Archivo de la etiqueta: Miguelón

Marca Burgos

 

La rejuvenecida sede de Telefónica en la sede de la Gran Vía madrileña –fue el primer ‘rascacielos’ de la ciudad que sufrió los efectos de la guerra-, remodelada a lo largo del tiempo y ahora convertida en su imagen, donde alberga además su nuevo Espacio de la Fundación y su innovadora tienda, será la sede hoy martes de la presentación de la Marca de Burgos en la capital de España. Un evento que se enmarca en el paso del ecuador de la Capital Española de la Gastronomía y que servirá de lanzamiento de una campaña de publicidad en una Comunidad de la que proceden la mayoría de los visitantes que se acercan por Burgos o por su provincia. El mercado madrileño es también mercado nacional, puesto que las acciones que se enmarcan en la capital española tiene una mayor repercusión en todo el territorio del país. Con ese fin, se ha elegido un lugar emblemático en una comunidad que alberga más de seis millones de habitantes, y donde muchos pretenden escapar cada vez que el tiempo y la economía se lo permiten.

La sonrisa de Burgos se extenderá ya más allá de la balconada del Teatro Principal con el objetivo de que no sea simplemente un logotipo sino que revierta en la imagen de la capital y vaya destinado a convertirse, al menos ese debería ser el fin, en un fenómeno socioeconómico que acabe promocionando esos valores que parece que nunca acaban de definir a Burgos y los burgaleses, más allá de los habituales tópicos, alimentados por nosotros mismos, y que niegan muchos de los que nos visitan, una vez que pisan sus calles y charlan con sus vecinos. Ser de Burgos, como de San Sebastián, Zaragoza, Tarragona, Sevilla o Gijón, puede imprimir un carácter, pero el mismo también se adapta a todas las circunstancias. Y no hay más que recordar el Burgos del inicio de los años setenta o los ochenta del siglo XX, al Burgos de la segunda década del siglo XXI. Pocas localidades de Castilla y León habrán cambiado tanto.

Eso sí, sería quizá demasiado pretencioso intentar conseguir que con solo la Marca de Burgos se consiga la instalación de nuevas empresas en Burgos, alcanzar el número 1 en el número de turistas, y trasladar toda la tradición culinaria del País Vasco al Paseo del Espolón. Pero hay que dar pasos en una sociedad cada vez más competitiva y donde las comunidades autónomas, o las propias capitales, se miran unas a otras para ver en qué somos comparables. Por eso, pese a las miles de encuestas realizadas, a los estudios encargados, a las opiniones de los estudiosos, es importante tener claro nuestras diferencias y en qué podemos mantener un liderazgo y alcanzarlo. Pocos territorios pueden tener tres lugares Patrimonio de la Humanidad, como el Camino, la Catedral y Atapuerca, con varias candidaturas además pendientes: las icnitas de dinosaurios, el románico norte, el casco histórico de la capital. Pocos albergan el mayor número de restos fósiles del mundo del paleolítico medio y casi del inferior. Poca gente no sabe qué es la morcilla de Burgos o quién era don Rodrigo Díaz de Vivar. Pero no estaría de más recordar también además de a Miguelón, nuestro hombre de Atapuerca, a los  padres de la reina Isabel, enterrados en el increíble mausoleo de la Cartuja de Miraflores, o los sepulcros de las Huelgas, 30 de ellos reales, un lujo para los ojos.

También hay muchos peros, aunque uno me come las entrañas cada vez que vuelvo por la autopista desde Barcelona o Zaragoza hacia Burgos que anuncian el ‘Bilbao Exhibition Centre BEC’ cada pocos kilómetros. Ya utilice este espacio para solicitar una señalización mejor, y aprovechando la expansión de la Marca, reitero mi petición.

La gastronomía como ‘excusa’

Burgos será en 2013 Capital Española de la Gastronomía. Un título que emite una asociación privada de periodistas y hosteleros y en el que competíamos con Ciudad Real. La gastronomía ha servido a la ciudad como ‘excusa’ para programar todo el 2013 igual que si nos hubieran designado Capital de la Cultura en 2016. No es lo mismo, pero es suficiente. Partiendo además que hablar de gastronomía es Burgos es hablar de palabras mayores en el paladar, sin necesidad de nuevas tendencias, que también existen, emergentes y fascinadoras.

Y esa ‘excusa’ se puede convertir ciertamente en un apoyo para dinamizar ciertos sectores que con la crisis estaban bastante tocados: desde los servicios a lógicamente la hostelería o el turismo, por describir tres ejemplos básicos. En torno a la gastronomía podemos hablar de literatura, de cine, de moda, de salud y de dietas, de crecimiento… de todo. Al final somos lo que comemos. Y no será fácil desarrollar un buen programa de eventos, con un denominador común, pero con un numerador amplísimo, que abarque a casi toda la población, no solo por edad, sino también por ocupaciones o hobbies.

Hace pocas semanas publicaba en esta Página Par que Burgos no debería olvidar su carácter industrial por muchas buenas sensaciones que pudieran producir algunos de sus títulos, pero eso no quiere decir no aprovechar todas las oportunidades, como puede ser esa Capitalidad Gastronómica, que luce porque precisamente está de moda, en un territorio como es nuestra provincia que no cuenta además con estrellas Michelín, que parecen ser el parangón de la excelencia, pero sí con buenos y grandes cocineros y sumilleres, y con productos de calidad que pueden competir, estos sí, en todos los mercados mundiales.

Parece que será la Feria Internacional de Turismo (Fitur) que se celebra a finales de enero en Madrid la que marque el inicio de una serie de actividades con las que se tratará de captar visitantes y turistas, aunque ello no debe hacernos olvidar, que todo aquello en lo que se pueda crecer, se debe mantener y potenciar para los futuros años. Aduriz (2 estrellas Michelín con Mugaritz) lo dejó claro en Devora, Burgos cuenta con un excelente potencial al que sacar partido desde la palabra Evolución. La dieta nos hizo humanos, como remarcaba una excelente exposición temporal mostrada en el Museo de la Evolución. Nuestros ancestros no tenían la caries que ahora abunda, pero también tipos como Miguelón llegaron a utilizar palillos. Algunas tribus de neandertales ya dieron cuenta de los primeros moluscos y de marisco. El fuego permitió preparar otro menú y nos convertimos en agricultores y ganaderos. Son pocos los sapiens que no han hecho sus pinitos en torno a un fogón, y multitud los que preparan recetas para chuparse los dedos. Bien, tenemos la ‘excusa’. Ahora, a las cazuelas. Feliz Navidad.

 

20 años con Miguelón

De vez en cuando, cuando uno dispone de tiempo, le entra la pasión por el orden, que habitualmente abandonamos en la vorágine laboral. Ocupado de esas labores todavía se guardan en carpetas o en cajas, como proponen las películas norteamericanas, las fotografías que te llenan de recuerdos. Algunas son del álbum familiar, otras del profesional. Entre estas últimas me encontré una en la que estaba paseando por la calle Uría de Oviedo con los tres codirectores de los yacimientos de Atapuerca, hace ahora quince años, un día antes de que recibieran junto a Emiliano Aguirre y en nombre de todo el equipo del Premio Príncipe de Asturias. Quizá por mi condición de asturiano y también de periodista en Diario de Burgos la organización me invitó al evento. Escribí la crónica y disfruté de todos los instantes, uno de ellos cuando suena el himno con el sonido de decenas de gaitas. Les confieso que pone la carne de gallina a cualquier gijonés.

Allí estaban, en el Campoamor, el ABC de nuestra ciencia de Atapuerca: Arsuaga, Bermúdez y Carbonell. Cinco años antes, en el verano de 2002, habían hallado uno de los cráneos mejor conservados del registro fósil mundial, el número 5 de la Sima de los Huesos, ese año Miguel Induráin había ganado su primer Giro y su segundo Tour, y  nuestros arqueólogos aficionados al ciclismo aprovechaban el ligero momento de la siesta para observar las hazañas del rey de este deporte. Y los fósiles tienen también nombre de reyes, así que el cráneo se convirtió en Miguelón y con el convivimos desde hace 20 años. En 2004, en Gran  Dolina, el hallazgo fue de unos dientes que aventuraron más fósiles de una nueva especie, Antecessor, Exploradores, título del libro que acaba de publicar Bermúdez de Castro y que su mera lectura te incorpora a la apasionante aventura de la historia, de una forma amena y científica, que no es incompatible, por cierto. Conoces de primera mano los hallazgos fundamentales de la sierra de Atapuerca intercalados con anécdotas divertidas (el Halcón Milenario era el nombre del viejo Land Rover de Carbonell que permitía a los paleontólogos subir por la sierra) y  datos empíricos.

Miguelón me ha acompañado en mi trabajo de periodista, unas veces más de cerca, otra de forma lejana, a lo largo de estos veinte años, con otro rey, el del rock, y su pelvis, Elvis, o el bifaz Excalibur, tres de las piezas fundamentales encontradas en este yacimiento burgalés y cuyos originales se exhiben de forma excepcional en el Museo de la Evolución Humana. Miguelón es un emblema, casi una marca, y por qué no podría también ser elegido como el mejor embajador de esta ciudad. Su nombre ha recorrido medio mundo y ahora incluso navega con cierto éxito por las redes sociales. Los fósiles de su extirpe, miles, encontrados en la Sima de los Huesos que han sido adjudicados al Homo heidelbergensis, podrían incluso por estudios recientes pertenecer a otro linaje además del que dio origen a los neandertales en Pleistoceno Superior, lo que añadiría, aún dos décadas después, más importancia a este descubrimiento.

A estas conclusiones han llegado tanto Bermúdez de Castro como María Martinón, después de estudiar de forma detallada, junto a sus colegas del Grupo de Antropología Dental, más de 500 dientes fósiles hallados en la Sima de los Huesos y avalado su estudio en la revista Journal of Human Evolution. Y es que algo que ha sido característico a lo largo de estos años ha sido que el trabajo desarrollado en Atapuerca ha sido acreditado por las más prestigiosas revistas científicas del mundo.

Cabe que para aquellos que vivimos en el mismo territorio donde se encuentran estos hallazgos excepcionales puede que la abundancia de información nos haga infravalorar los mismos, o quizá pensar que se nos va la mano a la hora de su valoración, o que no es para tanto y todo forma parte de una campaña de markéting. Pero les puede asegurar, porque así lo he constatado, que si los responsables del Museo de Historia Natural  de Nueva York contaran con algunos de los fósiles de heidelbergensis o antecessor que presenta el MEH los tendrían entre su vitrinas más preciadas. Y si en cualquier yacimiento europeo hubieran descubierto un 5 por ciento de lo hallado en Atapuerca estarían encantados el resto de sus días.

Y no se crean, que de Miguelón también se aprende, su especie no era caníbal como sus ancestros, sino solidario con sus congéneres. La historia de Benjamina, de Elvis, o la suya propia, que sobrevivió bastante magullado y con un fuerte infección durante algunos  años, indica que le ayudaron a no morir. Algunos han bautizado a esta tribu como la primera ONG de la historia. Nos indicaron el camino hace más de medio millón de años.

Por si quieren seguir a Miguelón en las redes su cuenta de twitter es @MiguelonMEH

Columna publicada en DB el 21 de mayo de 2012