Archivo por meses: noviembre 2011

Arena, Auditorio y Hospital de la Concepción

Dicen los más osados que de la crisis se sacan oportunidades, no he visto muchos ejemplos actualmente en mi entorno, pero en eso estamos o deberíamos estar. Por lo menos en el turismo tendríamos que aprovechar la cercanía de Madrid para provocar el tirón –más barato que acercarse a la costa- de seis millones de individuos hacia eso que llaman turismo interior.

El alcalde de Burgos también parece que quiere aprovechar la situación económica para poner a la ciudad bien vestida, aunque uno de esos trajes, el del Pabellón Arena, no le va a traer pocos disgustos. Se conoce ya la cantidad que debe ser invertida, grande, que se acerca a los veinte millones de euros más metros de suelo que ahora parecen sobrar,  pero no conocemos todavía ni una cuantía aproximada de la repercusión que este equipamiento puede traer para Burgos. Sin embargo, pese a las opiniones en contra, me parece necesaria en esta ciudad una instalación como la que se pretende sabiendo, sin duda, que no serviría por ejemplo ni para la gira mundial de Bruce Springsteen, ni siquiera para la de Mecano, donde aquellos que superan la cuarentena perderán su pudor para asistir a los conciertos, si es que realmente vuelven.

Pero si un Pabellón Arena –por favor que le cambien el nombre- no acoge grandes eventos, sí puede hacerlos con medianos, que haberlos haylos, un espacio del que hasta ahora estaba necesitado Burgos y es bueno prepararse para la salida, cuando se produzca, de la crisis. Ocurre, por otra parte, que en este proyecto sumamos los mismos defectos que en anteriores, y es que los humanos tropezamos dos, tres y cuatro veces con la misma piedra, pero eso es la libertad y es lo que nos diferencia de los chimpancés. No hay modelo de explotación y de gestión y, si de verdad quiere tenerse para la Feria Taurina de 2013, ya se debería estar trabajando en ello. Si recae en el Instituto Municipal de Cultura, como parece, y suma al Arena, el Palacio de Congresos y Exposiciones, y la gestión directa de la promoción turística, da la impresión que hay que renovar en parte su organigrama.

Al Arena –o como se llame en el futuro- hay que sumarle los otros dos proyectos estrella del gobierno Lacalle: la finalización del bulevar por toda la zona sur de la ciudad, y acometer la transformación de la calle Vitoria, la arteria principal de la capital para completar el trabajo ‘gordo’ de la legislatura, además lógicamente de que el Palacio de Congresos y Auditorio se acerque a las expectativas creadas.

Lo que me da pena es que en estos proyectos que se basará la ciudad en los próximos cuatro años hay uno que ya se ha dejado de hablar, y es el aprovechamiento del Hospital de la Concepción para un centro de Nuevas Tecnologías y de Innovación, precisamente aquello que se reclama en el nuevo escenario productivo, y que también serviría como Centro de Experimentación y Museo. Nos estamos llenando de dotaciones necesarias para el ocio, pero ¿no nos estaremos olvidando del negocio?

Morir

Tengo una edad ni necesariamente alta como para pensar en una muerte cercana, ni necesariamente baja como para no pensar en ella. Después de los cuarenta, ya les digo, que los achaques se van multiplicando y hay que cuidarse. Es esa edad donde los parientes más cercanos comienzan a ausentarse. Apenas conocí a mis abuelos, salvo a la madre de mi madre. Murieron relativamente jóvenes –hace treinta años con 70 años ya eras un anciano, ahora decimos que estás en plena madurez, eufemismos-. Tuve el gozo de disfrutar de mi padre 82 años, y ahora sigo haciéndolo de mi madre.

A mi padre le diagnosticaron un cáncer con un porcentaje muy desfavorable el mismo año de su jubilación. Me llamó mi madre para decirme que tenía unos síntomas malos, y que él había dicho que le lleváramos a Pamplona. Allí nos fuimos, amparados también por el igualatorio. El diagnóstico era un cáncer de estómago grave, pero no se había extendido. Aunque soy partidario de contarle a los enfermos la situación de la enfermedad que padecen, no se lo dijimos, porque casi todos en casa somos un poco hipocondriacos y mucho nos teníamos que se hubiera puesto entonces peor.

Desde aquel año, 1992, creo que todos los hermanos estamos mucho más unidos. Nos turnábamos por semanas para acompañarle durante el tratamiento en Pamplona. Y le animábamos mucho. Mi padre desde entonces no fue el mismo en su bienestar físico, pero creo que nunca nos transmitió lo que sentía. Los últimos años los pasó en silla de ruedas, tuvimos que convencerle para que saliera a la calle en la misma, no le gustaba que le vieran así, pero luego lo agradeció. Nunca perdió su buen humor y menos su entusiasmo y el cariño por sus hijos y nietos. El mismo de mi madre, con la que ahora doy los mismos paseos en la silla que mi padre. Tíos míos y primos también fallecieron en estos últimos años por el cáncer. Y todavía es más difícil para aquellos padres que pierden un hijo o un nieto.

Espero que hayan disculpado este desahogo –recordarlo me hace llorar, ya saben cómo somos los asturianos- pero tengo buenos amigos y amigas que están pasando ahora por un mal momento por haber perdido un ser querido o por tenerlo con una enfermedad grave y probablemente larga, con una dudosa esperanza. A los que les duele el cuerpo y el alma. Que no entienden el porqué de estas situaciones.  Estamos en noviembre, el mes de los difuntos. Se llora mucho, se sufre mucho. Y probablemente no se entiende nada. Tenemos ansias de eternidad que nuestro cuerpo no aguanta. Creo que es muy bueno compartir el dolor. Y desahogarse. Y pensar en los buenos momentos disfrutados. Y soñar en un futuro juntos. Me acuerdo mucho de mi padre cuando le veo con la foto con una copa de Martini. Y sé que donde esté –era un buen creyente que transmitía la fe- se la tomará a nuestra salud.

El ajuste fino

Si gana Mariano Rajoy las elecciones el próximo domingo toca ajuste fino, de apretarse el cinturón uno o dos agujeros más; si el que gana es Alfredo Pérez Rubalcaba será lo mismo. Por mucho que ambos intenten mirar hacia otro lado estos últimos días de campaña. De algo estamos seguros, sin embargo, que no serán los pensionistas los que en esta ocasión vean congeladas sus cuentas, ni quizá los funcionarios o asimilados que ya llevan un tiempo pagando el pato, ni tampoco las prestaciones de los más de cinco millones de parados que inundan en silencio nuestro país. El recorte está llegando a todas las administraciones para evitar una intervención que estaría cantada si no se redujeran esos miles de millones de euros en gasto que Europa nos impone. Se acabaron los planes E y los Ayuntamientos y Comunidades Autónomas perfilan un 20 por ciento menos en sus presupuestos. Ya seamos del grupo de los fuertes o del de los más débiles.

Cabe también la posibilidad de que las dosis de optimismo necesarias para España sean aportadas por el nutrido grupo de empresarios que prefiere un gobierno liberal de centro derecha que uno intervencionista de centro izquierda. En cualquier caso, la recuperación no vendrá en unos meses, ni en un año, y si el próximo presidente del Gobierno se plantea como hizo Aznar el déficit cero, estamos peor que entonces y para lograrlo se necesitarán muchos sacrificios y quizá demasiada imaginación.

Nadie ha aportado varitas mágicas al nuevo tiempo. Las declaraciones de Rubalcaba dejan entrever que durante dos años sería el Estado quien aportara los fondos que no tiene. Rajoy es cierto que no ha ofertado todavía sus medidas, salvo lo que siempre ha dicho el PP, en lugar de subir los impuestos, que haya más gente que los pague, y para eso más empleo. Parece una pescadilla que se muerde la cola, y desde luego las claves económicas no son ni parecidas para uno y otro candidato. Ya sabemos lo que han traído unas políticas, pero qué traerán las otras.

Lo que sí tiene en la cabeza el candidato popular es su esquema de Gobierno, ha sumado ya muchos días para si los ciudadanos le respaldan poner en pocas semanas un equipo sobre la mesa de técnicos y políticos que sean capaces de tomar decisiones sin arrugar el ceño y previendo una fuerte contestación sindical en la calle, no en vano llevan siete años sin apenas respuestas a un ciclo económico que ha subido en más de tres millones el desempleo y que ha supuesto que haya desaparecido el crédito para cualquier iniciativa, pequeña o grande, económica.

Y los ciudadanos. Pues si se fían de los políticos, deberían comenzar aquellos que tienen facturas pendientes con las administraciones empezar a cobrarlas. Ese ha sido su compromiso. Y los autónomos no pagar el IVA hasta que no reciban el dinero de las mismas. Y los trabajadores pactar con las empresas las condiciones para que esta siga adelante en tiempos de incertidumbre, sabiendo sin embargo que los derechos que se pierdan serán difíciles de recuperar. Parece una campaña triste, pesimista y alejada de las familias, de las necesidades reales. Y da pena.

Una lista única y abierta

Publicaba la semana pasada un periódico nacional con edición regional, ABC, tres curiosas entrevistas a tres políticos que se presentan como cuneros en Castilla y León, los tres como número 2 en las listas del PP de Ávila, Segovia y Zamora. Me dicen que en Burgos a punto ha estado de caer Antonio Camacho, ahora número 1 del PSOE por Zamora, pero que los socialistas burgaleses se resistieron a contar con un ministro del actual gobierno tirando de la candidatura, pero este dato no lo tengo confirmado, dejémoslo como rumor. Ya tuvimos cuneros anteriormente en este territorio de la mano de las dos principales formaciones políticas, algunos se identificaron más con esta provincia, otros apenas.
Sorprendían las declaraciones de los tres porque más que defender las necesidades de los ciudadanos a los que van a representar por la provincia que les ha adoptado, postulaban que el Congreso más bien definía las políticas nacionales, aunque uno de ellos, el que será elegido por Segovia, ya se declaraba «un segoviano más», veremos, aun con tren de alta velocidad, cuántas veces regresa a la ciudad del acueducto tras el 20-N.
Y va a ser cierto que no les falta la razón. Tiene mucha más fuerza la presión de un gobierno regional frente al de la Nación que la de los diputados o senadores electos. Si un presidente o una administración autonómica tienen buena relación con los representantes de la central pueden avanzar más que el resto de políticos. Los miembros de ambas cámaras votan conjuntamente lo que les dice su portavoz, y defienden las propuestas que les designa el presidente del grupo parlamentario. Excepcionalmente hacen una pregunta por aquello que sus vecinos demandan, y siempre por el interés supuestamente general de su partido.
Y ya que esto es así, por qué no reducir el número de nuestros congresistas y más el de nuestros senadores, mientras esta Cámara no tenga una función definida, territorial y claramente diferenciada del Congreso.
Sé que esto no se va a cumplir, en un vistazo somero sobre los programas de @marianorajoy y @conrubalcaba no he visto ninguna línea acerca de posibles reformas de ambas Cámaras. Insisto, la lectura ha sido por encima, y quizá en alguna de las 400 propuestas del líder del PP figure algo, pero será, si lo es, una declaración de intenciones. De las ideas socialistas más de lo mismo.
Me gustaría que hubiera una lista única en toda España de cada partido político, al final sería más representativa y los resultados más objetivos, y además que esa lista fuera abierta para descartar algún jeta que pueda sumarse en medio de otros tipos más legales. Por otra parte, los encargados de elaborarla buscarían que estuvieran los mejores de su partido, al margen de su lugar de origen -que como se ve por las declaraciones que hacen y en la realidad apenas cuenta-, también porque quizá con dos o tres declaradamente inoperantes, los votantes empezarían a plantearse votar a todos. Y sobre todo que no sumaran los elegidos más de 200, nos ahorraríamos un poco menos de la mitad de los actuales, pero así disfrutarían más trabajando y tampoco contarían con los cuatro meses que cada año suman en sus vacaciones. Finalmente, y eso sí que lo sugiere el guión de Rajoy, un tope máximo de tiempo para servirse de la vida política.

Campus de Excelencia Internacional

En plena competencia entre todos los sectores y una crisis económica galopante que ha llevado al paro a cinco millones de personas, muchos todavía se preguntan el papel de las Universidades en todo el proceso formativo y sobre todo en la preparación de los jóvenes para el desarrollo de nuevos empleos de acuerdo al futuro de nuestra sociedad.
Parece que la reciente aprobación del Campus de Excelencia Internacional, en la que la Universidad de Burgos se suma con Valladolid y León bajo el título «Los horizontes del hombre» a una propuesta diversa y alternativa cara a la sociedad del futuro, marcará definitivamente los rasgos del centro educativo burgalés, donde la UBU puede ser no solo referente nacional, sino internacional, a poco que promocione la enseñanza bilingüe -para ello cabe desarrollar programas para la actualización de profesores en diferentes materias- y la práctica.
Evolución Humana, Envejecimiento y Ecomovilidad son las tres bases que sustentan el proyecto del Campus. En cuanto a la Evolución Humana se desea contribuir a la búsqueda de respuestas a la pregunta ¿qué nos hizo humanos? Esta cuestión no sólo tiene connotaciones filosóficas, sino que muchas de sus respuestas son fundamentales para conocer la capacidad de adaptación del hombre al medio que le rodea y los efectos evolutivos de las poblaciones actuales, incidiendo así en numerosos aspectos de la salud y el bienestar de la sociedad.
Por ese camino se ha iniciado también el Máster en Evolución, dirigido por un científico y divulgador de reconocido prestigio, como es Juan Luis Arsuaga, se ha puesto en marcha la televisión de la UBU, con gran acierto en sus primeras semanas, y que ayudará a difundir el trabajo que allí se realiza; mientras, la OTRI, con un presupuesto muy ajustado, intenta en la situación económica actual acercar más las empresas a los alumnos, y la Universidad a la sociedad, un punto clave si queremos no solo obtener estudiantes preparados sino con una orientación laboral hacia los empleos de futuro.
Evidentemente hay puntos negativos, ni todo el profesorado tiene el mismo nivel, y la universidad suele ser un lugar donde el que quiere pasar inadvertido puede. Aunque este equipo rectoral lo ha intentado, no será fácil que los profesores con dedicación exclusiva, realmente se dediquen en exclusiva a la UBU, o donde se exija que todos los docentes sean doctores, o al menos la mayor parte, y un mínimo de investigación y publicaciones. Pero tiene muchos más positivos en el refuerzo de una identidad que parecía perdida, y una oferta, que aunque no completa, sabe hacia dónde camina. La UBU, que todos pagamos, también es parte de todos. Podemos exigir y participar. Y el futuro de este país pasa, sin duda, por la educación, desde la infantil hasta la universitaria, en unos años precisamente que están creciendo las solicitudes de matrículas debido al oscuro porvenir laboral de nuestros jóvenes.