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Todos los caminos a Santiago

 

Nada menos que 483.683 peregrinos llegaron a Santiago de Compostela en 2022, y este 2023 parece que puede completar todos los récords en la Calle Mayor de Europa. El Camino Francés, el Portugués, el Inglés, el Primitivo, el Camino del Norte, el Costa Camino Portugués, la Vía de la Plata, y luego otros con menos andarines con tramos como Muxía-Finisterre. El 2019, el previo a la pandemia, fueron 346.157 los que alcanzaron la capital gallega. El 2022 se prorrogó el Año Santo y por primera vez en la historia se celebró durante dos años consecutivos.  2027 será el siguiente, seguido de 2032, 2038 y 2049. El Xacobeo sucede 14 veces cada siglo y esta es la razón por la que estos años la afluencia de peregrinos aumenta de forma considerable.

Los puntos de partida de estos romeros son innumerables. Podemos encontrarnos a aquellos que cada año suman un fin de semana desde un lugar diferente, u otros que han llegado a hacer el Camino desde la tumba de Pedro a la tumba de Santiago.

Evidentemente, la localidad que se lleva la palma es Sarria porque partiendo de ella consigues ya la famosa compostelana, fueron 132.179 personas las que lo iniciaron allí, y la siguiente Oporto, con 33.779, con una ruta portuguesa en pleno crecimiento. Pero la estadística ya se multiplica porque un asunto es partir y otro atravesar, y en el turismo que también origina la ruta jacobea las beneficiadas son sin duda las poblaciones gallegas como Ferrol, Cebreiro, Vigo. Hay datos de 2022 que indican que de Logroño partieron el año pasado 716; de Burgos 2.624; Frómista tuvo 173 que comenzaron bajo la impresionante iglesia de San Martín, y Roncesvalles, el inicio en España del Camino Francés, nada menos que casi 6.000 almas lo completaron hasta Santiago. Mas hubo 167 que lo iniciaron en París, 272 en Lourdes, 574 en Italia, dentro de las rutas europeas que también incluye esta senda. Crecen los que saludan al Santo pedaleando, más de 20.000 el período anterior, y si bien en 2022 muy poca distancia hubo entre italianos, norteamericanos y alemanes, este año todo apunta a que los estadounidenses pueden ser los que más aporten, delante de Alemania y de Italia, en cuanto al origen de los extranjeros. Los españoles suelen ser un 40 por ciento del total.

Y después de los datos: cómo afrontan los territorios jacobeos esta oferta cultural, patrimonial, religiosa, incluso deportiva. Todas las comunidades en España tuvieron el año pasado más de 2.000 viandantes, y no se sorprendan si los andaluces aportaron más de 50.000 (es la mayor poblada, es cierto, pero también la que está más lejos, y quizá hagan prácticas en El Rocío). Hay de todo en la viña del Señor. Con un recuerdo grande para los hospitaleros voluntarios que están pendientes de los pequeños y grandes problemas de los andarines; pero las administraciones podrían hacer las cosas mejor. No es un turismo de sol y playa. Pero en los meses de mayo o junio puedes encontrarte a gente -sobre todo de otros países- que hacen el camino y que también se dejan sus dineros, muchos de los más de 6.000 alemanes y el mismo número de norteamericanos que en 2023 ya han llegado a Santiago no tienen la imagen de personas sin recursos. Ciudadanos que aprecian el patrimonio, la historia, la paz, la amistad y la reflexión y de esos precisamente no nos sobra gente. Y podríamos intentar que vuelvan en otras ocasiones.

Esta columna fue pubicada en algunos periódicos del grupo Promecal el 19 de junio

Marca Burgos

 

La rejuvenecida sede de Telefónica en la sede de la Gran Vía madrileña –fue el primer ‘rascacielos’ de la ciudad que sufrió los efectos de la guerra-, remodelada a lo largo del tiempo y ahora convertida en su imagen, donde alberga además su nuevo Espacio de la Fundación y su innovadora tienda, será la sede hoy martes de la presentación de la Marca de Burgos en la capital de España. Un evento que se enmarca en el paso del ecuador de la Capital Española de la Gastronomía y que servirá de lanzamiento de una campaña de publicidad en una Comunidad de la que proceden la mayoría de los visitantes que se acercan por Burgos o por su provincia. El mercado madrileño es también mercado nacional, puesto que las acciones que se enmarcan en la capital española tiene una mayor repercusión en todo el territorio del país. Con ese fin, se ha elegido un lugar emblemático en una comunidad que alberga más de seis millones de habitantes, y donde muchos pretenden escapar cada vez que el tiempo y la economía se lo permiten.

La sonrisa de Burgos se extenderá ya más allá de la balconada del Teatro Principal con el objetivo de que no sea simplemente un logotipo sino que revierta en la imagen de la capital y vaya destinado a convertirse, al menos ese debería ser el fin, en un fenómeno socioeconómico que acabe promocionando esos valores que parece que nunca acaban de definir a Burgos y los burgaleses, más allá de los habituales tópicos, alimentados por nosotros mismos, y que niegan muchos de los que nos visitan, una vez que pisan sus calles y charlan con sus vecinos. Ser de Burgos, como de San Sebastián, Zaragoza, Tarragona, Sevilla o Gijón, puede imprimir un carácter, pero el mismo también se adapta a todas las circunstancias. Y no hay más que recordar el Burgos del inicio de los años setenta o los ochenta del siglo XX, al Burgos de la segunda década del siglo XXI. Pocas localidades de Castilla y León habrán cambiado tanto.

Eso sí, sería quizá demasiado pretencioso intentar conseguir que con solo la Marca de Burgos se consiga la instalación de nuevas empresas en Burgos, alcanzar el número 1 en el número de turistas, y trasladar toda la tradición culinaria del País Vasco al Paseo del Espolón. Pero hay que dar pasos en una sociedad cada vez más competitiva y donde las comunidades autónomas, o las propias capitales, se miran unas a otras para ver en qué somos comparables. Por eso, pese a las miles de encuestas realizadas, a los estudios encargados, a las opiniones de los estudiosos, es importante tener claro nuestras diferencias y en qué podemos mantener un liderazgo y alcanzarlo. Pocos territorios pueden tener tres lugares Patrimonio de la Humanidad, como el Camino, la Catedral y Atapuerca, con varias candidaturas además pendientes: las icnitas de dinosaurios, el románico norte, el casco histórico de la capital. Pocos albergan el mayor número de restos fósiles del mundo del paleolítico medio y casi del inferior. Poca gente no sabe qué es la morcilla de Burgos o quién era don Rodrigo Díaz de Vivar. Pero no estaría de más recordar también además de a Miguelón, nuestro hombre de Atapuerca, a los  padres de la reina Isabel, enterrados en el increíble mausoleo de la Cartuja de Miraflores, o los sepulcros de las Huelgas, 30 de ellos reales, un lujo para los ojos.

También hay muchos peros, aunque uno me come las entrañas cada vez que vuelvo por la autopista desde Barcelona o Zaragoza hacia Burgos que anuncian el ‘Bilbao Exhibition Centre BEC’ cada pocos kilómetros. Ya utilice este espacio para solicitar una señalización mejor, y aprovechando la expansión de la Marca, reitero mi petición.

Patrimonio señalizado

Siempre hemos admirado a Francia por su enorme patrimonio cultural, del que España no le va a la zaga, pero es que además el suyo está señalizado. Todos los bienes que forman parte del elenco de la Unesco tienen en su entorno una indicación que al menos para los viajeros que circulan cerca les hace ser consciente de que allí se encuentra un bien Patrimonio Mundial y si no es en esa ocasión, será en la siguiente o en la de más allá cuando procuren aproximarse.

En España son muy pocos los que gozan de este privilegio. Cantabria, por ejemplo, puede ser un modelo con aquellas cuevas de pinturas rupestres que se acaban de datar como las más antiguas de Europa. Aproximarse a Atapuerca, sin embargo, puede ser una aventura según y como, y porque la Catedral de Burgos lleva siete siglos levantada, sino nadie sabría en nuestras circunvalaciones que aquí, en esta tierra, se encuentra uno de los templos más sublimes del mundo.

De ahí que me sumo a la iniciativa de la Fundación Atapuerca, para la que deberá buscar aliados en el entorno y más allá, de que al menos esta lista de lugares elevada por la Unesco esté suficientemente bien marcada, no solo con indicios, sino con huellas reales en sus aproximaciones. Nuestra provincia tiene tres Patrimonios Mundiales, y otros que pueden llegar. Miles son los coches que circulan por sus carreteras. Incluso en una autovía autonómica como es la León-Burgos las únicas señalizaciones llamativas son las relativas al Camino de Santiago, a la villa de La Olmeda, y a Carrión, pero bien podría indicarse que Atapuerca está muy cerca o que el centro histórico de Burgos, si lo logra en breve, es también patrimonio universal.

Si ustedes recuerdan, cuando viaja desde Barcelona a Burgos, y tras haber pagado un peaje que es un ojo de la cara, también se hallan diferentes señales, pocas, en esta autopista, pero todas dirigen al Puerto de Bilbao y una al Guggenheim. ¿Se imaginan una señal a la altura de Zaragoza indicando que a un par de horas se encuentran con una provincia que es Patrimonio de la Humanidad? ¿Cuántos vehículos circulan diariamente por ahí? Algunos se desviarán al País Vasco, otros acabarán en Pamplona, otros por Tudela quizá bajen hacia el centro, algunos hasta Logroño, muchos atraviesan la península de este a oeste y pocos se quedan en Burgos, pero el resto de miles de ciudadanos quizá retengan en su memoria la imagen de esa autopista y se planteen en otro momento regresar, pararse, disfrutar de esta tierra y sus gentes.

Lo que no se conoce, no existe. Confío en que la Fundación Atapuerca vaya aglutinando voluntades para que como en Francia, en España también haya una conciencia cultural que sirva para que cientos de miles de viajeros gocen de su entorno porque saben donde encontrarlo.

Los tres tenores

El 30 de noviembre de 2000 el sitio arqueológico de Atapuerca, como así declaraba la Unesco, quedaba inscrito en la lista de Patrimonio de la Humanidad. Sería el tercero de la provincia de Burgos, tras la Catedral y el Camino de Santiago. Mientras, a la espera, se encuentran candidaturas como las icnitas de los dinosaurios de Salas, en conjunto con el resto de España; el claustro de Silos; el románico norte de Burgos, Santander y Palencia; o el centro histórico de Burgos en esa ampliación que se pretende realizar con la Catedral. En el caso de Atapuerca era la culminación de un trabajo de investigación de más de 20 años tras encontrar los vestigios de los primeros pobladores europeos, una especie nueva, el Antecessor, acreditaba ya por todos los especialistas.  Ya se habían descubierto también fósiles tan importantes del Heidelbergensis como el cráneo 5 o la pelvis. Unos meses antes visitaba también los yacimientos el entonces presidente del Gobierno, José María Aznar, que se comprometía a dar un espaldarazo, si de el dependiera, a la candidatura avalada por la Junta de Castilla y León.

Muchos fueron los catalizadores que convergieron para lograr el objetivo, desde los propios científicos y excavadores, a los espeleólogos de Edelweiss, los habitantes de las localidades que abarca la Sierra, hasta ciudadanos desconocidos que colaboraron desde el primer momento, y que culminaron también en la creación de la propia Fundación. Dejo muchos nombres en el tintero, porque en este nuevo aniversario de la declaración,  es de justicia de nuevo reconocer el trabajo de Arsuaga, Bermúdez y Carbonell, el ABC de Atapuerca, en este logro. He pasado del mundo del periodismo al de la comunicación científica, y en este entorno son muy pocos los que no valoran el esfuerzo de divulgación realizado por los tres codirectores. Algunos, con voz chillona, les llegaron a denominar “los tres tenores”, para mí es más un elogio que una crítica, porque con su voz han logrado que Atapuerca, que Burgos, traspase todas las fronteras, y es precisamente lo que lamentan muchos que tienen que promocionar descubrimientos, la dificultad para que sus investigadores sean capaces de llegar al gran público, o ser al menos conocidos. Asistir a una charla de Juan Luis, de José María o de Eudald es sin duda un placer que pocos, por muy alejados que se encuentren de la Ciencia o la Prehistoria, podrían perderse.

El complejo de la Evolución Humana está en Burgos por su culpa –con el dinero de todos los ciudadanos, eso sí- porque fueron ellos los que creyeron en este empeño. Dos ya viven en Burgos y el tercero prácticamente. Aquí han creado un Máster en Evolución Humana, que en pocos años se convertirá en uno de los mejores del mundo, porque el equipo de investigación de Atapuerca goza de buena salud: Ignacio Martínez, Ana Gracia, Maria Martinón, Josep Maria Parés, Robert Sala, Emiliano Brunner, Carlos Díez …. Y un sinfín de pacientes currantes que no han perdido en ningún momento la ilusión del primer día. Recuerdo el primer premio que recibieron en esta tierra, el Martinillos de Oro de Diario de Burgos, luego llegaría el gran reconocimiento del Príncipe de Asturias, con Emiliano Aguirre de padrino de esta generación, y más tarde doctorados honoris causa, distinciones, galardones… Son además cercanos y entrañables. Y lucharán por Burgos como un burgalés más, que no hace falta haber nacido en esta vieja capital de Castilla, para promocionarla y defenderla en catalán, madrileño o vasco. Aquí mi pequeño homenaje para unos grandes tipos.

Columna publicada en Diario de Burgos el 12 de noviembre de 2012