Archivo de la etiqueta: Sacyl

Las listas de espera

Primero. El problema de las listas de espera sanitarias no es exclusivo de Castilla y León. Segundo. Estamos en la media española más o menos. Solo destacan por arriba dos comunidades forales como son el País Vasco y Navarra, y Madrid, que multiplicó sus hospitales estos años, con concesiones denostadas por la oposición. Tercero. En el lado contrario, con bastante tiempo de espera, se encuentran Cataluña, Canarias, Castilla-La Mancha, Extremadura. Cuarto. Tengo alguna experiencia de lo que hablo. De esperar en una lista sin tener noticias durante meses (sigo sin las mismas). Quinto. Acabemos con la demagogia. En todas las provincias  hay problemas, con gobiernos de todos los colores. Y están cerrando servicios en muchos lugares. La solución no es fácil. Sexto. No hay médicos.

Pese a todo, debemos y tenemos que exigir a los gobernantes que en un tema tan prioritario como es la salud dediquen todos sus esfuerzos, y no son solo económicos. Faltan facultativos y faltarán más porque cada año la edad media de los castellanos y leoneses sube, y el gasto farmacéutico es muy alto.

No quería escribir de política, pero hay un tema que me produce una cierta esperanza. Como conocen, el gobierno regional se reparte entre el PP y Ciudadanos. Se han distribuido las carteras y los naranjas cuentan con la Vicepresidencia y Transparencia, Empleo, Cultura y Sanidad. Es la primera vez que tocan pelo, como dirían los taurinos, y en esta última Consejería se encuentra la mejor doctora de primaria del mundo. Además, tiene experiencia de gestión en el Ministerio de Sanidad como subdirectora de Planificación Sanitaria. Da confianza que la consejera de Sanidad sea médica. También que lo sea el vicepresidente de la Junta, de Ciudadanos, y que ha puesto en las listas de espera un objetivo prioritario y parece querer coger el toro por los cuernos. Por otra parte, al terminar la legislatura, unas buenas estadísticas sanitarias les servirían para contar con respaldo ciudadano cara a unas nuevas elecciones.

No hay una varita mágica. Pero los pacientes, por ejemplo, echan de menos que les vayan anunciando si falta mucho o poco para su intervención. Que les aclaren de verdad qué es eso de una espera ‘estructural’. Que se colabore entre diferentes comunidades autónomas, ya que entre todas sumaban hace unos meses más de medio millón de personas en listas de espera quirúrgicas según una lista y más de doscientos mil según otra (que me lo aclaren). Que haya buenos gestores en la primaria y en los hospitales, sin colores políticos. Que además sean capaces de liderar un proyecto. Que vean la manera de contar con más médicos antes de que se vayan a estudiar o trabajar fuera de España. Que les paguen lo que es de justicia. Que se apoye la investigación. Que haya una colaboración público-privada transparente y limpia. Que los partidos alcancen un pacto por la Sanidad, sin prejuicios. Que busquen el bien común.

 

Profesionales de bata blanca

Probablemente, si hicieran una encuesta en las salas de espera de los centros de salud del Sacyl, preguntando a los usuarios si prefieren estar ahí sentados un ratillo, pero sabiendo que van a ser atendidos el tiempo necesario por su médico de familia, o la alternativa, si les gustaría que cada doctor se limitara a la norma y recibiera cada diez minutos, eso sí, con una puntualidad exquisita, la mayoría de las respuestas elegirían  la primera opción. Aguantar, pero contar todos sus males a los de la bata blanca. Y como la mayoría de los que ocupan esos espacios son gente mayor cuentan, en general, con tiempo por delante. El problema comienza a plantearse con los acompañantes, cuando los hay, porque tienen otras muchas cosas que hacer y suelen comenzar sus mosqueos con el ‘¿hay alguien dentro? o ¿está la doctora?`’

La mayoría de los antes llamados médicos de cabecera entiendo que optan por la primera opción de una atención profesional, delicada y cercana –esa es mi experiencia personal, y lo agradezco- aunque todavía quedan los de preguntar y recetar sobre la marcha. También los que directamente te mandan al especialista sin más dilaciones, ni un examen mínimo de los síntomas.

Pero para que todo eso funcione, tiene que haber mujeres y hombres con bata, que ocupen los despachos de los ‘ambulatorios’, acudan a las urgencias, estén de guardia, y cuenten con los derechos que su profesión tiene. Porque lo que menos quieren los pacientes es un médico agotado para intentar solucionarles sus problemas de salud.

Tengo un amigo médico de familia que llevaba años peleando porque los minutos de atención al menos fueran diez. Ha hecho campañas, ha movilizado a varios de sus colegas. Pero la presión asistencial sigue aumentando y el tiempo disminuyendo, así que tiene que alargar sus horarios de trabajo, sin perder la sonrisa con el paciente, pero imagino que maldiciendo a la administración por no poner todos los medios.

En Castilla y León,  las encuestas que realiza la sanidad pública suele ser favorables a su gestión, en cuanto al trabajo de los sanitarios –doctores y doctoras, enfermeros y enfermeras, auxiliares- también la puntuación es alta, otra cosa es la lista de espera en algunas de las especialidades, que es grande, por mucho que con las cifras intenten argumentar lo contrario. Se puede recibir la carta de citación en algunos casos seis o siete meses antes de que se produzca la consulta.

Y en la Atención Primaria se está centrando ahora el atolladero. La población está más envejecida, hay más pacientes crónicos y menos facultativos. La solución es compleja. Además, las situaciones se repiten en otras provincias y comunidades autónomas, no es un caso exclusivamente nuestro.  Pero habrá que hacer algo.

 

Medora

Nunca dudé de que la marcha de mi médico de cabecera del Centro de Salud, que causó sorpresa entre la mayoría de sus fieles pacientes, venía motivada por el sistema informático. Podía quedarse más tiempo, haber estado más años ocupando la consulta del Centro de Salud Cristóbal Acosta, manejarse con la pantalla, pero imagino que un día, de repente, se cansó, envió la carta de baja a su inmediato jefe y se fue, cediendo su puesto a una doctora -menos mal que ha habido en este caso tasa de reposición- que ha visto de nuevo en acción a Medora en su mejor momento, bloqueando 50.000 personas en listas de espera y colapsaba durante media jornada, al menos, los centros de salud de Burgos y de Castilla y León.

Medora pone a prueba la tensión de los sanitarios, pero también de los pacientes, cuando esperan horas y horas los datos del sintron, o cuando intentan imprimir unas recetas o simplemente se retrasa su cita. No es que Medora sea el único sistema informático de todo el país. Qué levante la mano a quién no se le ha caído el sistema en el trabajo o haya tenido un problema con el mismo. El problema de Medora es que lleva varios años funcionando y en vez de reducir y controlar sus errores, los va aumentando, como si fuera un Alien. Una herramienta que ha costado más de 7 millones de euros, que pretenden desde Sanidad que sea potente y único, pero que todavía no ha logrado sus objetivos.

Los fallos informáticos continuos y generalizados generan ansiedad, y digo que no habrá que tener a los médicos ansiosos, porque el caso de mi médico de cabecera, ya harto del funcionamiento de algunos temas, no es rl del resto de doctores. Este al menos no tenía dependencias familiares y se fue. Y no a todos los facultativos les debemos de pedir una paciencia absoluta.

Hay 247 centros de salud en Castilla y León y 3.600 consultas. La primera queja fue en 2012, se han recogido hasta 5.000 firmas contra el sistema. El número de incidencias producidas en el funcionamiento del aplicativo de Medora fue de 729 en 2013, y entre enero y octubre del año pasado 1.147. Está claro que habrá que mejorar la partida para la informática regional, que puede desesperar a muchos enfermos y trabajadores, y que habrá que hacer que sea más segura. Se ha avanzado mucho, cualquier médico puede ver ya la historia clínica del paciente en su ordenador, se controla mejor la dispensa de los medicamentos. Es un hecho que una mejora se ha producido. Ahora falta el salto definitivo, el de acertar con los problemas que surgen de tantos ordenadores conectados en una sola red. Mientras tanto, la leyenda de Medora sigue creciendo.