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El puente constitucional

Recuerdo cuando estudiaba en Pamplona que una de las fechas más esperadas al inicio del curso eran las del ‘puente foral’. En la capital navarra se celebra el 29 de noviembre, festividad del patrón, San Saturnino; el 3 de diciembre, el también patrón de la comunidad foral, San Francisco Javier; el 6 de diciembre, la Constitución, y el 8 de diciembre, la Inmaculada. Había muchísimas posibilidades de tener 10 días libres, siendo estudiante, a escasos quince días de las vacaciones de Navidad. Esa probabilidad nos alejaba de forma inversamente proporcional a la Carta Magna. Había tocata y fuga de la Universidad y de la región. Y así siguen en esas tierras forales y españolas, cuarenta años después.

Quizá hayan ojeado alguna vez el texto constitucional para comprobar si algún artículo defendía alguno de sus derechos. Muchos son los que se amparan pero solo en el papel. Verdaderamente pocos los que después de cuatro décadas se preservan, sin complejos, y con presupuestos. Por eso faltan todavía muchos remates y objetivos que cumplir.

Es cierto que, para muchos, fue el valladar de la transición, del cambio político, del regreso pacífico a las urnas, de la legalización de algunos partidos y de la confluencia de intereses. También ordenaba el modo de ejercer los tres poderes, y su singular elección. O la disolución de los mismos. Es además fácil de leer porque son artículos cortos, y capítulos también accesibles.

La reforma de nuestra Constitución ha dejado ahora de ser un objetivo prioritario entre nuestros gobernantes, enfangados como están en convocatorias electorales. Hay cosas que cambiar, evidentemente, pero sabiendo que todavía muchos preceptos no llegan más que a incoarse, habría que volcarse en lo que dice con tanta elocuencia: empleo, educación, vivienda, vida, libertad, justicia… Habría que repasar punto por punto y ver qué queda por cumplir, pero con el mismo espíritu de los que la escribieron y lograron una transición pacífica y digna.

Es imposible contentar a todos. La Constitución 40 años después todavía es joven para su manipulación. Lleva encima algunas modificaciones y seguramente hagan falta otras, pero también acarrea incumplimientos que en algún momento habrá que ponerles solución. Respalda una Monarquía parlamentaria que, por ahora, parece ser el sistema de gobierno que quieren los españoles. Apuesta por una España de las autonomías que es una alternativa que parece que funciona, salvo casos concretos que todos conocen, que hacen que no vivamos todavía en un país de ciudadanos libres e iguales.

 

La Constitución, aunque vieja, funciona

Necesita un retoque, una reforma, una puesta en valor, un aggiornamiento que dirían los italianos. Es verdad. Pero funciona. Los americanos mantienen la primera, con sucesivas mejoras. Los franceses la tienen desde 1958 y nosotros desde el 78. Eso sí, con 36 años puede que no tenga el mismo reprix que en sus inicios, pero responde. Y muchas veces problabemente no haya que echarle la culpa a nuestra Constitución, sino a la Justicia, que es demasiado lenta. Y por eso, quizá, hayamos tardado en ver políticos en la cárcel o imputados. Pero ahora, actualmente, hay tras las rejas presidentes de comunidades autónomas, de diputaciones, consejeros varios, alcaldes y concejales, responsables de partidos políticos… gente que ha estafado y nos ha engañaso. Sin embargo, ¿cuánto representan del total de personajes públicos que hay en España? Sería bueno conocer realmente ese porcentaje. Política y políticos merecen la mayoría un reconocimiento. Aunque ahora pueda parecer un contrasentido.

Es cierto que la Constitución no ha logrado todavía poner en marcha muchos de los valores que la representan, dudamos que todos seamos iguales ante la ley, como afirma el artículo 14, o que todos también tengamos derecho a la vida y a la integridad física y moral de igualmanera, como apela el número 15. Tampoco el honor se defiende mucho en la sociedad actual, y el derecho a la vivienda digna la cuestionan en ocasiones hasta nuestros propios gobernantes. La ley tiene poca cintura en muchos casos. En otros pocos hasta excesiva, como los etarras recientemente liberados.

Quizá el estado de las autonomías no sea el mejor de los posibles, y se puede y se debe mejorar. Pero todos con los mismos derechos y deberes. Y siendo solidarios sobre todo entre las propias comunidades autónomas, sin alterar lo que es justo. Porque los ciudadanos también son responsables si tienen unos políticos incompetentes que les han podido llevar a la ruina. Les votan, les votamos cada cuatro años, y ahí es cuando podemos apelar.

Todos nos acordamos de la Constitución por el puente. No es la mejor que existe. Probablemente necesite un lavado de cara. Y mucho diálogo y consenso para llegar a él. Pues hagasé y no vacilemos más.