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Centros concertados

Hace unos días tuve ocasión de entrevistar a Miguel Vila en La 8 Burgos, el diputado de Podemos por esta provincia, al que auguro un interesante futuro político, y fuera ya de la grabación -veinticinco minutos no dan para mucho- le pregunté su opinión sobre la Educación Concertada. Me aseguró que no peligraba, pero que, por supuesto, dedicarían todos sus esfuerzos a la mejora de la Educación Pública, manteniendo lo alcanzado ya por la Concertada. Miguel me parece fiable y un tipo honrado. Me lo creí.

Ocurre, sin embargo, que, por ejemplo, en Castilla La Mancha, el acuerdo con el que Podemos le daba sus votos al PSOE para gobernar, pese a no haber ganado, indicaba en uno de sus puntos, que no parece haberse leído García Page, por lo que demostró en una entrevista radiofónica, que la subvención para la concertada iría disminuyendo progresivamente en los presupuestos. Y eso, para la ideología de Podemos, seguro que también es una línea roja, no aireada todavía suficientemente mientras se mantienen las negociaciones. No quiero con ello desmentir a Miguel, pero en su formación política, y sobre todo en sus llamadas confluencias hay palabras como Libertad, que no siempre se interpretan de la misma manera.

No es acaso un derecho constitucional que los padres elijan la educación que quieran para sus hijos, ya sea pública, concertada, diferenciada…. ¿No pagan todos los ciudadanos sus impuestos, algunos de los cuales se dedican a la educación? Por qué tendrían unos padres además de pagar esos impuestos volver a pagar en un colegio que ellos hayan elegido y que no sea público, salvo que oferten unos productos extraordinarios. Este ejercicio lo entiendo razonable, es el ejercicio de la libertad. Es cierto que según la ideología del partido que nos gobierna en cada momento puede que una u otra esté más respaldada, y para todos a la pública debería dotársele de todos los medios necesarios y suficientes. Mis padres trabajaron toda su vida en la enseñanza pública, y yo he estudiado en centros públicos, concertados y privados.

Gracias a estos acuerdos, el Estado ha podido concertar miles de plazas educativas de una forma mucho más rápida y económica que si él mismo las hubiera constituido. Además, esta opción ha eximido a las administraciones de contratar miles de nuevos funcionarios con los costes derivados de ello. En su lugar se ha fichado a un personal con la misma formación y muchos menos costes laborales. Desconozco si debería ser así o no, pero casi siempre, cuando hay un cuadro comparativo entre gasto público o privado para un mismo servicio, el primero suele estar por encima del segundo.

Al final, es cuestión de libertades, y la de educación, es fundamental para el progreso de un país.

La renovación popular

Asumamos que en los próximos meses el PSOE gobernará con el apoyo directo o indirecto de Ciudadanos o Podemos. Asumamos también que el PP pasará casi con toda probabilidad a la oposición, después de negarse los líderes de los principales partidos el pan y la sal -aquí algunos se empeñan todavía en mantener las dos Españas, y no solo estos- Además a Mariano Rajoy le están creciendo los enanos semana a semana.

Ha podido el todavía presidente en funciones hacer todo el esfuerzo del mundo por intentar recuperar el empleo, incluso por solucionar el agujero bancario… pero lo que llega a todos los ciudadanos es el ejercicio de corrupción de decenas de sus cargos públicos, algunos de ellos todavía presuntos. Vale que en todos los partidos cuecen habas, pero siempre corren más riesgo aquellos que tocan poder y que manejan presupuestos. No es fácil esquivar las tentaciones. Ejemplos hay cientos y de todos.

Hace tiempo que el Partido Popular necesita un ejercicio de renovación. Lo intentó Rajoy al cambiar a casi todo su equipo directivo con gente más joven y apenas conocida, pero lo hizo tarde. Aunque ahí seguía Arenas, por ejemplo, impertérrito. Y cuando pudo prescindir de algunos nombres históricos, los envió a todos al Senado. Es cierto que los partidos políticos tienen que ‘facilitar’ la carrera de aquellos que profesionalmente se dedican al ejercicio de esta profesión. Pero ni es la Cámara Alta la solución, ni tampoco las puertas giratorias.

En Burgos, por ejemplo, cada vez que el PP tiene que elaborar una lista, son los mismos nombres, cambiados de una candidatura a otra, y puedes pasar de ser concejal a diputado, o a senador o transformarte en procurador. No han surgido apenas hombres y mujeres nuevos -excepciones hay en las listas municipales y no en los primeros puestos- en los últimos años. Y si existen ciudadanos interesados en la política, solo hay que verlo en las nuevas formaciones que han elaborado sus candidaturas con auténticos profanos. A la gente le preocupa la política, la situación de su pueblo, de su tierra, de su país. Y a veces no hace falta buscar tanto sino dar oportunidades.

El PP, el partido mayoritario en España, necesita una renovación. Y a ser posible con primarias abiertas, en congresos locales, regionales y el nacional. Y quizá en este orden, para que al evento estatal vayan precisamente aquellos que pueden ser más noveles. La política no es una procesión especialmente agradecida, y antes se coge al mentiroso que al cojo, pero merece la oportunidad de defenderse. Y un ejemplo, Galicía si hará ahora congresos locales. Y ya ha anunciado Feijoo que cambiarán tres de sus presidentes provinciales, por decisión propia.

Pregón de San Lesmes 2016

El 29 de enero la Hermandad Adelmus me invitó a dar el pregón de las Fiestas de San Lesmes, patrón de Burgos. Un pregón pronunciado en la iglesia que recibe el nombre del santo francés aficando en Burgos.

Buenas noches, miembros de Adelmus, autoridades, invitados, amigas y amigos. Es de bien nacidos ser agradecidos y lo primero que quiero es dar las gracias a los miembros de la Hermandad que me han honrado con el título de pregonero y también dar la bienvenida a los ciudadanos de Loudon que nos acompañan y a todos ustedes.

No querría dejar de dedicar unas palabras a Lesmes, patrón de Burgos y titular de esta parroquia. Tampoco quiero excederme porque casi todos mis predecesores en este ambón han glosado con singularidad y viveza las andanzas del buen santo francés, tan ligado a esta tierra y al monasterio de San Juan, recientemente remozado, y seguramente el estaría satisfecho si además ese uso se dedicara en parte a dar a conocer el trabajo y el esfuerzo de aquellos que trabajan con los más necesitados: los enfermos, los pobres, los imigrantes… aquellos que sufren cualquier injusta persecución o que padecen ahora la ausencia de trabajo sobre todo cuando afecta a más miembros de una familia.

Todos tienen que ver que estamos a su lado.

Estamos los católicos en el Año de la Misericordia. Aquella que vivió Lesmes en sumo grado, tanto que le llevó a la santidad. El dedicó parte de su vida a la atención de los necesitados, y no me cabe duda de que en este tiempo los refugiados, aquellos que huyen de la persecución de sus países, hubieran sido su objetivo. Quizá hubiera dedicado este monasterio de San Juan a tal menester en nuestros días. Cristianos que son asesinados por el hecho de defender su fe. Mujeres que no son respetadas, ni en su honor, ni en su dignidad, muchas amenazadas por su pareja en un mundo que no ha olvidado ni el racismo, ni el machismo. Guerras civiles sin piedad, como aquella que todavía mantiene dividida España en dos partes, pese a que han pasado ya casi ochenta años.

Los hagiográfos de San Lesmes han destacado siempre una desinteresada entrega a los demás que mostró en Burgos en la segunda mitad del siglo XI lo que llevó a que desde 1511 sea patrón de los burgaleses.

Una entrega que no distinguía de clases, ni de orígenes, que atendía a todos por igual e incluso que no se quedó solo en la atención a l os demás sino que realizó el primer saneamiento de Burgos para evitar unos focos de infección procedentes de unas charcas. Bien podría ser patrón del medio ambiente.

Los valores que promovió son pues universales, y son los que intenta transmitir el Papa Francisco en este Año Santo de la Misericordia, de los que me gustaría desgranar algunos aspectos destacados brevemente ahora que estamos bajo techo sagrado.

Porque la misericordia es recordar la mirada de Jesús a lo largo del Evangelio. La mirada a Pedro cuando le negó tres veces. O la de agradecimiento de la Magdalena cuando pidió que aquellos que estuvieran libres de pecado lanzaran la primera piedra.

Qué pasaría por la cabeza de Pedro, el primer Papa, al ver al Hijo de Dios, cuando le negó la tercera vez. Seguramente sus miradas se habían cruzado muchas veces a lo largo de los tres años en que compartieron su vida. Pero esta fue la última, e hizo que se apartara y llorara amargamente, porque Jesús se lo había anunciado, antes de que el gallo cante me negarás tres veces. Cuánta comprensión, cuánta emoción, cuánto cariño en ese último cruces de miradas.

Y seguro que hubo mucho dolor, pero ni un reproche, porque como escribió Pablo de Tarso, el amor no lleva las cuentas del mal. Quizá por la cabeza de Pedro pasaron esos tres últimos años junto a Jesús . Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia. Igual que ahora a Francisco.

Son las caricias de Jesús. Son sus miradas que se reflejan a lo largo del Evangelio y que los cristianos volverán a comprobar esta proxima Semana Santa, como la que cruza con su Madre, María, camino del Calvario, o la mirada a Juan desde la Cruz, al que encomienda a María. O la mirada a las mujeres, aquellas que no estaban apenas consideradas en una cultura como la judía entonces.

Jesús también mira a la Samaritana, de la que tantos se apartan en el pozo de Sicar, y entabla con ella una valiente conversación.

Todos sus discípulos se sorprenden en otro momento de ver a su Señor con una pecadora; al poco tiempo, es el único que cruza la mirada con la mujer adúltera, y cuando son muchos los que quieren lapidarla, simplemente les dice que quien esté libre de pecado tire la primera piedra, y todos se marchan.

Jesús cura a la suegra de Pedro, a la hemorrosia, a la hija de Jairo. Se compadece de la viuda de Nain, y mantiene una amistad excepcional que Marta y María, las hermanas de Lázaro.

Y a Zaqueo, al que le hace bajar de un sicomoro para hospedarse en su casa, y acaba convencido de que tiene que entregar la mitad de su fortuna a los pobres. Seguro que este publicano no alejó los ojos de Jesús durante toda la visita ¡Qué mirada la de Jesús para alcanzar su conversión!

Y al paralítico al que sus amigos le suben por el tejado para descolgarle en medio de Jesús y que se produzca el milagro. Y cura al enfermo de la piscina que no tenía quien le bañara cada vez que bajaba el ángel a remover el agua. Y al ciego que no ve pero observa en su interior y sale gritando tras acontecer el milagro.

Pero junto a la de Pedro, que luego moriría mártir como el resto de los apóstoles, está también la mirada de un joven, rico dice el Evangelio, que le pregunta al Maestro que ha de hacer para alcanzar la vida eterna. Por las respuestas iba por el buen camino y seguro que Jesús le mira con ternura y le pide lo mismo que a Zaqueo, porque es exigente: vende cuanto tiene y dalo a los pobres. Pero el joven, que podía ofrecer una respuesta positiva, se aleja y apaga su mirada, se retiró entristecido.

También hubo miradas con ira, como la dirigida a los fariseos, ira por la falta de humanidad con el pretexto de observancias religiosas. Una mirada motivada por la desazón y por la ausencia de corazón de sus contemporáneos. Como los mercaderes del templo.

El nuevo Papa también ha seguido la mirada de Jesús, así lo anunció en sus primeras palabras en su contemplación de la Creación, en una visión en relación con la naturaleza, que a Jesús le hace admirar la belleza de los lirios, el volar de las aves, la variedad cromática de los cielos.

Pero sobre todo, cómo miraría Jesús a su Madre María, para ella fue también su última mirada desde la Cruz.

Una mirada de misericordia, es la ley fundamental que habita en el corazón de cada persona cuando mira con ojos sinceros al hermano que encuentra en el camino de la vida, dice Francisco.

Jesús, ante la multitud de personas que lo seguían, viendo que estaban cansadas y extenuadas, pérdidas y sin guía, sintió desde lo profundo del corazón una intensa compasión por ellas. A causa de este amor compasivo curó los enfermos que le presentaban y con pocos panes y peces calmó el hambre de grandes muchedumbres .

Lo que movía a Jesús en todas las circunstancias no era sino la misericordia, con la cual leía el corazón de los interlocutores y respondía a sus necesidades más reales.

Cuando encontró la viuda de Naim, que llevaba su único hijo al sepulcro, sintió gran compasión por el inmenso dolor de la madre en lágrimas, y le devolvió a su hijo resucitándolo de la muerte. Después de haber liberado el endemoniado de Gerasa, le confía esta misión: « Anuncia todo lo que el Señor te ha hecho y la misericordia que ha obrado contigo ».

También la vocación de Mateo se coloca en el horizonte de la misericordia, insiste el Papa. Pasando delante del banco de los impuestos, los ojos de Jesús se posan sobre los de Mateo. Era una mirada cargada de misericordia que perdonaba los pecados de aquel hombre y, venciendo la resistencia de los otros discípulos, lo escoge a él, el pecador y publicano, para que sea uno de los Doce.

De otra parábola, además, podemos extraer una enseñanza para un estilo de vida cristiano. Provocado por la pregunta de Pedro acerca de cuántas veces fuese necesario perdonar, Jesús responde: « No te digo hasta siete, sino hasta setenta veces siete » y pronuncia la parábola del “siervo despiadado”. Este, llamado por el patrón a restituir una grande suma, le suplica de rodillas y el patrón le condona la deuda. Pero inmediatamente encuentra otro siervo como él que le debía unos pocos céntimos, el cual le suplica de rodillas que tenga piedad, pero

él se niega y lo hace encarcelar.

Entonces el patrón, advertido del hecho, se irrita mucho y volviendo a llamar aquel siervo le dice: « ¿No debías también tú tener compasión de tu compañero, como yo me compadecí de ti? » . Y Jesús concluye: « Lo mismo hará también mi Padre celestial con ustedes, si no perdonan de corazón a sus hermanos »

Donde quiera que haya cristianos cualquiera podría encontrar un oasis de misericordia. Jesús indica las etapas de la peregrinación mediante la cual es posible alcanzar esta meta, recuerda Francisco: « No juzguéis y no seréis juzgados; no condenéis y no seréis condenados; perdonad y

seréis perdonados. Dad y se os dará: una medida buena, apretada, remecida, rebosante pondrán en el halda de vuestros vestidos. Porque seréis medidos con la medida que midáis » .

Dice, ante todo, no juzgar y no condenar.

Si no se quiere incurrir en el juicio de Dios, nadie puede convertirse en el juez del propio hermano. Los hombres ciertamente con sus juicios se detienen en la superficie, mientras el Padre mira el interior. ¡Cuánto mal hacen las palabras cuando están motivadas por sentimientos de celos y envidia! Hablar mal del propio hermano en su ausencia equivale a exponerlo al descrédito, a comprometer su reputación y a dejarlo a merced del chisme.

No juzgar y no condenar significa, en positivo, saber percibir lo que de bueno hay en cada persona y no permitir que deba sufrir por nuestro juicio parcial y por nuestra presunción de saberlo todo. Sin embargo, esto no es todavía suficiente para manifestar la misericordia. Jesús

pide también perdonar y dar. Ser instrumentos del perdón, porque hemos sido los primeros en haberlo recibido de Dios. Ser generosos con todos sabiendo que también Dios dispensa sobre nosotros su benevolencia con magnanimidad

San Lesmes abrió el corazón a cuantos vivían en las más contradictorias periferias existenciales, como diría el papa, que con frecuencia el mundo moderno crea dramáticamente. Ese mundo que nosotros también podemos cambiar.

Desearles unas felices fiestas de San Lesmes y que disfruten ahora con el concierto del Orfeón Burgalés.