Navidad

He caído en el tópico, en escribir de la Navidad antes de que celebremos el momento mágico de la Nochebuena. Tendremos que pasar previamente por las elecciones en Cataluña, por la Lotería con la que casi todos soñamos, por las cenas de empresa –que vuelven como en los mejores tiempos- y hasta por el Clásico entre el Real Madrid y el Barcelona. Donde si pierden los blancos dicen que quedarían alejados totalmente del título, ahora que parece que están en racha.

La Navidad tiene sus seguidores y sus detractores. Para muchos, encontrarse con la familia al completo supone lo contrario que para otros: una gran alegría o una mayor decepción. Cuestión de pareceres y de carácter. Las ausencias en estas fechas es cuando más se notan. Aquel que se nos fue para siempre, o el que está trabajando fuera y no tiene unos días para volver, o la persona que quisiste y compartiste parte de tu vida y ahora ha desaparecido de la misma. Lo bueno que tiene la Navidad es que se dan también las circunstancias para la reconciliación.

No sería difícil imaginarse, pese a todos los puntos en discordia y el aviso del actual alcalde de Burgos de que prorrogará los presupuestos, que vuelvan a encontrarse en el camino con la oposición, y lleguen a un acuerdo a cambio de algunas cesiones. Es el toma y daca propio de la política.

Más difícil sería que los resultados del 21D lleven a una victoria de los llamados constitucionalistas, rompan todas las encuestas, y pese a las declaraciones de estos días se sienten en la misma mesa los partidos ‘españolistas’ para girar el rumbo de una comunidad autónoma que pocas veces se ha sentido querida, pese al apoyo económico del Estado. Pocos entenderían en el resto del país y en la propia Cataluña los votantes de PSOE, Ciudadanos y PP que no llegaran a un acuerdo y volviera el tripartito con los mismos partidos aunque con distintos personajes.

Y esto también se va a notar en estas fiestas en esa comunidad autónoma, donde ya no serán los mismos los que celebren la fiesta en la misma casa que en años anteriores, cuando familias se encuentran ya divididas casi para siempre. Que la política genere dolor y malos sentimientos muestra lo tramposa que es. En el País Vasco, cuando el terrorismo estaba en auge, la división podía también a llegar a ser extrema, aunque todavía quedara un resquicio para el perdón.

Ese perdón que acabas pidiendo por todo el mal que puedes haber llegado a hacer a las personas más cercanas, a tus familiares, a aquellos que trabajan contigo… Muchas veces sin saberlo o sin pensarlo. Sin embargo, todavía hay personas ‘tóxicas’ incapaces de reconocer errores o maledicencias.

En cualquier caso, para aquellos que les gusta la Navidad o para quienes no, pasen ustedes unos felices días, y que los Reyes Magos de Oriente les llenen de ilusión y optimismo para 2018 porque no hiere quien quiere, sino quien puede.

 

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