Lo que perdimos con internet

 

Para muchas generaciones es complicado imaginar su vida sin internet. Para aquellos que siguen jugando su partida de cartas diaria en el bar de toda la vida todavía queda algún rescoldo de cualquier tiempo pasado fue mejor ¿o peor? Ha sido uno de los inventos más importantes de nuestra historia reciente, en el que colaboraron numerosas personas, pero seguro que no recordamos el nombre de alguno de ellos. Leonard Kleinrock inventó la tecnología básica de Internet, Ray Tomlinson introdujo la mensajería electrónica, y Tim Berners-Lee desarrolló el lenguaje HTML y el sistema WWW en 1990.

Y claro que hemos perdido cosas con la red de redes, lo primero la paciencia, esperamos tener acceso al segundo en cualquiera de nuestros dispositivos. Y conectarnos a través de un PC y que una ruedecita comience a dar vueltas nos puede sacar de quicio en un tris. ¿Qué hemos hecho con las enciclopedias que ocupaban gran parte de la librería de nuestras casas? ¿Y podríamos vivir durante unas horas al día sin un móvil? Lo planteaba en esta Página Par la semana pasada, que se ha dejado de mirar a los ojos para contemplar una pantalla, lo que hemos abandonado.

¿Hemos descuidado también nuestra intimidad por publicar algunos platos que nos gustan en Instagram? ¿Hemos aumentado nuestro ego por mostrar lo que nos exigimos con nuestro entrenador personal? Compartimos lo que vemos o las tabletas nos han vuelto más individualistas. Las grandes compañías tecnológicas no pretenden hacer un mundo mejor, sino ganar dinero, como toda empresa que se precie, por mucho que hayamos encontrado el amor de nuestra vida en alguna plataforma o descubierto el cine clásico en otra, no podemos caer en la ingenuidad de su presumible bondad.

Y la ilusión que encontramos cuando nos sorprendemos al llegar a nuestro buzón y recoger una carta escrita a mano, cuántas veces nos habremos hecho el propósito de volver a las tradicionales felicitaciones navideñas antes que encontrarnos con un WhatsApp, personalizado sí, pero que deja traslucir muy pocas intenciones.

¿Y se acuerdan cuando necesitaban coger un taxi en Madrid y como el conductor echaba mano de un pedazo de libro para encontrar la calle a la que nos queríamos dirigir y el número de la misma? Con el tom tom cualquiera nos atrevemos a alcanzar una vía desconocida buscando el aparcamiento más cercano. Evidentemente, internet nos ha cambiado la vida, probablemente para mejor, aunque ahora no dejes de trabajar nunca, porque llevas en ese Smartphone tus archivos, tus correos, tus mensajes y nada indica que te encuentras de vacaciones, salvo quizá alguna foto de instagram al que no todos tienen acceso. Porque si algo vamos descubriendo también es que ya  no dejamos al albur de toda la red aquello que vamos publicando, sino que lo reservamos para nuestros conocidos y amigos, quizá es que vamos recuperando ese pudor que la web nos hizo perder, y eso no está nada mal.

 

 

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