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Atropellos

Me conmuevo cada vez que leo, y no son ya pocas veces, que un niño o un anciano ha sido atropellado en un paso de cebra de Burgos, y casi siempre estando en verde, si hay semáforo, para el viandante. Son muchos ya los sucesos que han ocurrido en las calles de esta capital y, sin embargo, las soluciones que se van dando avanzan muy lentamente.

Soy un conductor habitual y me encuentro con cierta frecuencia semáforos intermitentes en ámbar para atravesar los pasos, ya sé que va en mi contra, pero tal y como están las cosas mejor dejen los programadores el ámbar para otras ocasiones; también las furgonetas de reparto podrían tener un poco más de cuidado porque suele ser frecuente que poco antes del paso de cebra precisamente te encuentres una aparcada en segunda fila impidiendo una mejor visibilidad del lugar y no es extraño ver jóvenes que atraviesan y suelen mirar al tiempo que cruzan, siendo más complicada la reacción del conductor. Otro tema es la luz, en general poca, la que alumbra precisamente estos lugares, ya tengan semáforo o no.

No eximo con estas pequeñas puntualizaciones a los conductores que algunos de ellos surcan la ciudad como si estuvieran en el circuito de Montecarlo en horario nocturno. Hay algunos que están tentando no precisamente su vida, sino la de los demás. Y tampoco eximo a los centenares de ciudadanos que cada día atraviesan las calles por lugares prohibidos o peligrosos sin mirar a ambos lados y con una impunidad total. Me sigo sorprendiendo cada vez que salgo por la ronda y todavía te encuentras antes de llegar a la salida de El Corte Inglés una señal anunciando que por ahí pudieran atravesar peatones de un lugar a otro.

La vida es maravillosa, nos recordaba Andrés Montes en sus comentarios televisivos, y merece la pena incluso arriesgarla por algunas metas, pero no podeos jugárnosla por la falta de atención de otras personas. Ya sean los conductores descuidados o los propios peatones caminando por donde no deberían y obligando a hacer maniobras peligrosas al volante. El Ayuntamiento de Burgos ya ha hecho campañas, se ha desgañitado y ha lamentado todas estas situaciones, pero hay que insistir. La Policía Local con la limitación de velocidad está intentando evitar que se repitan más accidentes innecesarios. Somos cada uno de nosotros los que debemos reflexionar si realmente estamos comprometidos con nuestro entorno, y asumimos nuestras obligaciones. Me imagino que un conductor no se le olvida nunca si ha tenido en alguna ocasión un accidente con el coche, o un descuido que casi le genera una salida del arcén. Tampoco un viandante si ha tenido un susto por cruzar por un mal lugar, pero no sería necesario llegar a esas ocasiones para concluir que todos podemos hacer algo más por evitar esos trágicos sucesos.

La Ciencia necesaria

Hay hermanos ricos y hermanos pobres, otros son necesarios. Siempre nos ha sorprendido comprobar los grandiosos edificios de Hacienda de las ciudades y compararlos con aquellos más famélicos que se dedicaban a la Justicia. Está claro que en situación de crisis económica y financiera los recortes afectan más a los desventurados que a los gastos inexcusables, como estos parecen ser la Educación y la Sanidad además de los Servicios Sociales. Y qué le toca a la Ciencia, pues cercenar sus presupuestos. Y no es algo exclusivamente de ahora, no hay más que repasar la lista de Premios Nobel de investigación con que cuenta España, solamente dos: Ramón y Cajal y Severo Ochoa. El navarro investigó en España, con escasos medios, sobre neurociencia. El asturiano, como tantos otros, tuvo que emigrar a Estados Unidos para proseguir a fondo sus estudios sobre el ADN. Casi cincuenta años después de que Santiago Ramón y Cajal recibiera el Nobel lo hizo Severo Ochoa, quién conservó su doble nacionalidad española y americana, pese a continuar en los últimos años de su vida su investigación en nuestro país.
Junto a estos dos eminentes científicos, es cierto que otros han podido encontrado en España un lugar para su investigación, pero otros tantos han acudido a la llamada fundamentalmente de centros universitarios de Estados Unidos que aseguraban la continuidad de su trabajo. En los últimos años el I+D+i (investigación, desarrollo e innovación), por el que la mayoría de empresarios y políticos predicaban, se ha visto reducido en un 4,2 por % en 2010 y en un 7,38 en 2011, a pesar de contar con un ministerio propio, y si esto sigue creciendo es previsible una nueva fuga de científicos hacia países como Francia donde se ha anunciado un paquete de estímulo en investigación de 32.000 millones de euros o a Alemania, que se ha comprometido que hasta 2015 incrementará en un 5 por ciento sus presupuestos en este área, por lo que no extraña conocer que el Instituto Max Planck haya sido el lugar donde se lograra analizar el ADN de los neandertales. Solo Italia, Grecia y España se encuentran por debajo del 1,5 por ciento del PIB en I+D+i, y países como Alemania, Dinamarca, Suecia o Finlandia superan ampliamente el 2,5 llegando estos últimos al 4 por ciento.
Y en Ciencia, quien no avanza retrocede. Hay que aprovechar el capital humano que tenemos, muy preparado, como se ha demostrado con recientes publicaciones de equipos multidisciplinares donde siempre había uno que hablaba español. Necesitamos apostar por la generación de conocimiento como modelo económico. Ese también es el camino que marca Europa.
Y por mencionar un paradigma más cercano: Atapuerca. Sus hallazgos se encuentran a nivel mundial en relación con la prehistoria. Son muchos los científicos que se han acercado a la Trinchera del Ferrocarril a conocer de cerca los descubrimientos. El Cenieh ha logrado de la mano de Bermúdez de Castro atraer a investigadores de otros lugares del mundo, e incluso conseguir el retorno a su país de ejemplos como Josep María Parés. Cercenar, por ejemplo, la investigación en esta área supondría no solo no avanzar en un campo en el que podríamos perder el liderazgo, sino que supondría disminuir la atracción cultural o turística de un enclave al que en 2011 llegaron casi 90.000 visitantes.

Publicado en DB el 2 de abril de 2012