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25 años de los Príncipe de Asturias a Atapuerca

Quizá a muchos les cueste entender como una música y una letra que los asturianos hemos adoptado como Himno sea capaz de emocionar, salvo ayudados nuestros sentimientos por unos cuantos vasos de sidra. Dicen que tenemos un corazón muy grande, y que eso cuenta, pero también he de decir que hay un momento a lo largo del año que escuchar el himno engrandece el alma y es en la entrega de los Premios Príncipe/Princesa de Asturias en el Teatro Campoamor de Oviedo, en la que una legión de gaitas interpreta esa sintonía y a los buenos rapaces la carne se les pone la carne de gallina.

La primera vez que escuche presencialmente la música gaitera del Asturias Patria Querida –antes lo había visto a través de la televisión o la radio, y procuro cada año no faltar a la cita- fue hace ahora veinticinco años, en 1997, con motivo de la entrega de estos galardones al equipo investigador de los yacimientos de la Sierra de Atapuerca. Allí estuve acompañando –y trabajando- a Emiliano Aguirre, Juan Luis Arsuaga, José María Bermúdez de Castro y Eudald Carbonell, junto a mi compañero Jesús Javier Matías. Una foto del álbum que acababa de mirar la he aprovechado para subirla a las redes sociales, para vernos más jóvenes, eso sí.

Junto a los científicos recibieron también el premio Vittorio Gassman, Martín de Riquer, Mstislav Rostropovich y Yehudi Menuhin, Vaclav Havel, CNN, el Gobierno de Guatemala y la Unidad Revolucionaria del país, Álvaro Mutis y el equipo español de Maratón después de sendas victorias años anteriores en el Campeonato de Europa y en la Copa del Mundo. ¡Vaya pódium de ases en todas las categorías! Lo que con toda naturalidad hubiéramos tildado de señorío en cada una de las facetas.

No fue el primer galardón que recibieron los directores de las excavaciones en nombre de todo el equipo. Unos meses antes  Diario de Burgos les había otorgado la distinción en la primera edición de los Martinillos. A los codirectores que compartieron premio con Modesto Ciruelos, Purificación Santamarta, los funcionarios de prisiones –que luchaban por la liberación de Ortega Lara- y a título póstumo con los maristas burgaleses asesinados en Zaire.

La recompensa al trabajo en Atapuerca  a través de las palabras del ahora Rey Felipe de Borbón fue el estímulo necesario para un impulso que llevaría por todo el mundo los descubrimientos en esta sierra burgalesa, un esfuerzo que lleva más de 40 años de manera ininterrumpida.

Años después llegaría la declaración de la UNESCO como Patrimonio de la Humanidad, y siempre la publicación en las grandes revistas científicas de los hallazgos en Galería, Sima del Elefante, Sima de los Huesos o recientemente el ADN neandertal en la Galería de las Estatuas…. Y lo que está por venir, que como asegura Bermúdez puede convertirse en una orgía cuando se acerquen de forma definitiva al TD6 de Trinchera, donde aparecieron los primeros restos de Homo antecessor.

En Burgos, y no por esnobismo, se espera que alguno de esos hallazgos que llegarán reciba un nombre burgalés. Ya podemos contar con la mandíbula de Jimena, una antecessor jovencilla, pero no sería mala idea buscarle una pareja reconocida.

Románico rescatado

El Románico del norte de la provincia de Burgos, junto con el de Palencia, pudo convertirse, hace ya algún tiempo, en un monumento señalado como Patrimonio Mundial por parte de la Unesco. La Junta de Castilla y León y el Gobierno de España llegaron a estudiar la posibilidad de su presentación como candidato. Pero, sobre todo, después de la elección de Vall de Boí quedaban pocas posibilidades, al menos a medio plazo, de que un conjunto románico conllevara el mismo nombramiento. Había que caminar por lo inmaterial y exigía nuevos proyectos. De todos modos, Burgos volvió a ser objetivo de la Unesco recientemente con la declaración del Geoparque Mudial de las Loras.

Ahora, desde la Consejería de Cultura de Cultura y Turismo se ha presentado la marca ‘Románico de Castilla y León’ que no solo acoge a las dos provincias norteñas, sino también a los 2.000 edificios que han conducido a la región a ser líderes en el patrimonio de arte románico en España.  Recupera así ese primer paso que se dio con el ‘Románico norte’ para incluir toda la potencia de estos cientos de inmuebles distribuidos de norte a sur y de este a oeste de nuestra comunidad, desde el que atraviesa el Camino de Santiago, al presente en provincias como Zamora, Soria o Salamanca.

Catorce volúmenes le costó a la Fundación Santa María la Real recoger una completa recopilación de referencias sobre el Románico en Castilla y León. En aquel momento, la distribución fue de 4 tomos para Burgos; 3 tomos para Soria; 2 tomos para Palencia y tomo para Ávila, Salamanca, León, Valladolid y Zamora. Casi 10.000 páginas y 5.000 fotografías, aparte de 1.661 planos con más de 1.800 referencias. Un excelente trabajo de una fundación que siempre ha sido apoyada por la administración autonómica, culminando con su fusión con la Fundación del Patrimonio Histórico. Precisamente, la entidad con sede en Aguilar cumplirá el próximo 2019 veinticinco años desde su puesta en marcha, y han hecho suya la frase de Unamuno: ‘Hasta la ruina puede ser una esperanza’.

Esperanza en que esta nueva Marca cale primero entre los castellanos y leoneses y después en el resto de España y el mundo. Porque podemos sentirnos orgullosos de cada portada, de cada torre, de cada iglesia, de cada edificio románico que se encuentra en nuestro territorio. Porque, a pesar de ese ingente número, y aunque hay unos cuantos en desuso y merecedores de una buena restauración, otros cientos se muestran espléndidos, y este Plan, que vendrá con nuevo gobierno, es una buena herencia, una gran idea para seguir recuperándolos y que sean un atractivo turístico.

Y porque quizá, soñando un poco, hasta la Unesco al cabo del tiempo reconozca a toda nuestra tierra como patrimonio inmaterial del Románico, por su entorno –como ocurrió también en Vall de Boí-, por sus piedras, por sus gentes, y porque haya pervivido hasta nuestros tiempos.

Los tres tenores

El 30 de noviembre de 2000 el sitio arqueológico de Atapuerca, como así declaraba la Unesco, quedaba inscrito en la lista de Patrimonio de la Humanidad. Sería el tercero de la provincia de Burgos, tras la Catedral y el Camino de Santiago. Mientras, a la espera, se encuentran candidaturas como las icnitas de los dinosaurios de Salas, en conjunto con el resto de España; el claustro de Silos; el románico norte de Burgos, Santander y Palencia; o el centro histórico de Burgos en esa ampliación que se pretende realizar con la Catedral. En el caso de Atapuerca era la culminación de un trabajo de investigación de más de 20 años tras encontrar los vestigios de los primeros pobladores europeos, una especie nueva, el Antecessor, acreditaba ya por todos los especialistas.  Ya se habían descubierto también fósiles tan importantes del Heidelbergensis como el cráneo 5 o la pelvis. Unos meses antes visitaba también los yacimientos el entonces presidente del Gobierno, José María Aznar, que se comprometía a dar un espaldarazo, si de el dependiera, a la candidatura avalada por la Junta de Castilla y León.

Muchos fueron los catalizadores que convergieron para lograr el objetivo, desde los propios científicos y excavadores, a los espeleólogos de Edelweiss, los habitantes de las localidades que abarca la Sierra, hasta ciudadanos desconocidos que colaboraron desde el primer momento, y que culminaron también en la creación de la propia Fundación. Dejo muchos nombres en el tintero, porque en este nuevo aniversario de la declaración,  es de justicia de nuevo reconocer el trabajo de Arsuaga, Bermúdez y Carbonell, el ABC de Atapuerca, en este logro. He pasado del mundo del periodismo al de la comunicación científica, y en este entorno son muy pocos los que no valoran el esfuerzo de divulgación realizado por los tres codirectores. Algunos, con voz chillona, les llegaron a denominar “los tres tenores”, para mí es más un elogio que una crítica, porque con su voz han logrado que Atapuerca, que Burgos, traspase todas las fronteras, y es precisamente lo que lamentan muchos que tienen que promocionar descubrimientos, la dificultad para que sus investigadores sean capaces de llegar al gran público, o ser al menos conocidos. Asistir a una charla de Juan Luis, de José María o de Eudald es sin duda un placer que pocos, por muy alejados que se encuentren de la Ciencia o la Prehistoria, podrían perderse.

El complejo de la Evolución Humana está en Burgos por su culpa –con el dinero de todos los ciudadanos, eso sí- porque fueron ellos los que creyeron en este empeño. Dos ya viven en Burgos y el tercero prácticamente. Aquí han creado un Máster en Evolución Humana, que en pocos años se convertirá en uno de los mejores del mundo, porque el equipo de investigación de Atapuerca goza de buena salud: Ignacio Martínez, Ana Gracia, Maria Martinón, Josep Maria Parés, Robert Sala, Emiliano Brunner, Carlos Díez …. Y un sinfín de pacientes currantes que no han perdido en ningún momento la ilusión del primer día. Recuerdo el primer premio que recibieron en esta tierra, el Martinillos de Oro de Diario de Burgos, luego llegaría el gran reconocimiento del Príncipe de Asturias, con Emiliano Aguirre de padrino de esta generación, y más tarde doctorados honoris causa, distinciones, galardones… Son además cercanos y entrañables. Y lucharán por Burgos como un burgalés más, que no hace falta haber nacido en esta vieja capital de Castilla, para promocionarla y defenderla en catalán, madrileño o vasco. Aquí mi pequeño homenaje para unos grandes tipos.

Columna publicada en Diario de Burgos el 12 de noviembre de 2012