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Románico rescatado

El Románico del norte de la provincia de Burgos, junto con el de Palencia, pudo convertirse, hace ya algún tiempo, en un monumento señalado como Patrimonio Mundial por parte de la Unesco. La Junta de Castilla y León y el Gobierno de España llegaron a estudiar la posibilidad de su presentación como candidato. Pero, sobre todo, después de la elección de Vall de Boí quedaban pocas posibilidades, al menos a medio plazo, de que un conjunto románico conllevara el mismo nombramiento. Había que caminar por lo inmaterial y exigía nuevos proyectos. De todos modos, Burgos volvió a ser objetivo de la Unesco recientemente con la declaración del Geoparque Mudial de las Loras.

Ahora, desde la Consejería de Cultura de Cultura y Turismo se ha presentado la marca ‘Románico de Castilla y León’ que no solo acoge a las dos provincias norteñas, sino también a los 2.000 edificios que han conducido a la región a ser líderes en el patrimonio de arte románico en España.  Recupera así ese primer paso que se dio con el ‘Románico norte’ para incluir toda la potencia de estos cientos de inmuebles distribuidos de norte a sur y de este a oeste de nuestra comunidad, desde el que atraviesa el Camino de Santiago, al presente en provincias como Zamora, Soria o Salamanca.

Catorce volúmenes le costó a la Fundación Santa María la Real recoger una completa recopilación de referencias sobre el Románico en Castilla y León. En aquel momento, la distribución fue de 4 tomos para Burgos; 3 tomos para Soria; 2 tomos para Palencia y tomo para Ávila, Salamanca, León, Valladolid y Zamora. Casi 10.000 páginas y 5.000 fotografías, aparte de 1.661 planos con más de 1.800 referencias. Un excelente trabajo de una fundación que siempre ha sido apoyada por la administración autonómica, culminando con su fusión con la Fundación del Patrimonio Histórico. Precisamente, la entidad con sede en Aguilar cumplirá el próximo 2019 veinticinco años desde su puesta en marcha, y han hecho suya la frase de Unamuno: ‘Hasta la ruina puede ser una esperanza’.

Esperanza en que esta nueva Marca cale primero entre los castellanos y leoneses y después en el resto de España y el mundo. Porque podemos sentirnos orgullosos de cada portada, de cada torre, de cada iglesia, de cada edificio románico que se encuentra en nuestro territorio. Porque, a pesar de ese ingente número, y aunque hay unos cuantos en desuso y merecedores de una buena restauración, otros cientos se muestran espléndidos, y este Plan, que vendrá con nuevo gobierno, es una buena herencia, una gran idea para seguir recuperándolos y que sean un atractivo turístico.

Y porque quizá, soñando un poco, hasta la Unesco al cabo del tiempo reconozca a toda nuestra tierra como patrimonio inmaterial del Románico, por su entorno –como ocurrió también en Vall de Boí-, por sus piedras, por sus gentes, y porque haya pervivido hasta nuestros tiempos.

Señales

Los visitantes de la capital burgalesa siguen alabando lo limpia y cuidada que está. Si suman que se encuentran con un fin de semana floreado la ciudad gana muchos enteros. Si se asoman a la Catedral después de muchos años sin haber pasado por ella la sorpresa es máxima. Y además no leen habitualmente Diario de Burgos para conocer todos esos rincones descuidados y desfavorecidos que se encuentran en la lista negativa del municipio y del que el periódico está haciendo una gran serie para evitar el olvido.

Tampoco tienen tiempo para fijarse en los pequeños detalles los paseantes. Uno de ellos, el de la caja eléctrica del Monasterio de San Juan. Frente a la fachada, a la izquierda de las letras que indican que allí se encuentra el  Museo Marceliano Santa María, unas palabras que con el tiempo han quedado asimiladas a la piedra y que motivan a muy pocos para atravesar la verja.

Pues bien, por qué no fabrican algún tipo de artificio que se convierta en cartel y que tape la caja ubicada en esta fachada que indique que ese Monasterio fue fundado en el siglo XI y que un incendió le arrasó en el siglo XVI para su reconstrucción posterior.  También que ha recibido el premio Europa Nostra de manos de la reina doña Sofía recientemente por su trabajo con las cubiertas en una iglesia donde solo quedan restos. Quizá eso animaría a visitarlo más. Además, por información que no falte, se podría apuntar que Burgos cuenta con dos premios más de esta categoría internacional con la restauración del Hospital del Rey, ahora Universidad, y de la capilla de los Condestables de la Catedral que ya de por sí es Patrimonio Mundial.

Estos premios son los galardones más prestigiosos en el campo del patrimonio y reconocen las buenas prácticas en categorías de conservación, investigación, educación, formación y sensibilización con el.

Si continuamos con la señalética, no estaría tampoco de sobra que existieran algunos carteles, de ayuda incluso para los propios burgaleses, que indiquen que la provincia de Burgos cuenta con cuatro lugares Patrimonio Mundial, probablemente un lugar  único en España y de los pocos del mundo: Citada ya  la Catedral, sumamos el Camino de Santiago francés, también los yacimientos de Atapuerca y recientemente el Geoparque de Las Loras que ha entrado en la Red Mundial de Geoparques de la Unesco y que compartimos con Palencia.

Ayudemos a pasear a nuestros turistas y visitantes. Digamosles en algún lugar que a apenas unos kilómetros hay una Cartuja impresionante donde están enterrados los padres de los Reyes Católicos, o una exposición con Hilos de Flandes. No somos una ciudad anuncio, pero con gusto tendríamos que dar más a conocer lo que poseemos de manera definitiva o temporal. Y no solo en castellano ¡ Que hasta los chinos lo entiendan ¡

 

Patrimonio señalizado

Siempre hemos admirado a Francia por su enorme patrimonio cultural, del que España no le va a la zaga, pero es que además el suyo está señalizado. Todos los bienes que forman parte del elenco de la Unesco tienen en su entorno una indicación que al menos para los viajeros que circulan cerca les hace ser consciente de que allí se encuentra un bien Patrimonio Mundial y si no es en esa ocasión, será en la siguiente o en la de más allá cuando procuren aproximarse.

En España son muy pocos los que gozan de este privilegio. Cantabria, por ejemplo, puede ser un modelo con aquellas cuevas de pinturas rupestres que se acaban de datar como las más antiguas de Europa. Aproximarse a Atapuerca, sin embargo, puede ser una aventura según y como, y porque la Catedral de Burgos lleva siete siglos levantada, sino nadie sabría en nuestras circunvalaciones que aquí, en esta tierra, se encuentra uno de los templos más sublimes del mundo.

De ahí que me sumo a la iniciativa de la Fundación Atapuerca, para la que deberá buscar aliados en el entorno y más allá, de que al menos esta lista de lugares elevada por la Unesco esté suficientemente bien marcada, no solo con indicios, sino con huellas reales en sus aproximaciones. Nuestra provincia tiene tres Patrimonios Mundiales, y otros que pueden llegar. Miles son los coches que circulan por sus carreteras. Incluso en una autovía autonómica como es la León-Burgos las únicas señalizaciones llamativas son las relativas al Camino de Santiago, a la villa de La Olmeda, y a Carrión, pero bien podría indicarse que Atapuerca está muy cerca o que el centro histórico de Burgos, si lo logra en breve, es también patrimonio universal.

Si ustedes recuerdan, cuando viaja desde Barcelona a Burgos, y tras haber pagado un peaje que es un ojo de la cara, también se hallan diferentes señales, pocas, en esta autopista, pero todas dirigen al Puerto de Bilbao y una al Guggenheim. ¿Se imaginan una señal a la altura de Zaragoza indicando que a un par de horas se encuentran con una provincia que es Patrimonio de la Humanidad? ¿Cuántos vehículos circulan diariamente por ahí? Algunos se desviarán al País Vasco, otros acabarán en Pamplona, otros por Tudela quizá bajen hacia el centro, algunos hasta Logroño, muchos atraviesan la península de este a oeste y pocos se quedan en Burgos, pero el resto de miles de ciudadanos quizá retengan en su memoria la imagen de esa autopista y se planteen en otro momento regresar, pararse, disfrutar de esta tierra y sus gentes.

Lo que no se conoce, no existe. Confío en que la Fundación Atapuerca vaya aglutinando voluntades para que como en Francia, en España también haya una conciencia cultural que sirva para que cientos de miles de viajeros gocen de su entorno porque saben donde encontrarlo.