrera, vino a Burgos al presentar un plan de emprendimiento e innovación de más de 600 millones de euros. Quizá lo hizo en el Museo de la Evolución Humana para marcar que ese era el camino del futuro. También vino a mi memoria qué bien hubiera estado en estos momentos haber contado con el Parque Tecnológico, todavía parado como las vías del AVE, para que empresas se aprovecharan de esa aportación pública para instalarse en el mismo, aunque confío que este Parque tendrá que venir con varios panes debajo del brazo, sino para qué.
Subirnos al carro de los nuevos modelos productivos, sin perder la referencia de los permanentes, parece que debe ser el camino.
Otra noticia de la pasada semana fue el informe de Caja España Duero donde con optimismo se veía el eje Burgos-Palencia-Valladolid en la industria clave de nuestra región. Es bueno que en tiempos de crisis las multinacionales -al menos la mayoría- no nos hayan abandonado, pero también es cierto que pocas nuevas sociedades han llegado para instalarse en Burgos y ahí observamos parcelas en Villalonquéjar permanentemente vacías, que pueden seguir así sino aseguramos con certezas el futuro del Consorcio. Es fundamental una paz política y social y un buen acuerdo para su continuidad.
Es necesario un agradecimiento a las empresas multinacionales que no solo se han mantenido en Burgos y su provincia, sino que también han ampliado su espacio y personal. También a las nacionales y a los empresarios locales que pese a cantos de cisne y otros ofrecimientos siguen en su tierra generando empleo local. Pero, insisto, todavía estamos a tiempo para que lleguen nuevas marcas y nuevas industrias si logramos una mayor coordinación entre todas las instituciones.

40 años de Orégano

Uno de los primeros conciertos a los que asistí en Burgos, a los pocos días de mi llegada, era de un grupo folk, que cantaba canciones reivindicativas, que pedía un himno para Castilla, que lamentaba que el tren directo -y han pasado lustros- no funcionaba, y hasta dedicaba una de sus obras al Diario de Burgos, dentro de una crítica simpática.

Me gustó y hasta le dediqué una columna en el periódico: ‘Chucuchucuchu’. Ahora llegan a los 40 años, después de varios parones, y están preparando un concierto conmemorativo, bastante especial, para las Navidades. Precisamente cuatro décadas que celebra también un grupo como Mecano que ha sido un icono para varias generaciones, y cuyas canciones todavía se corean en sus musicales. Curiosa coincidencia.

Llegar a 40 años solo lo hacen los grandes, aunque no haya mantenido a todos sus componentes, porque la voz no siempre es la misma, y las ocupaciones laborales tampoco; pero en este concierto de Orégano algunos de los hijos de los músicos y cantantes tomarán el relevo de los ausentes.

A buen seguro el Principal se llenará de nostalgia, de esa que llena Castilla, pero también volverán a oírse las voces de una tierra que debe seguir reivindicando. Y a alguno se le escapará una lagrimilla escuchando de nuevo Soy de Burgos o Somos castellanos.

Porque es verdad que falta un himno a este territorio del que surgió España y nuestra lengua. A esta Castilla legendaria y heroica. Como el que compuso Antonio José en 1929 que todavía se escucha de vez en cuando. Precisamente Orégano le dedicó uno de sus discos a este insigne poeta burgalés. Un himno puede llevar a aumentar la autoestima, tan necesaria en ocasiones. No tengo más que recordarles como a los asturianos se nos pone la carne de gallina cuando en los premios ahora llamados Princesa de Asturias, centenares de gaitas tocan el Asturias, Patria querida al inicio del acto. Es el momento más emocionante.

Orégano lleva himnos en las letras de sus canciones, algunas tomadas de poetas de estas tierras, otras creadas por ellos. Lleva emoción y traslada sentimiento. Les ha costado, sin duda, volverse a encontrar para tocar. A medida que pasa el tiempo, la tranquilidad se convierte en miedo escénico. Lo ha confesado el propio Springsteen en su último libro, el que llena estadios, también se siente inseguro.

De ahi mi aplauso a los 7 que iniciaron Orégano, a los cinco que estarán en el escenario del Principal el 30 de diciembre junto a sus hijos y algún familiar más, a los que se suman de fuera, a los que bailarán en el patio de butacas o en los palcos, a los que pedirán bises para escuchar algunas de sus canciones que perviven en la memoria histórica de Burgos. Gracias por no hacernos olvidar que esta tierra merece más de lo que tiene, pero que ello depende de los propios ciudadanos que la habitan, para que no nos roben ni el origen de la lengua.

Publicado en Diario de Burgos el 17 de octubre

Presión asistencial

Hace unos años un médico que ejercía en Palencia, en un centro de salud, me describió lo que era la presión asistencial, aunque no hacia falta. Solo verle la cara a primera hora de la tarde, tras recibir entre 50 y 60 pacientes diarios, era evidente. Otro médico de atención primaria, también hace algún tiempo, me estuvo describiendo la campaña de los 10 minutos entre paciente y paciente; porque en cinco minutos, ni se valora, ni se diagnostica, ni se dignifica casi al enfermo, y en aquel momento en ese corto espacio tampoco había posibilidad de escribir las recetas. Hubo una campaña entre los facultativos y la población, pero no se consiguió el objetivo de ese aumento de tiempo.
Han cambiado algunas cosas, como por ejemplo la libre elección de médico -hasta un tope- o la receta electrónica que ha hecho a los doctores limitar estas funciones y dedicarse más a los enfermos, aunque siguen acaparando tareas administrativas, y ello si no se cuelga un programa informático, un tal ‘medora’ que de vez en cuando hace de las suya.
Pero siguen siendo 5 los escasos minutos que la administración ‘casi obliga’ a los médicos para estar con sus pacientes. Y resulta que la mayoría de ellos no solo dedican 5, sino 10 ó 15, con el consiguiente retraso para los que esperan y sobre todo el número de horas de trabajo en aumento para aquellos que vigilan nuestra salud. Ocurre que el que espera como sabe que cuando le toque a el le van a dedicar la misma atención que los anteriores se abstiene de protestar.
Resulta que uno de los datos que ofrece el recién creado portal de transparencia del Sacyl es la presión asistencial de los médicos, y la media en las zonas urbanas está en 41,85 pacientes con lo que algunos estarán por arriba y otros por abajo. En el medio rural baja a 24,33 pero aquí habría que sumar el tiempo de desplazamientos.
42 pacientes al día me parece una cifra nada desdeñable. Es más, me parece exagerada. Es cierto que la media en que frecuentamos el médico de familia en la capital es casi 7 veces al año. Conozco muchas personas que apenas van, así que otros doblarán con creces esos datos. No he mirado a ver si podía acceder a la media de edad, pero suele ser alta. Ya se sabe que a partir de los cincuenta años si no duele nada cuando uno se levanta es que está muerto.
El médico de familia en cuanto recibe la lista de pacientes que tiene esa mañana o esa tarde tiene que pensar lo primero que debe poner buena cara al menos a cuatro decenas de personas, que no vendrán precisamente ellos con la mejor disposición del mundo porque algo les dolerá. Luego intentar averiguar el origen de su mal para no derivarlo al especialista, y en último caso adaptarlo a la receta electrónica. Y todo ello está pasando también con las enfermeras encargadas de otras tantas labores sanitarias. Tenemos en España una buena sanidad, entre las mejores de Europa, pero a costa de qué.

El reto de la Universidad

Esta semana he tenido ocasión de acudir a una jornada sobre innovación y talento como claves para el éxito. Y en ellas participaba el director de la firma Accenture, Juan Pedro Moreno, una multinacional que en España emplea a más de 10.000 personas en diversos ámbitos del trabajo. Una de las manifestaciones que nos dejó y que marcó como relevante este periódico fue que «el reto de la universidad es formar en el empleo» además de insistir en la formación en profesiones que serán necesarias en el futuro y que están dejando de serlo ahora.
Total, que nos cargamos de un plumazo todas las humanidades, las filologías…. Puede que no haya sido ese tampoco su objetivo, pero si el de reflexionar sobre las enseñanzas en los centros universitarios. Una consideración que a buen seguro se preguntan permanentemente los gestores educativos.
También habría que preguntar a los posibles empleadores qué tipo de trabajador prefieren. Lógicamente, son necesarios unos conocimientos. Pero recientemente un profesor de la Universidad de Burgos me refería que quizá tuvieran más salidas los estudiantes con conocimientos de inglés y alemán, que los específicos de cada uno de los grados. Qué busca un empresario. Probablemente jóvenes con iniciativa y que no se frenen ante cualquier contratiempo. Con capacidad de trabajo, pero también de hacerlo en equipo. Rebeldes, que digan las cosas que no ven bien, y no sumisos. ¿Da lo mismo un aprobado que un sobresaliente para contratarle si cuentan con las condiciones anteriores? Quién se fija ahora mismo en las notas de la carrera. Tengo mis dudas a que influya mucho. De ahí también la importancia de que en las prácticas se puedan saber realmente los conocimientos de las personas, su capacidad de adaptación y de aprender. Pero más que eso también sus capacidades.
¿Quieren los posibles contratantes gente de la que se puedan fiar más que otras cualidades? Estudiantes honrados y que admitan sus errores, sepan escuchar y se dejen enseñar no serían buenos candidatos para un puesto directivo o para ejercitarse, insisto, con ese bagaje previo necesario.
Sí, hay que conocer lo que es un balance, y saber manejar programas, pero eso ¿no se aprende también a posteriori?
No eliminaría en numerosos puestos de trabajo a personas concretas porque no tienen el Máster más guay, si tienen iniciativa, si saben relacionarse, si crean un buen ambiente en su trabajo, si sonríen, y si conocen también la importancia del tiempo libre.
Sí, Harvard, Yale, MIT, Oxford…. estarán siempre valoradas entre las mejores universidades del mundo, porque son las que más dinero cuentan, donde existe más investigación y un nivel de exigencia más alto. Si tienen los mejores alumnos, lógico que sean los mejores centros.
Pero sigo dándole vueltas a qué carreras van a llevarnos a un mundo mejor.