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Cultura para no envejecer

Recién llegado a Burgos descubrí que esta ciudad estaba llena de poetas, de buenos poetas. Se sumaban los premios a autores de la tierra, se multiplicaban las presentaciones, y en el Diario de Burgos se recibían decenas de poesías de aficionados, y no tanto, para publicar en un espacio tan destacado como Cartas al Director; algunos de los autores  las acercaban personalmente y llegaban  a recitarlas.

Pero no solo eran los artistas los escribientes. También  bailarines y danzantes brillan en este territorio. Se sumaban escuelas, asociaciones, peñas que tenían su cuerpo de baile. Se convirtieron en protagonistas del desfile de las fiestas mayores. Uno de las dos escuelas profesionales de danza de Castilla y León se encuentra en Burgos y cuenta con alumnos brillantes. Y una academia de danza contemporánea que no ha tenido complejos en llamar a un encuentro Burgos-Nueva York, y con toda la razón del mundo.

Tenemos un conservatorio de alto nivel de profesorado, y una Escuela de Música municipal que recibe el nombre del ilustre Antonio de Cabezón. Rafael Frühbeck de Burgos aportó su conocimiento en la dirección de Orquesta por todo el mundo.  Contamos con una Orquesta Sinfónica, y con una Joven Orquesta, además de las bandas que destacan en varias localidades de la provincia. Y ahora La Moda y Diego Galaz, por significar dos ejemplos evidentes, triunfan en los mayores escenarios. Y podemos seguir sumando una Escuela Municipal de Teatro, y grupos de actores que intentan salir adelante, Y artistas circenses que viajaron hasta el Circo del Sol e intentaron, y quiero pensar que intentan, abrir una Escuela aquí.

Por no hablar de pintores, escultores o genios incalificables como Cristino. Por algo Lorca cantaría a Burgos, una ciudad ‘de torres de aire y plata´.  Y podemos seguir con artesanos, joyeros, herreros…. Hasta aquellos que levantaron las iglesias románicas del norte de la provincia, o edificaron la Catedral, que tantas alabanzas se lleva, por lo cuidados que están hasta sus más mínimos detalles.

La cultura en Burgos le lleva a Fernando Ortega a escribir un Diccionario de la misma, con más de 1.000 entradas y donde solo recoge una década, de 2000 a 2010. Y no hemos citado al gregoriano –que llegó a ser disco de oro- , o a cineastas. Y no hemos viajado por otros mundos, porque la ciencia también es cultura. Y seguro que me dejo profesiones asociadas.

No solo en Burgos, en Castilla y León vive un montón de gente que tiene alma de artista. Que toca como nadie el piano, o la trompeta, que escribe un soneto, que hace monólogos, y que convierte el barro en una obra para la eternidad. Y esto no debemos de perderlo. Y hay que seguir fomentando junto a las vocaciones científicas, las de la cultura –o culturetas según el nivel de intensidad, que gracias a Alsina y Amón y sus compinches de Onda Cero se ha transformado en una palabra positiva-. Y tenemos que aprender a soñar, aunque solo sea para que cuando lleguemos a la jubilación tengamos una afición que nos impida envejecer rápido.

Escuela de Teatro

La Escuela de Teatro de Burgos forma parte de la historia reciente de la ciudad. Son cientos los chavales, desde los más pequeños a los más grandes, que han pasado por sus aulas en el Francisco Salinas. La mantiene el Ayuntamiento que ha visto a lo largo de estas décadas –más de 30 años ya- que en esta capital hay talento y talante. Y desparpajo. De ella, de sus egresados, han surgido grupos de teatro aficionados y algunos de sus alumnos sobreviven en este mundo tan complicado. Pocos, lamentablemente, se pueden dedicar profesionalmente a este arte.

Al poco de llegar a Burgos conocí a Fernando Quintana, el gran hombre de las tablas burgalesas, ahora ya jubilado de la Escuela, aunque sigue con su grupo Ágora sorprendiendo y entreteniendo. En su entorno creo un equipo con calidad y capaz de enamorar a estos jóvenes que cuando compatibilizaban el Teatro con otros estudios, dedicaban más de ocho o nueve horas diarias a su formación… por amor al arte.

Jesús, Gerardo, Pepillo, Carmen, Gema… fueron los primeros ex alumnos con los que llegue a colaborar en los primeros pasos de la televisión local. Ellos estarán siempre ligados al Francisco Salinas, junto con muchos de sus compañeros. La Escuela ahora tiene que pasar por la nueva ley de contratación que afecta no solo a este centro, sino a otros de la provincia de Burgos y del resto de España. La subvención dejará de ser el sistema para gestionarla y deberá salir a concurso con la libre concurrencia de empresas, asociaciones, etc. Con una serie de condiciones en las que parece evidente que tendrán que presentar un plan de trabajo, mostrar los currículums de sus profesores, conocer a los autores de esta tierra y esta región, etc. Lo que acabe diciendo el pliego en definitiva, y por otro lado tendrán que ajustarse al presupuesto. Los más de treinta años de experiencia de sus actuales gestores les avalan.
Pero aquí siempre se presenta el peligro de que la adjudicación esté más valorada por el ahorro que por el talento y jugarnos con ello el futuro de la propia Escuela municipal de Teatro.

Mientras tanto, hay que estudiar el modo de que acabe bien el 19-20, y adjudicar la gestión del 20-21 antes de la finalización de este curso. Los profesores miran todo con recelo, los alumnos y sus familias con preocupación. No dudo de que el  Ayuntamiento con su alcalde a la cabeza tenga intención de mantener la misma. Y tendrán que sumarse también si no todos la mayoría de los grupos políticos municipales. Pero habrá que ver la manera de que no pierda ni la calidad, ni el trabajo, ni la ilusión de los que actualmente la gestionan. Porque todos necesitamos encontrar un momento, un lugar, un texto, una obra, donde pensar y soñar.