Amistad

A veces cabe que nos pregunten por quién seríamos capaces de dar nuestra vida. Melendi, en Saraluna, canta que por una hermana a la que casi no conocías. Casi con toda seguridad por nuestros hijos, que deberían todos perdurar a sus ancestros, pero a veces no ocurre. Por nuestra pareja, también, claro.  También probablemente –y depende de edad y circunstancias- por nuestros padres, quizá por nuestros hermanos y en alguna circunstancia por nuestros sobrinos. Plantearte ofrecer tu vida a cambio de la de otro es fortísimo. A lo largo de la historia muchos lo hacen por su patria, por una bandera, y no por su oficio, sino de manera voluntaria, y otros muchos por los demás en una entrega generosa sin pedir nada a cambio.

¿Y daríamos la vida por nuestro amigo del alma, al que muchas veces hemos llamado hermano o compadre?¿Hasta dónde llegaríamos?¿Qué es realmente un amigo?¿Cuántos podemos llegar a tener? Con las redes sociales hemos logrado recuperar viejas amistades; y ahora son amigos o conocidos ¿Y qué diferencia existe entre las dos denominaciones?¿Qué le pedimos a un amigo? En este último, entiendo que lo mismo que a una pareja: Sinceridad y lealtad. De un amigo no se habla mal a sus espaldas. Se le cantan las verdades, con respeto y exigencia.

Porque los amigos y amigas te ayudan a sonreír, a subir el ánimo, mejoran la resistencia psicológica, física y hacen que tengas una vida más saludable al socializar, porque la soledad puede ser un asesino silencioso que nos acabe aislando.

Curiosamente, según un estudio publicado por la Universidad de Zaragoza en 2020, las personas que se sienten socialmente aisladas no duermen tranquilas. Aunque la generalización casi siempre es mala, también otros estudios indican que dejar de compartir tiempo con tus amistades motiva que se acelere el deterioro cognitivo que viene con el envejecimiento, lo contrario aumenta los niveles de autoestima.

Más la amistad exige buscar lo que te une, y no lo que te separa, prescindir y ceder en temas personales sin importancia. La amistad no es coercible, exige libertad, alteridad, reciprocidad, trato, y como escribe Saint-Exupéry,  no es mirarse uno a otro, sino ‘mirar juntos en la misma dirección’. Y compartir, pero con la anuencia del otro, las amistades no se imponen.

Y es que va a ser verdad eso de que quien tiene un amigo tiene un tesoro, pero hay que cuidarlo mucho.

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