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La ‘nueva normalidad’ con cambuj

Nos aseguran que estamos en una ‘nueva normalidad’, que para el experto en el uso de nuestro idioma Álex Grijelmo es algo imposible, porque lo que es nuevo no es normal, y para cuando quiere ser normal, ya se ha hecho viejo. Pero es el juego de las palabras con el que nos quieren manipular día a día la cruda realidad.  Hemos estado usando términos con el significado erróneo, y otros ni se nos han ocurrido, pero quién podía pensar que el vocablo ‘cambuj’ es lo mismo que mascarilla. Se originó en el latín con caputium (capucha), pero parece que el paso de los siglos la haya enmascarado. ¿Qué les parecería volver a utilizarla?

Sin embargo surgen voces que nos proponen retos  en medio de esta situación que estamos viviendo. Una de ellas esa la de Isabel Sánchez que acaba de publicar el libro ‘Mujeres Brújula’ (Espasa)  y que nos sugiere en la ‘nueva normalidad’ concentrarnos con pasión en lo posible, cuidar a las personas que nos rodean y acentuar la creatividad para afrontar los nuevos escenarios sin esperar a que la pandemia ‘pase’. Sánchez ha recorrido el mundo en busca de mujeres que mientras se marcaban retos han sobresalido en difíciles momentos. San Juan de la Cruz escribió ‘pon amor donde no hay amor y sacarás amor’ , y en situaciones anormales hay que tomar decisiones también diferentes y arriesgadas, y no mirar atrás por esas determinaciones a veces incomprendidas.

No podemos ni debemos esperar a que nos autoricen a quitarnos la mascarilla para abordar cómo vamos a encarar el presente y el futuro. No debería mandar el covid sobre nosotros. Es cierto que nos incita a vivir más el carpe diem, pero esto no debería ser suficiente.  Es muy difícil que la mayoría de nuestras conversaciones no gire en torno a este virus, pero deberíamos intentarlo, no solo por abordar nuevos desafíos, sino también porque desconocemos mucho de este coronavirus como para pretender tener la razón siempre, algo muy propio nuestro y de nuestros conciudadanos. Ignoramos desde saber cómo evolucionará el bichito hasta el tiempo que durará la inmunidad para aquellos que gozan de ella.

No es fácil ni para nuestros mayores, especialmente, ni para nuestros jóvenes, y a los dos por razones diferentes. Nos hemos preocupados por los adolescentes cuando algunos de estos han socializado más a través de los videojuegos que en la calle. Están pasando con normalidad, la nueva y la de siempre, lo que les toca de pandemia. No así los mayores. Quizá sea este otro momento donde mostrar la generosidad de la gente corriente para con los demás.

 

*  Pueden ver el diálogo sobre el lenguaje en el canal de YouTube del Museo de la Evolución Humana.

El origen del castellano y el Instituto de la Lengua

Pocas instituciones habrán hecho tanto por investigar el origen del castellano como el Instituto Castellano y Leonés de la Lengua (Illcyl). Debate que se mantuvo en la segunda mitad del siglo XX, pero que en este siglo XXI se muestra inapelable, interviniendo incluso la Real Academia Española para confirmar que los documentos que forman el Cartulario de Valpuesta recogen los primeros escritos del español, tras el trabajo liderado por el Ilcyl que finalizó con la publicación de un doble volumen «Los Becerros Gótico y Galicano de Valpuesta», que evidencia que en el siglo IX había ya una lengua que surgía y en sus primeros balbuceos competía con el latín oficial.

El contenido básicamente recoge, entre otros asuntos, información sobre movimientos económicos de servicios funerarios realizados en el monasterio de Valpuesta. Son precisamente los monjes quienes en aquellos siglos eran los únicos que sabían escribir y que iban recogiendo en sus escritos el lenguaje que se hablaba y oía en la calle. Difícil será encontrar el origen de esa lengua hablada pero la escrita ya queda manifestada.

Esos cartularios que ocupan varios siglos, y que han sido escritos por 34 ‘manos’ distintas, muestran también la evolución del romance castellano en esta zona concreta de España. Estudiados ya por numerosos eruditos pocas dudas quedan sobre el principio escrito de nuestra lengua.

El trabajo del Instituto, dirigido por Gonzalo Santonja, no es solo un esfuerzo de y para eruditos. Bien está que se debata en Congresos la historia de nuestra lengua, sino también es sumar a Burgos un motivo más para potenciar su cultura. Si aquí vivió el primer europeo, también lo hicieron los primeros que hablaron una lengua que hoy conocen más de 500 millones de personas en todo el mundo, según el Instituto Cervantes ha acreditado.

Ha sido también la excusa, el origen del castellano, para intentar convertir a nuestra provincia en sede de cursos de español, que nunca llegaron a triunfar, o de reclamo turístico, que tampoco se ha manifestado en número de visitantes. Y las dificultades de supervivencia del propio Ilcyl así lo muestra.

Ahora que se ha vuelto a hablar del Instituto, y no precisamente por sus importantes publicaciones, sino por un concurso para completar unas plazas, sería bueno reflexionar sobre el notable cometido que realiza, para sustentar en bases fiables y ciertas todo aquello de lo que presumimos en el origen de nuestro idioma. Bien está admirar las Glosas Silenses, compradas por la British Library a finales del siglo XIX y que pudimos contemplar hace más de diez años en su lugar de origen en una exposición temporal, pero también sería fructífero empeñarse en serio en ser el centro y la capital del castellano en todo el mundo.

Valpuesta

¿Se imaginan ustedes si los franceses hubieran tenido un lugar emblemático que hubiera sido el origen del idioma de su país? En muchas ocasiones hemos repetido esta cuestión refiriéndonos a franceses o catalanes y en temas como la Catedral o Atapuerca. Pocas, sin embargo, en relación con el origen del castellano y pareciera que no nos acabamos de creer que el inicio de esta lengua, hablada y escrita por más de 500 millones de personas en todo el mundo, tuvo lugar en lo que ahora es la provincia de Burgos, en el monasterio de Valpuesta.

La investigación acredita que en este cenobio, a apenas 100 kilómetros de la capital burgalesa, fueron hallados los documentos más antiguos -son del siglo IX- que ya incluyen términos en castellano, oraciones en las que el latín iba desapareciendo y se apreciaba el orden lógico que un idioma que iba a convertirse en uno de los más hablados del orbe.

Los fondos de Valpuesta constan de ocho documentos del siglo IX, 39 del X, 49 del XI y 90 del XII. Son escritos que recogen donaciones de bienes materiales de particulares al monasterio a cambio de bienes espirituales como un entierro en el propio monasterio o la celebración de misas en latín. Los escribientes utilizaban el idioma del latín, pero ya estaba emergiendo una nueva lengua con palabras también nuevas que eran utilizadas por el pueblo. Los Cartularios de Valpuesta son dos, los llamados Góticos y Galicano, denominados así debido a los caracteres gráficos en que fueron redactados.

Es ya lugar común entre los investigadores, aunque desconocido para la mayoría de la sociedad pero avalado por la RAE, que los primeros testimonios escritos en castellano están en las actas más antiguas del cartulario gótico. Estos textos, en latín vulgar, intercalan muchos términos en ese romance, y bastantes de sus giros y frases verbales obedecen a una construcción gramatical y romanceada. Esta es nuestra historia. Ahora solo falta contarla.