La vida sin Google

Quizá algunos de ustedes recuerden cuando utilizaban como buscador Lycos, Excite, Yahoo o Altavista. Quizá también buscaban algún chat de Terra para conversar con quien encontraran a esas horas de la noche perdidos en internet. Los teléfonos móviles apenas habían entrado en nuestras vidas, y apenas encontrábamos algún Nokia, Alcatel o Motorola o una singular Blackberry. Era la vida sin Google y sin Apple, precisamente en esta semana que el Iphone, que cambió muchas de sus costumbres, cumple solo 10 años.
Todavía sonrío con nostalgia cuando alguna persona me da su correo electrónico y es de Yahoo. ¡Vaya, otro de mi generación! Después llegó Terra, y sus diferentes versiones, y poco más tarde Hotmail, clave para chatear. Y ahora la inmensa mayoría tiene Google para poder operar en la totalidad de sus servicios todavía gratuitos. No existían Facebook ni Twitter, y mucho menos Instagram y podíamos vivir sin ellos. Los más avezados tenían un blog (nacieron en 1994). Pero llegaron los 140 caracteres y muchos ya han dejado de existir.
Los hábitos de vida han cambiado. No hay más que ver las aplicaciones que triunfan. Conocemos el tiempo que va a hacer dentro de 24 horas o de una semana. Sabemos las calorías que consumimos cuando nos ponemos a andar o a correr. Tenemos el mapa en el móvil y no en un inmenso desplegable que ocupaba el doble que el asiento del acompañante del conductor del coche. Encendemos la calefacción de casa desde el ordenador y los taxistas de Madrid han dejado de utilizar su pequeña enciclopedia para encontrar la calle donde debían dirigirse.
Teníamos que ver el programa de televisión a la hora que le emitían. Y ahí estábamos como un clavo delante de la pequeña pantalla de la primera emisión de OT -no tan lejana- o esperando el nuevo capítulo de Médico de Familia. No había una tablet donde buscar la televisión a la carta, ni los canales habían abierto webs para publicar sus series.
Hemos cambiado mucho sin darnos cuenta. Los SMS costaban dinero y ahora estamos pendientes permanentemente de un whatsapp que también nos cuesta pero va incluída en la tarifa plana del teléfono, la televisión y la wifi.
Nuestro tocadiscos ahora ocupa menos que una tarjeta de visita. Y eso sí, todavía las compañías no han encontrado cuál es el tamaño de pantalla que triunfará en nuestro smarthpone. Antes, el estandar del bolsillo de la camisa era nu nivel de medición. Ahora han crecido.
Solo me consuela escuchar que los discos de vinilo vuelven a estar de moda y que los aparatos de teléfono se coleccionan como joyas. Algo hemos cambiado, pero ya no será lo mismo que la vida sin Google, porque ya cuesta hasta mirarnos a los ojos antes que a la pantalla.

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