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Santiago Ramón y Cajal

El próximo primero de mayo se cumple un nuevo aniversario del nacimiento de uno de los dos científicos españoles que han alcanzado la gloria de un Premio Nobel. Lo consiguió en 1906, el de Fisiología y Medicina. Ese mismo año precisamente en su país había rechazado el cargo de Ministro de Instrucción Pública. Santiago Ramón y Cajal tenía entonces 54 años. El neurobiólogo nacido en un enclave navarro en Aragón realizó una aportación excepcional a su especialidad: demuestra que las conexiones neuronales, las sinapsis, no se producen de una manera aleatoria, casual, sino que son muy organizadas y tienen un carácter específico. Así, publica muchos trabajos sobre la neuro arquitectura de diferentes porciones del encéfalo, identifica numerosas células y, en la medida que le fue técnicamente posible, explica cómo se producen las conexiones entre las diferentes estructuras nerviosas que describe.

Algo que para los inicios del siglo pasado con los escasos medios técnicos que se contaba era realmente increíble. Como extraordinaria fue la vida de este doctor afincado en Zaragoza y que compra su primer microscopio a los 25 años con el propósito de crear un laboratorio de histología. Padre de siete hijos, sufrió diferentes enfermedades durante su vida, como la hemoptisis, pero su precaria salud no le dispensa de su continuo trabajo. Su prestigio lleva al Gobierno español a crear el Laboratorio de Investigaciones Biológicas en 1901, una de las instituciones fundamentales de la ciencia española del siglo XX. La personalidad científica de Ramón y Cajal fue la aglutinante de toda una generación de investigadores que alrededor de ese centro y los laboratorios creados en la Residencia de Estudiantes, consolidaron la base científica española y fueron la referencia para un gran número de trabajos en neurología, histología y fisiología del sistema nervioso.

El programa estrella de incorporación de científicos de alto nivel puesto en marcha hace más de una década para recuperar y atraer cerebros al sistema de I+D español se llama precisamente por ello ‘Ramón y Cajal’. La herencia de don Santiago la recogió en 1959 un asturiano, Severo Ochoa, que ese año recibiría el premio Nobel por sus investigaciones en el ácido ribonucleico ARN, ya con la doble nacionalidad norteamericana y española.

Han pasado más de cincuenta años desde el último premio nobel español en alguna especialidad científica, en este caso se da el hecho que los dos galardonados patrios coinciden en Fisiología y Medicina; de todos los premiados en esta área 90 son norteamericanos, 29 del Reino Unido, 16 alemanes y 10 franceses. Solo 24 países han recibido este premio, aunque es abrumadora la mayoría americana. Al contrario, en el Nobel de Literatura, el país que más ha recibido es Francia con 14 y España cuenta con 6 (Echegaray, Benavente, Jiménez, Aleixandre, Cela y la doble nacionalidad de Vargas Llosa). La creación literaria parece que no necesita de los recursos con que debe contar la investigación científica, y dado que cuántos más recortes, menos ciencia, nuestro país quizá deba esperar mucho más tiempo a otro reconocimiento internacional como un Nobel, teniendo en cuenta que este galardón sueco en el área de la Ciencia está restringido a la Física, Química, Medicina, además del de la Paz, la Literatura y el de Economía.

¡Burgos, no pierdas tu industria!

Estuvimos a punto de convertirnos en la capital económica de Castilla y León, luego fuimos la ciudad más verde, la más ecológica, con la escoba más lustrosa; e incluso nos dieron un título de Ciudad de la Ciencia y la Innovación,  últimamente los esfuerzos parece que se centran en convertirnos en la capital turística por excelencia del interior de España.

Sin embargo, Burgos siempre ha sido, desde aquel Plan de Desarrollo que nos convirtió en uno de los pocos Polos existentes en España, una ciudad industrial. Así lo recordaba recientemente con un empresario asentado pero que está levantando su industria con esfuerzo, talento e imaginación, y no sin disgustos. Este hombre lamentaba que quizá el sector que más empleo ocupa, es el más olvidado. Echar un vistazo al plano de Burgos y comprobar el suelo que ocupan los diferentes polígonos en relación con el urbano sorprende.

No podemos perder las señas de identidad de Burgos. Antes faltaba suelo, y ahora que nos sobra debemos abordar cómo podemos hacer que en tiempo de crisis las pocas o muchas iniciativas empresariales puedan converger en esta tierra. No puede ocurrir que sindicatos se nieguen a un tercer turno de trabajo en una empresa, o a la flexibilidad de horarios, o que empresarios promocionen un ERE cuando declaran beneficios. La respuesta, parece clara: la unión hace la fuerza. Lo vimos el día de la huelga general. Pocos se subieron al carro del paro, muchos al de la manifestación, porque realmente no está el horno para bollos, pero sí para protestar. Ha costado mucho tiempo conseguir unas condiciones laborales dignas, como para perderlas en pocos meses. Pero tampoco el camino de los representantes sindicales ha sido el mejor, demasiados liberados, muchas excepciones, y pocas facilidades para la negociación. Hay empresarios y sindicalistas honrados, juntos podemos. Hay empresarios, o gerentes de empresas, que trabajan de sol a sol por mantener los puestos de empleo en su fábrica; quizá haya algunos aprovechados, pero son los menos. Y hay trabajadores auténticos profesionales, los más. Pero ya nunca le digan,  porque ni es necesario, ni es motivador, que su empresa es su familia.

Y podemos y debemos también exigir que el entorno de esta ciudad industrial no solo tenga suelo, sino también futuro. Parece que las nuevas tecnologías son parte intrínseca de ese futuro. Sigo reivindicando ese espacio en el Hospital de la Concepción para el Centro de Nuevas Experiencias Digitales de Castilla y León (CNED), quizá con planteamientos nuevos y con unos presupuestos un poco más ajustados, pero inexcusable. Y ese Parque Tecnológico de nunca acabar, que ha llegado tarde, pero justo a la reactivación económica, si esta se produjera en las fechas que marcan desde la UE. Y seguro que la alta velocidad avalará también la presencia de nuevas iniciativas. Y es bueno en todo ello trabajar juntos, empresarios, sindicatos, administraciones, también la local y no vale una concejalía con pocos recursos, instituciones, centros educativos, comunicadores… Hasta un Plan Estratégico que un día recordó ese Burgos industrial que nunca debemos olvidar.