Archivo por meses: septiembre 2016

Maldita memoria

Lo he vuelto a ver y me ha producido la misma sensación que otras muchas veces. Un nudo en el estómago difícil de quitar. Es como cuando llegas a casa y tu madre te pregunta: cuándo nos vamos a ir de este hotel hijo? Y le enseñas las fotos de los nietos que con tanto cariño ha ido colgando frente a la cama. Y le sonríes, y le das un beso en la frente y la llamas hermosa.
No sé qué pasa por la mente de un enfermo de alzheimer. Con cambios de carácter, con sonrisas y tristezas. Convivo muy cerca con una persona que sufre Hungtington. No se expresa ya. Aparentemente. Porque sonríe o se calla durante largas horas sin un motivo claro. Disfruta con la comida y con el café. Pero no sé dónde está. Cómo es su mundo. Si vive feliz. Si es ajeno a lo que hacen los demás pese a su mirada fija.
No son solo enfermedades de la memoria, pero sin ella comienza manifestándose. Comenzamos a acordarnos de lo más lejano y a olvidar lo que cenamos ayer, aunque fuera una pieza de fruta sencilla de recordar. Vemos como la memoria lejana es más cercana, y la cercana lejana.
Y son enfermedades que en vez de retroceder avanzan, porque vivimos más, porque queremos vivir mejor. Dónde cada vez se dedican más recursos médicos para intentar minimizar aunque fuera un poquito sus efectos. Donde grandes compañías multinacionales farmacéuticas están dedicando miles de millones de dólares para intentar conseguir un medicamento que retrase poco a poco su implantación y lógicamente ganar dinero.
Porque todos poco a poco nos vamos encontrando ya en nuestro entorno pacientes de alzheimer, más o menos avanzado, y sabemos del esfuerzo de sus familiares más cercanos y de una dependencia que no siempre llega, al margen de lo que muestren las estadísticas.
Son esos cuidadores, la mayoría familiares, que en ocasiones han dejado de tener sus ocupaciones habituales, o se han trasladado de ciudad sobre los que recae fundamentalmente el esfuerzo y el apoyo impagado de las asociaciones de voluntarios frente a esta u otras enfermedades similares.
Y se multiplican los actos, y los esfuerzos de personas para recordar que este mal está ahí, a la vuelta de la esquina, aunque cada vez sea menos necesario porque nos va tocando poco a poco a todos. Recuerdo a un antiguo compañero y amigo que dejó el trabajo y viajó andando desde Santiago a Jerusalén .-no llegó a pie hasta el final precisamente por un problema de salud- para recordar a todos la situación de enfermos y cuidadores, y cada día se multiplican las acciones, también en Burgos, ciudad solidaria donde los haya.
Acabamos de vivir la Semana del Alzheimer, reivindicativa para algunos desmemoriados de la administración, agradecida para todos aquellos que acompañan a sus seres queridos, y luchadora para muchos de los voluntarios. Gracias.

Soledades

Más de cuatro millones y medio de personas viven solas en España, vamos con su mismidad. En muchos ha sido opcional, pero probablemente en los dos millones de personas mayores de 65 años la gran mayoría han perdido a su otra parte, con una pensión muy justita e intentando vivir al día en tiempos de dificultad, e incluso sacrificándose por sus nietos y dejando de gastar en lo que ellos consideran prescindible y nuestra generación necesario.

Nos ocurre cada vez que nos tenemos que trasladar de vivienda. En la mayoría de los casos son pocas veces en la vida, pero a veces precisamente la vida te da esas oportunidades de hacerlo y puedes por cambios laborales o familiares, y te das cuenta que cada vez van aumentando más las maletas y los paquetes, y hasta almacenamos aquellas camisas por si algún día adelgazamos, lo que engordamos en los últimos años. Y libros, cantidad de libros de los que muchos no has abierto, pero que siguen acompañándote de un día tras otro. Muchas cosas prescindibles, mientras que las necesarias no pesan, no ocupan lugar, no necesitan espacio, al menos material.

Algunos de los que puedan estar leyendo estas líneas lo experimentan en muchas ocasiones. Lo imprescindible para nuestros mayores, para nuestros seres queridos, bien es cierto que además de la salud, de una buena alimentación, y de compañía, lo que necesitan es cariño. Es decir a tu madre ‘hermosa’, darle un beso en la frente y sacarla de paseo, ya sea andando o en silla de ruedas, y probablemente será la mujer más feliz del mundo. Y si ya en el camino aparecen los nietos, vivirá otra vida.

Pero hay otra mucha gente sola, que no tiene ni hijos, ni nietos a los que mirar. Porque a la gente mayor le gusta mirar, contemplar, sin decir nada, en silencio. Un silencio que no todos sabemos apreciar, un lugar donde se toman muchas decisiones, se reflexiona y todavía se mira para el futuro, quizá incluso hasta la eternidad.

En Burgos hay un grupo de asociaciones y entidades que procuran acompañar a vecinos que están solos y que si no fuera por ellos no podrían salir de casa o hacer la compra, o ir al médico. Eso imprescindible que necesitamos todos. Burgos es una provincia, una capital, que ha contado con numeroso voluntariado, sobre todo entre la gente joven, pero últimamente también entre prejubilados y mayores. No podemos perder ese carácter. Pero, maldita soledad, hay que lograr, hay que alcanzar, un sueño casi imposible, y es que ningún ciudadano que viva en nuestra tierra se sienta solo, que todos tengan algún número teléfono al que llamar, alguna persona con quien conversar, alguien con quien reír y llorar aunque sea unas horas a la semana, o con quien rezar una oración o ver una película. O pasear junto al Arlanzón entre el paisaje otoñal.

Hoy el tema de esta ‘Página Par’ me lo ha sugerido un profesor de instituto, de bachillerato, con sentido común y que lleva sufriendo en la educación los cambios de legislatura durante muchos años. Un educador que se ha visto sorprendido al leer las declaraciones del consejero de Educación de la Junta de Castilla y León -al que personalmente aprecio y creo que es un buen profesional para este campo- que por no disgustar a unos, lo ha logrado con otros.
Asegura el consejero que pese a que la ley actual, la LOMCE, habla de reválidas en secundaria y bachillerato, los exámenes, que se supone que se van a realizar a finales de este curso que se inicia hoy, no van a servir para nada.
Así que una vez suprimida la Selectividad y con unas pruebas que no van a influir al final del ‘bach’ tendremos una generación que llegará a la Universidad sin ningún examen válido. Este profesor anda preocupado en cómo incentivar a sus alumnos, en cómo intentar mejorar la calidad de la educación, en cómo lleguen a los centros universitarios aquellos que quieren y deben. Y ahora se encuentra frustrado.
Pero ya nos hemos olvidado del mérito y la capacidad de la que tanto hablaba Wert, si en las primeras reválidas ya se echan para atras los representantes autonómicos del mismo partido, qué pasará con el resto, y todo por evitar confrontaciones verbales, cuando no les falta razón, porque aunque haya sido la LOMCE una ley sin consenso, bien es cierto que ha buscado reducir el fracaso escolar y buscar alternativas para mejorar la calidad de enseñanza. Aparte de garantizar la libertad de educación, algo en lo que no todos los partidos parecen estar de acuerdo, o al menos la interpretan de manera diferente.
No lo tienen fácil los maestros y profesores, y menos en las últimas décadas donde han perdido autoridad en beneficio de algunos alumnos que en muchos casos apelan a sus padres cuando son exigidos, y odian todo aquello que sea responsabilildad. Y de unos padres que defienden a sus hijos aunque la razón no la lleven. Efectivamente, hay muchas excepciones, y hay chavales ejemplares, pero ello no exime de la preocupación existente entre los docentes para encontrar un buen ambiente, especialmente en algunas edades, entre sus alumnos.
En todos los pactos de los que se ha hablado este último año después de las dos elecciones figuraba la palabra consenso para hablar de educación. Ninguno ha salido, porque por delante estaba no el beneficio de la sociedad, sino el partidista. Y por lo tanto tampoco ha habido una mesa donde todos los representantes de las formaciones políticas junto con expertos hablen, con tranquilidad, sobre el presente y el futuro de nuestros hijos, un tema que debería ser prioritario y que es de los más olvidados.

2.000 días en guerra

No creo que estemos hartos de ver día tras día las imágenes que suceden en Siria, un país que suma más de 600.000 refugiados en 18 zonas que están sitiadas en los países de esta región de Oriente Medio. Porque si estuviéramos hartos mostraríamos más alto y durante más tiempo nuestro malestar por la actuación de nuestros responsables políticos que ha avanzado muy poco en la solución política de esta guerra. Porque se han aprobado fondos en diferentes conferencias internacionales, pero no ha llegado su cumplimiento ni a la mitad, lo que ha impedido que este ingente número de refugiados no cuente con los recursos mínimos para su supervivencia y que los países que los acogen tampoco.

La solución, dicen desde las ONGs, no se encuentra únicamente en las zonas vecinas a Siria, los países participantes en la conferencia de donantes deben realizar también esfuerzos para el reasentamiento. En Líbano, una de cada cuatro personas es un refugiado. Esta cifra equivaldría a que Estados Unidos acogiese al doble de población de Canadá. Con excepción de muy pocos países, nadie está cumpliendo y no hay más que ver los que han llegado a España que casi los podemos contar con los dedos de las dos manos.

En los primeros ocho meses de 2016, más de 280.000 personas realizaron la durísima travesía por mar hacia Europa. Tras el ominioso acuerdo entre la UE y Turquía los refugiados que han llegado a Grecia pasaron de 67.000 en enero a 3.500 en agosto. 4.172 personas han muerto o están desaparecidas en el Mediterráneo, afirma ACNUR, lo que supone una media de 11 hombres, mujeres y niños muertos cada día durante los 12 últimos meses.

Los 2.000 días en guerra coinciden con el primer aniversario de la muerte de Aylan, el niño de la fotografía que conmovió al mundo. Fue un momento de empatía y solidaridad sin precedentes en toda Europa.

Bien es cierto que la situación política nacional nos impide ver el bosque. Pero la situación es tan grave que deberíamos recuperar ese espíritu de hace unos meses donde se crearon asociaciones, hubo decenas de declaraciones y todos íbamos a participar de un mal que lleva el camino de convertirse en endémico. Pero todavía hay tiempo, todavía se puede evitar que mueran más personas. No me he leído los 150 puntos que firmaron entre el PP y Ciudadanos. Nunca pensé que se fueran a cumplir. Aunque veo en Rivera voluntad de hacerlo. No sé si en alguno de esos puntos, además de la economía y la corrupción se han acordado de los miles de refugiados que llegan a Europa, de los 16.000 que nos comprometimos a recibir, pero todavía tenemos posibilidades de hacer algo, de priorizar, de no esperar a ver si tendremos unas terceras elecciones. Una vida humana, cualquiera, no tiene ni plazos, ni precio, ni matices.

10 años sin Julián y Santino

Tenía el móvil en silencio, al despertar comprobé que contaba con más de una veintena de llamadas perdidas, algunas reiteradas de mi hermano, de Edu… Les llamé. En el trágico accidente que había tenido lugar en Villada la tarde anterior dos de los fallecidos habían sido Julián Campo y José Santino Manzano. Al poco me llegó una fotografía al correo, quizá la última, de Julián en Santiago con una hija de Ángel el día anterior a tomar ese fatídico tren.
Luego vinieron, el funeral, los homenajes, la Misa en la Catedral con una obra dirigida por José María Cano, unas calles en Burgos. Pregunté si se les podría dar el Premio Castilla y León pero me dijeron que nunca se otorga a título póstumo: renuncié a la propuesta.
Pero tengo la sensación de que todavía su vida entre los más pobres de los pobres no ha sido lo suficientemente valorada. Al margen de su tiempo como hospitaleros en el Camino, ellos tenían en Calcuta y África su pasión. Desconozco qué será de la ‘familia’ que tenía Julián adoptada en Calcuta. Quizá Ovidio lo sepa. Habrán muerto ya probablemente todas las personas que el conoció en la Casa Madre de la madre Teresa, no en vano como él decía estaban ya en el ‘pit lane’ de la carrera de la vida. O por dónde andarán las chicas del colegio de Etiopía que para llegar al centro iban corriendo varios kilómetros para evitar ser violadas como recordaba Santino.
Ellos estarán en su pedacico de cielo precisamente junto a Madre Teresa que pronto será canonizada, con centenares de amigos, todos desfavorecidos, a los que ayudaron a llegar allí arriba. Con mi amigo Satur, que me presentó a Julián cuando llegué a Burgos, en plena calle Santander todavía orondo y sin barba. Ellos estarán disfrutando de este Ańo de la Misericordia viendo como muchos siguen su ejemplo de dedicación a los demás . Y a los que les conocimos siempre nos quedará un trozo  de corazón para su recuerdo, y a mi un pequeñito elefante que me regaló Juan Vicente de las decenas de cosas que su primo traía de la India todos los ańos.