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Regino

El tipo, todo un medalla olímpica, se ha roto todo el cuerpo a lo largo de su carrera deportiva para llegar al bronce en snowboard, pese a haber nacido en Ceuta y criado en Mijas, donde no han visto la nieve en los últimos quinquenios. Se ha dañado un hombro, se rompió la clavícula, tiene operadas las dos rodillas, el otro hombro y también hizo crack el cúbito y durante las carreras en las que participó en los Juegos tenía una muñeca con una fisura. Regino es desde los 4 años un friki de la nieve, donde le llevaban sus padres –también amantes de la misma- todos los fines de semana, desde Málaga a Sierra Nevada. Veinte años después ha demostrado que se puede nacer en el continente africano y estar entre los mejores en una especialidad en que en menos de dos minutos te juegas hasta la vida.

A Regino nos lo podríamos encontrar, fuera ya de las montañas, en cualquier concentración motera de las que hay por ejemplo en Valladolid. Con sus anillos con calaveras, con sus múltiples tatuajes y con su Harley Davidson a cuestas. Ya tienen los de Pingüinos un posible candidato para ser premiado en su próximo evento. Por su envergadura pudo ser perfectamente pívot de balonmano. Y por su barba, pirata en cualquier barco. Dice que antes que afeitarse la misma se corta los coj….

Tiene una voluntad de hierro, parecida a la imagen de su casco que podría pertenecer a cualquier superhéroe, y que probablemente se ponga de moda. Es, como muchos de nuestros deportistas, un ejemplo para nuestro país. Difícil de encontrar recursos y patrocinadores fuera del fútbol y del baloncesto, pero grandes a la hora de luchar por unos colores. Y sino que se lo pregunten a los jugadores de la selección española de rugby que están muy cerca de volver a hacer historia clasificándose para el Mundial de Japón del año que viene. O a los de balonmano, recientes campeones de Europa. O a los de fútbol sala, subcampeones. Y a nuestro patinador Javier Fernández, ganador de un bronce que a todos nos sabe a oro. Y…..

No es difícil admirar a Regino. Solo basta con ver la prueba donde se alzó con la medalla. En cualquier momento, como les ocurrió a los que iban detrás de él, podía haberse caído, y no solo perder la opción al tercer puesto, sino romperse por cualquier parte, como ya le ha ocurrido en contadas ocasiones. Pero es un tipo valiente, luchador, a todas luces honrado, y español, en un momento donde para algunos el país que defiendes con tu escudo y tu camiseta les da lo mismo.

Ojalá España contara con muchos Reginos. Ha conseguido su sueño que era un podio olímpico. Y ha conseguido que su deporte sea conocido en nuestro país. Los hermanos Fernández Ochoa lograron que la afición al esquí se multiplicara. Regino está a punto de conseguir que me suba con una tabla a la estación de Lunada. (Es broma)

 

El origen del castellano y el Instituto de la Lengua

Pocas instituciones habrán hecho tanto por investigar el origen del castellano como el Instituto Castellano y Leonés de la Lengua (Illcyl). Debate que se mantuvo en la segunda mitad del siglo XX, pero que en este siglo XXI se muestra inapelable, interviniendo incluso la Real Academia Española para confirmar que los documentos que forman el Cartulario de Valpuesta recogen los primeros escritos del español, tras el trabajo liderado por el Ilcyl que finalizó con la publicación de un doble volumen «Los Becerros Gótico y Galicano de Valpuesta», que evidencia que en el siglo IX había ya una lengua que surgía y en sus primeros balbuceos competía con el latín oficial.

El contenido básicamente recoge, entre otros asuntos, información sobre movimientos económicos de servicios funerarios realizados en el monasterio de Valpuesta. Son precisamente los monjes quienes en aquellos siglos eran los únicos que sabían escribir y que iban recogiendo en sus escritos el lenguaje que se hablaba y oía en la calle. Difícil será encontrar el origen de esa lengua hablada pero la escrita ya queda manifestada.

Esos cartularios que ocupan varios siglos, y que han sido escritos por 34 ‘manos’ distintas, muestran también la evolución del romance castellano en esta zona concreta de España. Estudiados ya por numerosos eruditos pocas dudas quedan sobre el principio escrito de nuestra lengua.

El trabajo del Instituto, dirigido por Gonzalo Santonja, no es solo un esfuerzo de y para eruditos. Bien está que se debata en Congresos la historia de nuestra lengua, sino también es sumar a Burgos un motivo más para potenciar su cultura. Si aquí vivió el primer europeo, también lo hicieron los primeros que hablaron una lengua que hoy conocen más de 500 millones de personas en todo el mundo, según el Instituto Cervantes ha acreditado.

Ha sido también la excusa, el origen del castellano, para intentar convertir a nuestra provincia en sede de cursos de español, que nunca llegaron a triunfar, o de reclamo turístico, que tampoco se ha manifestado en número de visitantes. Y las dificultades de supervivencia del propio Ilcyl así lo muestra.

Ahora que se ha vuelto a hablar del Instituto, y no precisamente por sus importantes publicaciones, sino por un concurso para completar unas plazas, sería bueno reflexionar sobre el notable cometido que realiza, para sustentar en bases fiables y ciertas todo aquello de lo que presumimos en el origen de nuestro idioma. Bien está admirar las Glosas Silenses, compradas por la British Library a finales del siglo XIX y que pudimos contemplar hace más de diez años en su lugar de origen en una exposición temporal, pero también sería fructífero empeñarse en serio en ser el centro y la capital del castellano en todo el mundo.

Pernoctaciones

Parece que todo el debate sobre el turismo en Burgos gira en torno al número de pernoctaciones que nuestros viajeros realizan de media. Que se quedan en el día y medio y no logran alcanzar las dos noches nuestros turistas. Pese a eso se ha superado la barrera de los dos millones gracias al crecimiento de un 15 por ciento de los viajeros. En cualquier caso, no será fácil que la media suba, porque también cuentan en las noches hoteleras aquellos que se desplazan por razones de trabajo, y que habitualmente solo ocupan un día la habitación. Burgos es una ciudad industrial y son unos cuantos los trabajadores y directivos que entre semana se desplazan hasta aquí.

Recuerdo cuando trabajaba en el Museo de la Evolución que en encuestas aleatorias que realizábamos, la mayoría de la estancia de los visitantes eran dos o más días. Precisamente para el turismo eran días claves no solo la Semana Santa y el verano, ahora más distribuido entre junio y setiembre, sino también en qué día caen el primero de Mayo, o el 1 de Noviembre, o el 6 y 8 de diciembre y también el 12 de octubre.

Burgos, capital y provincia, suman los suficientes atractivos como para que madrileños, vascos, catalanes o vecinos de nuestra comunidad autónoma se desplacen hacia este territorio. Es cierto que falta trabajo por hacer sobre todo con aquellos que nos atraviesan hacia las playas del sur, o los que se acercan al Guggenheim de Bilbao, de los que un 66 por ciento del millón de visitantes son extranjeros, y luego se trasladan a otros lugares. O con los británicos que viajan en barco hasta Santander para seguir luego la marcha en el coche que han cargado.

También, dado los miles de vehículos que circulan diariamente por nuestras carreteras, deben encontrarnos fácilmente en la web o en indicaciones viales. En Francia, todos los lugares que son Patrimonio de la Humanidad están señalizados suficientemente antes de llegar y atravesarlos, para que aquellos que quieran puedan decidir con tiempo si se paran o no. En España son pocos los carteles que se encuentran en las autovías y autopistas. Apenas, en nuestro entorno, la Burgos-León marca algunos lugares que visitar .

Estamos, además, muy cerca de un paraíso de la gastronomía como son las tres provincias vascas. Se acumulan las estrellas Michelín, mientras que en Burgos solo contamos con una. Probablemente no sea tanta la distancia entre nuestra cocina y la suya como marcan las distinciones francesas. Pero da la sensación que algo hay que hacer en este campo.

Debemos sorprender a nuestros visitantes, evidentemente vender lo que ya tenemos, que no es poco, pero también hacerlo de manera que lo valoren personas de todas las edades, y también lo que no tenemos pero podemos acercarnos a ello. Aprendí desde pequeño que el paraíso debió estar en Asturias, pero por qué no en Burgos.