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Sueños por delante

Quizá este verano que afrontamos sea uno de los más austeros de los últimos años. Posiblemente entre sus familiares más cercanos se encuentren personas recién desempleadas o jóvenes que buscan desesperadamente un primer empleo. Estos últimos es probable que ya estén preparando su salida de España en busca de un trabajo en otros países de la Unión Europea o al otro lado del Atlántico, bien sea en Norteamérica o en algunos territorios pujantes de Sudamérica, aunque no será lo común.

Algo que muchas familias castellanas conocían desde tiempos inmemoriales, que no se debe gastar más de lo que se tiene, se truncó en tiempos de bonanza y son miles de personas las que llegan a fin de mes con lo justo, si llegan. Los salarios se encuentran a la baja y recortándose y no son pocos los que aseguran ya sin temor a equivocarse que también habrá despidos entre los funcionarios, aunque no especifican qué tipo de ellos. Porque funcionarios pueden entenderse también a los laborales, y esos hace tiempo que perdieron su seguridad; los centenares y miles de asesores que todavía, a pesar de los pesares, pululan por numerosas administraciones, y deberían explicarme para que valen; los de la ventanilla de toda la vida, o los bomberos, policías, médicos, enfermeras y profesores o maestros. A todos se les incluye en el mismo saco y evidentemente no todos realizan el mismo trabajo.

Este verano, sin embargo, se atisba que será diferente. Si realmente suben el IVA a algunos productos como amenazan. Si a pesar de la temporalidad no mejoran las cifras de empleo. Si no recuperamos ciertas dosis de optimismo, no nos salva casi nadie. Conversando con Eudald Carbonell en la magnífica terraza del Fórum Evolución tras grabar una entrevista en el Museo de la Evolución para un programa de TVE este confesaba que después de sus estudios universitarios en París, y aunque tenía ofertas laborales en la capital francesa, optó por regresar a nuestro país para contribuir a sacarlo adelante. Eran unos convulsos años setenta y en España se necesitaban muchas manos.  Su afán por participar en un cambio necesario no lo truncaron ni los siete años que estuvo en paro, ni las dificultades para sacar adelante sus proyectos, que luego se convertirían en una cátedra, un instituto de investigación o todo lo que ofrece Atapuerca y su entorno en la actualidad. Sueños que se cumplieron. Y hablábamos si ahora los jóvenes veinteañeros o treintañeros conservan esos sueños o no se creen que España va camino de convertirse en un país empobrecido por el talento poco aprovechado, por los dispendios gastados y por la falta de recursos. Saben, lo que nos hemos gastado en el MEH con los impuestos, viene a suponer solo 10 kilómetros de autovía o 5 kilómetros de AVE, y pienso que las infraestructuras son necesarias, pero no hemos asumido su real coste hasta que no ha habido dinero para construir nuevos tramos.

Evidentemente, la crisis parece aparentemente que nos ha enseñado a vivir de forma diferente, a gastar con mesura, a comparar precios, a que lo que usamos perdure más tiempo y a dejar de presumir de coche –que hasta el Focus tiene su toque-,  y a saber que a final de mes la nómina se reduce; pero no ha logrado todavía convertirnos en emprendedores, animarnos a emigrar y a ponernos el mundo por montera. Llevamos decenas de años bastante cómodos y cualquier excusa nos sirve para no levantarnos de nuestros sillones ahora que nuestros líderes han demostrado que no solo depende de ellos el futuro de todos.