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Mario Bros

Como ustedes saben, si se han asomado a esta Página Par, tengo dos sobrinos, Mateo y Diego. Ellos no conocen los Madelman con los que yo jugué, ni los Playmobil de otras generaciones, ni las Peponas, ni el Scalextric. Ellos tienen unos mini aparatos de Nintendo que manejan con unos dedos que se mueven a velocidades estratosféricas o  una Wii con la que se divierten con sorprendentes movimientos.  Sí conocen a fondo a Mario Bros, han viajado a mundos subterráneos con él, también al espacio, han jugado al tenis, al golf o se han batido en un cuadrilátero con golpes certeros. Y en ocasiones más que ellos mi hermana que ha tenido que aprender cuando el pequeñajo Diego acudía con una mirada de ayuda para superar un nivel, o encontrar estrellas misteriosas, o saltar entre galaxias, o pillar todas las monedas necesarias. Conmigo lo han intentado, pero ni soy paciente y me sumo a la inutilidad tecnológica como para ser capaz de superar tan complicadas pruebas que para un chavalín se le antojan sencillas.

Y Diego y Mateo son compañeros prácticamente de este fontanero saltarín en la búsqueda de su objetivo, como Luigi, su hermano, como la Princesa Peach, su amada, o como Yoshi, el mejor amigo de Mario. Y por supuesto, Bowser siempre será su enemigo, como lo es de Mario.

Este viernes, el tipo que descubrió e inventor a Mario Bros recibía el premio Príncipe de Asturias, y con todos los honores. Los videojuegos están marcando la vida de una generación, que de la mano de Miyamoto  se ha acercado a «Donkey Kong», «The Legend of Zelda» o «Star Fox», algunas de sus producciones.  Los pequeños no crecen ahora solo con la lectura de Gerónimo Stilton, que nos visitó el sábado en el Museo de la Evolución, sino entre mini pantallas y ordenadores. Quizá por ello este japonés de sesenta años, creador de Super Mario hace 30, haya recomendado desde Gijón, donde participó en un multitudinario encuentro, que lo que de verdad le gustaba de pequeño era jugar con la naturaleza, meterse en el río, escalar montañas, coger peces, y que le daba pena que los niños de hoy no tuvieran esa posibilidad.

Miyamoto elude las críticas sobre los posibles efectos negativos que suponen estas plataformas para el ocio de pequeños y mayores. Y por eso recomienda que los jóvenes salgan fuera si hace un buen día, y que se queden jugando en casa cuando llueva.  Como siempre, la responsabilidad está en los padres. Estos juegos también liberan la imaginación y les hacen a los chavales soñar, pero no suplen los juegos de aventuras, ni las lecturas de los Cinco. Mis sobrinejos juegan a la wii en casa de su abuela, pero también saltan sobre la cama convertida en un barco, y de Mario han aprendido a luchar por un empeño bueno, liberar a su Princesa, a trabajar en equipo y a integrarse con los nuevos tiempos. Gracias Miyamoto.

Premios Príncipe de Asturias

Hoy permitan que mire para mi tierra de nacimiento para unos premios, los Príncipe de Asturias, que este año son extraordinariamente destacados precisamente por la personalidad de los galardonados.  Y es que han acertado en todos, o quién duda del etíope Haile Gebrselassie, que debía recorrer todos los días 20 kilómetros para acercarse a la escuela, y que ha sido un ejemplo de tenacidad en todas y cada una de las carreras que ha disputado, en una vida no precisamente fácil; o de los 50 voluntarios de Fukushima que trataron de evitar con su sacrificio que se extendieran las consecuencias del terremoto de Japón por el resto de territorio ofreciéndose para vigilar toda la situación de la central nuclear. O la Royal Society, con más de 350 años de antigüedad, y que sigue siendo un centro de investigación y divulgación de primer orden, y que tuvo, por ejemplo, a Helmut Newton como uno de sus presidentes.

Más premiados de este 2011, y que recibirán la estatuilla en apenas unas semanas, son Joseph Altman, Arturo Álvarez Buylla y Giacomo Rizzolatti, considerados referentes mundiales de la neurología por haber proporcionado pruebas sólidas para la regeneración de neuronas en cerebros adultos. Sus investigaciones han abierto esperanzadoras vías a una nueva generación de tratamientos para combatir enfermedades neurodegenerativas o asociadas al cerebro, como el Alzheimer, el Parkinson o el Autismo, precisamente aquellas enfermedades que nos hacen perder en cierta manera nuestra relación con el mundo exterior.

Tampoco podemos olvidar a otro de los distinguidos, Bill Drayton, que ha apoyado a más de 3.000 líderes emprendedores de más de setenta países.  La idea sobre la que se basa Drayton es que los retos de la sociedad necesitan que cada persona pueda ser protagonista del cambio, desde cualquier ámbito, ya sea global o local. Partiendo de la base de que cada uno tiene la bondad, capacidad y responsabilidad básicas para contribuir a las soluciones necesarias. Y miren si no faltan emprendedores como él en este planeta.

Como ven, son todos referentes en un mundo que cada vez necesita más héroes como los de Fukushima.  Faltan dos de los premiados, Riccardo Muti y Leonard Cohen, a quienes les debemos una música que transciende más allá de los sentimientos.

Que quieren que les diga. A mí también los premios me llegan al corazón, solo tienen que detenerse a escuchar en silencio a decenas de gaitas tocar el Asturias Patria Querida cuando los Príncipes se despiden del auditorio. En esos momentos, con el corazón en un puño, echo de menos que Castilla no tenga también su himno.