Ayuso

No hay término medio. Cuenta con grandes defensores y detractores. No deja indiferente. Dice lo que piensa y no le da tiempo a pensar mucho lo que dice, reacciona enseguida, pero no se calla lo que otros colegas no se atreven a pronunciar. Es de la escuela de otro periodista Miguel Ángel Rodríguez, pareja de hecho de Isabel Díaz Ayuso en las campañas de las últimas elecciones donde resultó ganadora en la Comunidad de Madrid la madrileña. Y de un maestro polemista por excelencia, una discípula que no se arredra.

Ayuso no se esconde, ni cuando afirma que pactará con Vox si es necesario a pesar del vacío  que el último año le han hecho desde la formación de Monasterio y Abascal, ni cuando decide lo contrario,  y es enemiga del lenguaje políticamente correcto. Lo que le lleva por la calle de la amargura, a pesar de que cuenta con un extenso equipo de Comunicación, algo de lo que dejó escuela el PP desde Alberto Ruiz Gallardón, ejemplo que no han seguido los populares en muchas demarcaciones.

Es una de las pocas políticas que ha sido espiada por su propio partido, que ha hecho caer al presidente de su formación, y que le avala la intención de voto que siempre es mayor para el PP en la Comunidad que en las elecciones generales.

Es con mucho la líder de la derecha con más seguidores en redes sociales, aunque muchos de ellos para trolear y cuentas con nombres similares se multiplican como fakes.

Es la primera de esta nueva columna quincenal en el periódico (Homo campeonis) a la que me ha invitado Promecal,  porque hacia ella se dirigirán todas las miradas en las próximas elecciones del 28 de mayo, y en las búsquedas ese día de los resultados de los comicios la Comunidad de Madrid probablemente sea una de las primeras instituciones, junto con el propio Ayuntamiento capitalino, la población donde reside cada uno de ustedes amigos lectores, o la que les vio nacer y las dudas de lo que puede ocurrir en autonomías como Cantabria, ya saben si mantendrá o no la presidencia el candidato Revilla, aunque podría pactar con cualquiera; Navarra, por si continúa el curioso gobierno actual; Aragón, siempre en disputa, o la Comunidad Valenciana por si cambia de color, algo difícil, pero no imposible para los populares, así como Castilla La Mancha, donde Page parece imbatible.

Y si en Castilla y León las ciudades de Valladolid, León, Soria, Burgos y Segovia siguen gobernadas por los socialistas. Y qué pasará en Palencia o Ávila, si regresan al bipartidismo. Podemos curiosear  si Caballero continúa con mayoría absoluta, si Sevilla cambia de color o Barcelona con quién se va a apañar para gobernar.

Y habrá lugares no tan lejanos donde no acabaremos de sorprendernos que se estrellen aquellos que no conectan con sus ciudadanos o no han hecho ni un examen de conciencia digno. Restan dos meses.

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