Archivo por meses: noviembre 2013

Aeropuertos

Hace ya unos cuantos lustros, uno de los empresarios destacados de Gijón organizó un evento internacional en Asturias. Las únicas críticas surgieron porque no tenía aeropuerto el Principado y llegar hasta ese territorio no era nada fácil, teniendo en cuenta la lentitud del tren al atravesar la Cordillera Cantábrica y la disposición de las carreteras de entonces, nada que ver con la autopista del Huerna que hoy es alternativa al ya famoso Puerto de Pajares.

El, con parte de sus colegas, diseñó a partir de ese momento su objetivo inmediato: una Asturias con aeropuerto y una villa, Gijón, con una Feria de Muestras Internacional. No fue fácil la meta, pero llegó, y ahora la Feria, al lado del estadio de El Molinón, y recientemente ampliada, lleva el nombre de este emprendedor: Luis Adaro. Por otra parte, con oscilaciones en los últimos años motivadas por la crisis económica, en 2012 los viajeros que asumió el Aeropuerto de Asturias fueron 1.309.640, a distancia de las cifras que aportan el número total de viajeros que parten y llegan a Castilla y León en sus cuatro aeropuertos.

La polémica ha estado servida desde que comenzaron a funcionar civilmente el resto de aeródromos junto al de Valladolid, una vez que dejaron de ser militares, y se han ocupado algunos de nuestros próceres en criticar más al vecino que en preocuparse qué hacer con el suyo. Evidentemente, desde la capital vallisoletana el viaje a Madrid en avión, con AVE o sin él, es bastante improbable, no reduce tiempo y es más gasto. Desde Asturias, en cambio, es más que necesario. Reconozco que de transporte se poco y de viajeros por aire, menos todavía, pero como aquel empresario asturiano tengo muy claro que un aeropuerto para ser una gran ciudad es fundamental. Lo he visto claro cada vez que me ha tocado esa necesidad de cerca, como en el caso de la organización del Congreso iRedes, o para actividades en el Museo de la Evolución. El acierto ha sido importante con el vuelo a Barcelona, aunque el horario sigue sin ser el más adecuado. Se ve también con los vuelos chárter que casi siempre se llenan. Sin embargo, todos los aeropuertos de Castilla y León tienen sus limitaciones, de espacio, de aviones, de seguridad, de personal… Y nunca en cambio se han puesto de acuerdo para la coordinación del trabajo: supongo que a un ciudadano burgalés no le importará ir a Valladolid para coger un vuelo a París, antes que trasladarse al complejo de Barajas, ni a un vallisoletano viajar a Burgos para su destino mallorquín, o a León o Salamanca, si fuera el caso. Y sumamos viajeros y sumamos posibilidades. Seguro que si fuera así tan sencillo ya se habría solucionado esta papeleta… o no… pero como ciudadano residente en Burgos reivindico Villafría, eso sí, mejor aprovechado, con más rendimiento, y quizá con un acuerdo entre todos.

Viajar por internet

No sé ustedes, pero si tengo que ir a otra ciudad y buscar en un hotel lo primero que hago es leer las opiniones que dejan los usuarios en los portales de reserva de hoteles, los turísticos o los comparadores. Observo si están contentos con la calidad y el precio, si la habitación es silenciosa, si tiene wifi y si la cama es dura, por eso de cuidar la espalda, ya en el tema de las almohadas no soy exigente y en la calidad de las utilities empiezo a comprobar que solo se aseguran en grandes hoteles. Lo del spa, la piscina, o el mini-bar tampoco le presto demasiada atención, aunque si tienen alguna botellita de agua gratis tampoco está mal. Los internautas opinan que por la red de redes se pueden comparar más precios, es  más cómodo o incluso los precios son más baratos, aunque como me comentó una vez el presidente de la Federación de Hostelería de Burgos los precios de su grupo estarían siempre acordes a los precios que aparecieran en portales de internet como Booking o Tryp Advisor.

Internet está sustituyendo, poco a poco, al tradicional boca a boca o a la recomendación de un amigo. Las reservas turísticas ya se mueven  on line similar a las de off line, y quien no está en la red de redes no existe. Hace unas semanas los chicos de Trivago, aquellos que conmocionaron a un montón de señoritas con el modelo que utilizaron para la campaña en televisión, se acercaron a Burgos y en el Museo de la Evolución ofrecieron un taller para hosteleros de esta tierra.  Confirmaron algunos datos que serán fundamentales de cara a la promoción del turismo del futuro:

90 billones, con b, de euros se gastan en Europa en la contratación online de viajes. El crecimiento es del 7 por ciento anual y se esperan 112 billones de euros de gasto en el año 2014, según un estudio aportado por la agencia. Si todavía prevalece la compra de viajes a través de las oficinas de las agencias, lo cierto es que en 2014 existe una estimación de que el 44 por ciento se hará online –bien es cierto que hay algunos asuntos que el online supera al presencial y otros como programar tu viaje de novios, que no dejas de hacerlo con una operadora turística cara a cara-. Hay un 62 por ciento de viajeros que prefiere organizarse su propio itinerario reservando vuelos y hoteles separadamente. Y aunque solo sirva para conocer entre el gremio que quizá sea bueno desarrollar una App (una aplicación), ocurre que el 20 por ciento de los usuarios ya reserva sus vacaciones a través de dispositivos móviles, un Samsung, un Iphone, un Nokia o cualquier tableta.

¿Qué destinos españoles se buscan? Pues están las cinco grandes del mar y la playa: Andalucía, Baleares, Canarias, Cataluña y Comunidad Valenciana, y luego Madrid, y en séptima posición, a distancia, Castilla y León, que es líder en turismo interior, por delante de comunidades como Galicia, Asturias, Cantabria o Murcia. En Castilla y León, Burgos está entre las más solicitadas.  Mantener ese puesto no será fácil, y acercarse a las seis mayores, tampoco, pero ahí tiene que estar el empeño, y uno es sin duda a través de esa red de redes que se está convirtiendo en uno de los principales prescriptores viajeros, junto a los medios de comunicación o programas como Gente Viajera  que este sábado se emitió desde el MEH .

El 11 del 11 de la ONCE

Javier vive solo, bueno exactamente solo no, le acompaña un mastín que hace de lazarillo cuando sale a la calle. Javier conoce su casa por palmadas y pisadas, por olores y sensaciones, por el frío y el calor; sabe perfectamente dónde está cada cosa que necesita y aunque no cuenta con una ceguera total, al menos eso dice su certificado médico, es muy alta, apenas vislumbra la luz tras una enfermedad que hace ya muchos años –el era un niño- le dejó en la situación en la que ahora se imagina aquellos colores de su infancia y describe cada espacio asignándole la paleta de un pintor. A pesar de sus circunstancias consiguió un título universitario, probablemente con el doble o triple de esfuerzo que sus compañeros, y a pesar de ello no encontró entonces lugar para trabajar realmente en aquello que parecía gustarle. No era fácil, ni lo es ahora, el camino laboral para las personas que tienen algún tipo de discapacidad. Pero Javier es un auténtico relaciones públicas, y por eso nunca dejó de sonreír, y ya en su kiosco de la ONCE lleva más de dos décadas de conversaciones, confidencias, alegrías y penas… Pese a su formación, a él la ONCE le salvó la vida y le dio la independencia necesaria como para no tener que depender ya nunca más de su familia. Se maneja con el ordenador, escucha los libros que le facilita la biblioteca de la ONCE, tiene aparatos singulares que a muchos nos costaría entender, y un perro, ya viejo, fiel y algo sinvergüenza, ya que a veces, cuando no se siente vigilado arrampla con la comida de su amo, que le prepara una vecina, después de un buen acuerdo económico. Javier asegura que es el mejor trato que ha hecho nunca y después de probar las fabes con almejas doy fe que tiene toda la razón del mundo.

La vida de Javier cambió gracias al desarrollo de una institución que en 2013 está celebrando su 75 aniversario y que hoy 11 de noviembre reparte un premio especial de 11 millones y 10 de un millón para 11 agraciados que a buen seguro se alegrarán esta noche cuando conozcan que su número es el recompensado, desde aquel primer sorteo que se celebró el 8 de mayo de 1939. Entonces los cupones eran solo de tres cifras y los sorteos provinciales. Era el Estado el que administraba y guiaba el camino durante estas primeras décadas hasta que en 1982 iniciara el camino de la autogestión acabando los propios ciegos dirigiendo a un colectivo de 70.000 afiliados y una Fundación que desde su creación ha generado más de 80.000 empleos y ha contribuido a una profunda transformación del sector de las personas con discapacidad en España.

Fue precisamente en Burgos cuando ese día histórico del 1e de diciembre de 1938, el gobierno en plena guerra civil firma el decreto fundacional de la ONCE, llamada entonces ONC (Organización Nacional de Ciegos), fusionando a todas las asociaciones que ya trabajaban por los problemas relacionados con los invidentes.  Hoy me sumo a la alegría de la ONCE, y merece mi enhorabuena el esfuerzo colectivo de muchas personas que sin ellas no hubieran sido posibles los grandes frutos de esta institución.

Columna publicada en Diario de Burgos el 11 de noviembre de 2013

La memoria del cine

No serán pocos los burgaleses que todavía retienen en su memoria los nombres de Avenida, Rex, Consulado, Coliseo Castilla, Cordón… como algunas de las salas de cine que a lo largo del siglo pasado albergaba la capital castellana. Todos ellos han desaparecido para dar paso a dos multisalas, una de ellas también con problemas de supervivencia. Y no será porque a los ciudadanos no les gusten las proyecciones en pantalla grande –la televisión, y las series ahora en auge, no son lo mismo, aunque cuentan con millones de seguidores- sino en muchas ocasiones por el incremento de precios que ha hecho al cinéfilo habitual restringir sus visitas a estos lugares que incluyen palomitas y coca colas como parte de su negocio, necesario, para mantenerse.

Hubo una época de oro en la cinematografía burgalesa –que ahora va a recrear en un libro Juan Carlos Pérez Manrique- y pareciera que en estos momentos estuviera todo en declive, salvo que no sea un espejismo lo ocurrido en  la Fiesta del Cine, donde no solo ciudadanos de Burgos, sino de toda España, hasta más de un millón y medio, consumieron en tres días entradas a 2,90 euros, habiéndose registrado previamente en una web, bien es cierto que con una cartelera con atractivo. Aquí, tanto Van Golem como Box, contemplaron filas que no habían visto en su propia historia, coincidiendo el día de más entradas con un partido de Liga de Campeones del Real Madrid. Y tampoco parece un espejismo cuando 80 millones de espectadores en España acuden anualmente a contemplar una película en las salas, manteniéndose el cine como un referente de ocio. Parece que el objetivo de esta gran Fiesta cinematográfica era recuperar el hábito de ver películas en pantalla grande como lugar natural, pero ahora resta saber las conclusiones que han podido sacar todos los implicados, desde las distribuidoras y exhibidoras, hasta el propio Gobierno con su 21 por ciento de IVA.

Una entrada, aparte de ese IVA, tiene el 55 por ciento para la distribuidora, un 42 por ciento para las salas, y un 3 por ciento para derechos de autor. Si cogemos como ejemplo la entrada de 8 euros, tras aplicarse el IVA, restan 6,61  euros, de los que 3,63 va a productoras y distribuidoras, y 2,27 a los exhibidores, las propias salas, y 0,19 céntimos se distribuyen para las entidades de gestión, vamos la SGAE. Que el precio influye es evidente si nos remontamos a que hace 10 años, con 4,80 euros por entrada fueron 143 millones los espectadores, y el año pasado con 7 euros, 94 millones.

Mientras muchos de los productores, distribuidores y exhibidores buscan en la piratería a los culpables. Y otros como Montxo Armendariz  o Alex de la Iglesia en cambio apelan a la distribución y exhibición para que apuesten por rebajar el precio de las entradas. La pelota está en muchos tejados, también, no me olvidaba, en ese maldito IVA.