Archivo por meses: febrero 2021

El Ministerio de la Soledad

El Instituto Nacional de Estadística cuantifica en 4,7 millones los hogares unipersonales que hay en España, de ellos, dos millones son de personas mayores de 65 años; existen también 850.000 que superan los 80 años –a los que toca vacunarse ahora, sí- y muchos presentan problemas de movilidad.

En Gran Bretaña son nueve millones de individuos los que viven solos. Allí llegaron a crear, bajo el mandado de Theresa May, una Secretaría de Estado dedicada a la Soledad, ahora incluida en otro departamento; pero en Japón ha sido recientemente, hace apenas unos días, cuando han anunciado la formación de un Ministerio, acuciados por los problemas de aislamiento social que ha traído la pandemia, en un país donde el suicidio causa un mayor número de muertes que el coronavirus. Recientemente en Burgos, al arzobispo Iceta le escuché que la soledad era una auténtica epidemia,  y no le falta razón.

Y además, no es lo mismo vivir solo que sentirse solo. Hace unos meses en esta Página Par aludía a las asociaciones que se iban creando para aliviar tanta soledad, hacer visible tanta invisibilidad, acompañar aunque solo sea un día a la semana. Los obispos también recordaron  en 2020 en un documento: «Una de cada tres personas dicen sentirse solas en nuestro mundo occidental. En una sociedad de la información y los meta datos, pueden darse situaciones particularmente dolorosas: hombres o mujeres que mueren solos en sus casas y tardamos semanas en descubrirlo. Y el número de personas que sufren la soledad no deja de crecer».

Vivir solo puede ser también una elección, pero a medida que pasa el tiempo, que los años pesan, se asume que  también es un problema. Sentirse solo puede acabar en una depresión, y las enfermedades mentales, aunque no generen aparentemente problemas físicos, son muy duras, no solo para el que las padece sino para sus acompañantes.

Nuestra sociedad está dando un giro a un modelo más individualista, lo que no está claro es que esas circunstancias nos mejoren, algunos expertos lo califican como un problema de salud pública. Frente a ello habría que fomentar la participación, la convivencia, la vida social… Que las familias como protectoras de sus miembros tengan una especial salvaguarda.

No sé si a ustedes de las miles de imágenes que se han generado durante todos estos meses les ha quedado alguna grabada, probablemente sí. No dejaré de recordar aquellas que tienen que ver con padres e hijos, con abuelos y nietos, incluso un anuncio donde dos vecinos abren las puertas de su casa para compartir una cena. Ver a través del cristal al yayo o la yaya se quedará grabado probablemente en la vida de esos pequeñajos, y fácilmente –vamos a sacar una lectura positiva- no les dejarán solos cuando llegue el momento de la enfermedad  o la separación.

 

 

¿Cultura: Gasto o inversión?

¿Creen ustedes que al Ayuntamiento de Gijón se le vino el mundo encima cuando el promotor de la gira de Bruce Springsteen en 2013 les pidió más de un millón de euros para que el Boss actuará en la ciudad? En aquel momento, el gobierno municipal pertenecía al Foro Asturias, pero en los dos conciertos anteriores del norteamericano habían sido equipos socialistas los que también habían dado el visto bueno. Gijón o Xixón, como ustedes prefieran, tenía una marca, especialmente en verano, y había que mantenerla y eso conlleva riesgos, y no pocos, a pesar de ser uno de los cantantes más reverenciados en los últimos cuarenta años, y que nunca defrauda.

Dicen que los asturianos somos grandones, no tanto como los de Bilbao, pero un poquito sí. Arriesgarse significa ganar o  también perder.  ¿Qué hubiera ocurrido en Burgos si el mismo promotor, en lugar de elegir Gijón como único lugar para actuar en España en ese año, se fija en la capital castellana? Bien es cierto que Springsteen es casi un habitual de nuestro país, y cada cierto tiempo se pasea por Madrid, Barcelona, San Sebastián y…. Gijón. Me comenta un castellano viejo, no por años sino por tradición, que aquí con esa propuesta hubieran intentado antes conseguir el dinero y luego decir que sí. Hubiera sido tarde. Es cierto que es un concierto, que están las entradas –no precisamente baratas- y que hay negocios que aunque les cobres un alquiler pueden ser lucrativos en un estadio durante el evento, y comida y bebida es uno de ellos. Y hoteles y restauración porque unos cuantos miles de los asistentes acudieron de otras provincias. Y te quedas a dormir, y más después de un concierto del Boss. Y los paisanos se benefician.

Al final, los gijoneses perdieron, invirtieron o gastaron unos 100.000 euros, el resto hasta el más del millón lo consiguieron por entradas, publicidad, etc. Y una empresa cómo hubiera valorado el impacto en el resto de España de este concierto en El Molinón: con varios millones de euros. Y la marca Gijón, pese a crisis económicas y sanitarias, sigue viva.

¿Qué marca tenemos en Burgos? La de patrimonio, sin duda, la prehistoria, también, la gastronómica, por supuesto, hace tiempo que dejo de ser la morcilla el plato único, y figuras como El Cid continúan gracias a su leyenda, que las hace revivir en libros y televisiones. ¿Y cuánto dinero dedicamos? Por las respuestas de los ciudadanos más les parece un gasto que una inversión, pero hay ejemplos que muestran lo contrario como el Museo de la Evolución o el Fórum. O toda la rehabilitación desde que San Lorenzo avisó en la Catedral, que también son varios millones. O los eventos con motivo del VIII Centenario que se van multiplicando. Nunca se organizan cosas que a todos gustan, evidentemente. Hay que intentarlo, y puedes equivocarte, pero también hay que tomar decisiones. Aunque a veces no se entiendan. Siempre encontrarás negacionistas o cutres. Eso sí, todo con transparencia y honradez.

La lucecita

No es un tema trascendente, ni cambiará el mundo, pero confieso que a veces me agota la paciencia, sobre todo cuanto te encuentras rotonda tras rotonda que para girar muy pocos conductores utilizan el intermitente, así que a veces te arriesgas con pitido incluido. Lo mismo ocurre, con frecuencia, cuando te hayas con otro vehículo que avanza delante del tuyo y de repente se para y aparca ¿lo ha decidido en el momento o estaba buscando sitio y no le daba la gana mover el interruptor para indicar que podía frenar? Pasa también con el cambio de carril de los que se creen Fernando Alonso o Lewis Hamilton intentando sumar el mayor número de adelantos en el menor tiempo posible.

Hay muchas situaciones en que el intermitente hubiera evitado algún golpe, y disgusto, en vías urbanas o interurbanas. Y en otras, lógicamente, no es necesario, pero es obligatorio. Hace algunos años ya, en la autovía entre Salamanca y Valladolid, viajaba con un compañero y nos encontramos con un camión. No circulaban apenas vehículos en los dos carriles de nuestra dirección y tampoco en la contraria. Íbamos a una velocidad normal y adelantamos. Volvimos a incorporarnos al carril y en pocos segundos un coche camuflado de la guardia civil empezó a iluminarse. Así que nos detuvimos, pidieron los papeles y nos dijeron que no habíamos dado el intermitente al regresar a nuestra vía. No había nada que alegar por más que fuéramos los únicos humanos que circulábamos por esa carretera. Multa al canto.

Los conflictos que suele generar el no uso de este aparatito no acostumbran a ser graves, pero sí molestos  y nos muestran que a veces deberíamos volver al Parque infantil de tráfico, para evitar el factor sorpresa en los demás. Pero el artilugio se ha convertido en un gran olvidado lo que parece sugerir que las maniobras se pueden señalizar telepáticamente. Y utilizarlos es obligatorio y cuando no lo hacemos,  según recoge el reglamento de circulación, artículos 108 y 109, podría ser una infracción grave que estaría sancionada con 200 euros.

Soy consciente que esta columna no va a cambiar el uso habitual de este utensilio entre los lectores, seguirán dándolo o no según les venga en gana, aparcando y desaparcando sin lucecita, girar o no como les apetezca, variar de carril porque quieren trampear con la ley y con la velocidad máxima. Pero ojalá no tengamos que esperar al golpecito –o golpazo- para utilizarlo.

Y fíjense lo poco que lo usamos que cuando buscas la palabra en Google, las primeras entradas que te aparecen son relativas al ayuno intermitente que tan de moda se está poniendo, y ese funciona sin luces de ayuda.