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Berto y Broncano

De acuerdo con el Pew Research Center, las personas nacidas de 1981 a 1996 pueden considerarse millennials y actualmente rondan las edades de los 22 a los 37 años. También les llaman Generación Y. Los representa a la perfección David Broncano. También sabe llegar hasta ellos Berto Romero, aunque nació unos años antes. Broncano y Berto son dos humoristas que están copando la televisión de los millenials: youtube.

El jienense, que no bebe, no fuma, juega al tenis y al baloncesto, sube montañas y lleva trabajando en radio y televisión desde hace 10 años, presenta y codirige actualmente La Resistencia, un programa de Movistar + que se emite a partir de las 12 de la noche, producto de El Terrat, y que pueden verlo en esos momentos menos de 100.000 personas, la mayoría millennials, pero también bastantes influyentes. Lo que no es sorprendente ya es que al día siguiente sus espectadores, a través de la opción de A la carta de la cadena, o de youtube sobre todo, las cifras de audiencia se llegan a multiplicar por 5,6,7,8,9 o 10. No es extraño que superen el millón de visualizaciones en veinticuatro horas. Sobre todo por las entrevistas de David a personajes que en algún caso es la primera vez que llegan a una gran cadena. Y no falta la pregunta del dinero que cada uno tiene en el banco, desde los 12 millones que confiesa Resines, los 50 de Mendieta o las hipotecas de la mayoría. Óscar Jaenada, que acaba de rodar Rambo 5, aseguraba que se había apuntado a la cadena de pago para ver La Resistencia.

Pero no son solo millennials los que siguen a Broncano, también los hay de la Generación Z, nacidos tras el 2000,  y adultos que buscan nuevas formas de televisión o un rato para divertirse de un tipo que improvisa, que cae bien, y que tiene empatía con el público.

Antes de La Resistencia, Buenafuente mantiene su programa en Movistar. Broncano estuvo en Late Motiv hasta que contó con su propio espacio, y allí también coincidió con Berto Romero, humor también inteligente que en bastantes casos supera al propio Andreu, y que cuenta con su sección en la que responde a preguntas que se han recibido en el programa. Tiene tres chavales menores de 8 años que son para el su prioridad, y de hecho muchos de los sucedidos en casa los traslada a la televisión. No se pierdan el diálogo con Buenafuente sobre los Reyes Magos de su hijo mayor en estos dos últimos años, o la contestación a un espectador sobre hasta cuándo tenia que felicitar el Año Nuevo. Hay también respuestas marrones a espectadores guarretes. Es lo que tienen los millenials.

El ocio va cambiando de estilo y de pantalla, la del móvil, la tableta o el ordenador es ya el televisor de los más jóvenes, y las audiencias no son solo las que se conocen cada mañana, porque lo que ocurre con Late Motiv o La Resistencia se traslada también a las series, donde se multiplican las visualizaciones gracias con la televisión a la carta, o donde incluso algunas de ellas son solo carne de plataforma.

 

 

Cuidar de nuestros mayores

Suele llegar de repente, casi sin ruido, pero provoca el gran cambio familiar. Los hijos de los que se han ocupado sus padres durante toda la vida pasan ahora a cuidarles a ellos, a los mayores, porque la enfermedad no avisa –el cáncer, los inicios del alzheimer, un ictus, una caída por falta de calcio, el mieloma…- y en un momento hay que reorganizar el tiempo, hay que atender a aquellos a quienes debemos tanto.

De mi generación forman parte muchas familias numerosas, además suelen tener un alto índice de empleo, y en el caso de las parejas, los dos puede que estén trabajando; los hijos son en algunos casos ya mayores y no tienen tanta dependencia de sus padres. Encontrarse en esa situación con los mayores, aunque imprevisible, puede llegar a tener solución. La dependencia, aunque no llega a todos los que deben, es también una ayuda para la familia.

Acabas haciendo turnos para estar con ellos, los que viven en la misma ciudad se sacrifican mucho –mis hermanos en los últimos quince años, que mis padres tuvieron más dificultades en sus enfermedades, fueron unos campeones, como muchos de ustedes, amigos lectores- , los que se desplazan desde más lejos apoyan desde donde están. Pero es fácil al menos proponerte devolver todo el cariño que has recibido. Otro tema es la generosidad.

Recuerdo lo que a mi padre le costó salir a la calle en silla de ruedas, sobre todo por las personas conocidas que se iba a encontrar y la imagen que iba a dar. Al final, disfrutaba, y más si el que empujaba la silla era un hijo suyo. Lo mismo sucedió con mi madre. Y cuando apenas salían de casa la visita de sus nietos era la más esperada. Cuando empujas una silla te das cuenta de las decenas de personas que se encuentran en esa situación… y las dificultades que existen para transitar por las aceras.

Pero no todos pueden tener la suerte que tuve, antes de que fallecieran mis padres, unos hermanos maravillosos, y una situación económica resuelta con las pensiones. Puede que uno sea hijo único y no viva en el mismo lugar que su familia, y la primera pregunta es si hay que trasladarle a una residencia –y no abundan, y no todas son para asistidos- o intentar que siga en su casa mientras sea consciente de ello. Puede también que solo se encuentre con una escasa pensión de viudedad, y los hijos entre el paro y el trabajo inestable y no bien pagado. Pasa que hay que llevarles al hospital con frecuencia para el tratamiento y no encontrar a quien, porque no cuentas con recursos para contratar un acompañante. Ocurre también que un banco desaprensivo llegue a la posibilidad de echarte de casa, ya que te encuentras que no puedes pagar lo que falta de hipoteca. O los abuelos ya se hayan gastado el dinero en mantener a la familia en situación de crisis.

Más tarde o más temprano todas las familias llegan a esas situaciones. Sin esperarlas, sin quererlas. No les falles.