Archivo por meses: septiembre 2021

Ortografía bajo mínimos

No pondría la mano en el fuego porque a lo largo de esta columna hubiera errores gramaticales, alguna coma mal puesta, otro punto y coma no utilizado –están en extinción-, una posible mala consonancia en una frase, sinónimos no utilizados y para lo que somos asturianos leísmos  y laísmos despistados.

Y de esto no tiene culpa el Covid, aunque casi 300.000 castellanos y leoneses hayan sido confirmados del mismo a lo largo de la pandemia. La ortografía es imprescindible en nuestra vida, y la enorme abundancia de errores, más que erratas, una evidencia de que vamos hacia ninguna parte, y así lo manifestaba el profesor Miguel Perdigón en un texto reciente en las cartas al director de este periódico. Imagino que conoce bien la situación de nuestros alumnos, los profesionales del mañana, después de haber impartido clase en varios de los principales institutos de Burgos, en la capital y en la provincia, y no desistir en el empeño, por muchos motivos que tenga, al igual que numerosos colegas a los que se cae el alma a los pies en cantidad de ocasiones.

Aseguraba Perdigón en su escrito que en el portal de citas de Match un 39  por ciento de los usuarios juzgaba la compatibilidad de los candidatos por su manejo (sic) de la gramática. Y citaba el profesor que ‘los acentos están al nivel de los dinosaurios del Cretácico’. No me extraña. La mayoría de los ciudadanos habitantes de este planeta creen que el temido Tyrannosaurus rex convivió con nuestra especie, cuando aparecimos en este mundo decenas de millones de años después de su extinción, pero esto ya  no es un problema de lenguaje, sino de historia.

De lo que sí somos contemporáneos es del uso de nuevas tecnologías que han logrado, más por comodidad que por economía del lenguaje, que hayamos acabado con signos de interrogación o de exclamación y el castellano ha cedido a los anglosajones. Por no hablar de las mayúsculas, como aclara Perdigón, que serán la próxima víctima, a pesar de que seamos conscientes de que un nombre común no es lo mismo que un nombre propio. ‘Nos precipitamos a un mundo gris con todo en minúsculas y sin tildes’ subraya el pedagogo y parece que son muchos los que quieren vivir en un mundo gris. Confieso que no soy taurino, salvo cuando veo los morlacos en el campo. Pero lo primero que me emocionó cuando pisé una plaza de toros es que la vida era en color, y no lo que nos hacía llegar el blanco y negro de las televisiones.

Ahora que está de moda reivindicar en la plataforma change.org –han logrado que no salgamos a la calle- creo que comenzaré una recogida de firmas: ‘Por un mundo con mayúsculas y tildes’ y pediré el asesoramiento de mi amiga lingüista que me corrigió porque en estos últimos años tenía clarísimo que después de los dos puntos iba siempre mayúscula. Y no es cierto.

Por favor, ustedes lectores de periódicos, tipos inteligentes,  hagan un propósito, si quieren: procuren escribir sus mensajes sin errores, ni erratas. El futuro se lo agradecerá.

Primaria

Han estado, y todavía permanecen, facultativos, enfermeras, técnicos, auxiliares… en el ojo del huracán desde hace año y medio, porque esta profesión médica no es precisamente de las más alabadas por el riesgo que entraña y sobre todo porque un fallo puede llevar  a graves consecuencias, no solo para los enfermos, sino también para los propios médicos, que todos cuentan ya con un seguro que les avale.

Pero hoy quería valorar el trabajo que se realiza en Atención Primaria, en las decenas de Centros de Salud y Consultorios que se extienden por esta inmensa provincia burgalesa. No creo que sea una excepción, y sobre todo tampoco que esté exento de errores, pero siempre he encontrado grandísimos profesionales que no miraban al reloj cada vez que entrabas en la consulta.  También tengo que decir que quizá haya tenido suerte. Personal amable, con una sonrisa que también se intuye debajo de la mascarilla, con dedicación y preocupado porque no solo eres un número en esa larga lista de presión asistencial. Tengo un amigo, médico, que lleva lustros con su campaña de los 10 minutos para cada paciente, pero si es por su tesón cada uno de ellos merece el tiempo necesario y preciso. Y sigue peleando por esto, por mucho que pasen los años, que aparentemente no le escuchen o que le fallen las fuerzas. Dicen los datos fríos que faltan médicos, enfermeras… que habrá que sustituir pronto a un buen número de profesionales porque merecen jubilarse, pero solo contamos con dos Facultades de Medicina en Castilla y León y parece que bien podría establecerse una tercera por lo que pueda ocurrir en los próximos años con los profesionales de la salud. Y Burgos parece preparado para ello.

Es cierto que en esta pandemia mucha de la atención se ha derivado a una consulta telefónica. Y eso no ha gustado. Razones hay a favor y en contra, y probablemente con un dictamen presencial, con más médicos y enfermeras contratados se hubieran evitado algunos males. Pero así hemos pasado el Covid miles de personas, hablando con nuestro médico de cabecera por el móvil mientras permanecíamos aislados, y también en este caso se notaba la intranquilidad, y muchos de ellos además sufrieron la enfermedad.

Una profesión que ha estado de moda mucho tiempo. A la que se dedica una buena parte del presupuesto de las comunidades autónomas, pero que sigue sin corregir injusticias. Parece que estamos saliendo de la crisis. Buen momento para valorar si los aplausos de las 8 de las tardes pandémicas han servido para algo, y si las palabras de los políticos se las lleva el viento.

Hoy he escrito de Primaria, pero quedan semanas para hablar de especialidades, o de las zonas rurales, etc. La Sanidad siempre va a estar en el ojo del huracán.