Archivo por meses: diciembre 2018

Periodismo de papel

Me sumo a la solidaridad con los periodistas mallorquines a los que el juez ha pedido sus medios de trabajo habituales, para intentar conocer cómo se ha producido una filtración en una parte de un sumario que está investigando. Una de las pocas ideas con las que te quedas al final de la carrera de Periodismo es que las fuentes son sagradas, y nunca, nunca, debes sacarlas a la luz.  Otra es que para confirmar una noticia siempre debes buscar dos fuentes, no vale con una. La tercera era que no se plagia. La cuarta, el concepto de noticia como la publicación de algo que otros no quieren que se sepa. Y la quinta, si es que puedo resumirlas en cinco, la búsqueda de la verdad.

El resto, como decía mi tutor universitario durante los cinco años, Carlos Soria, era que  “la Universidad se hace en los pasillos”.  Ahí donde están tus fuentes habitualmente. Y sirvan estas líneas para al menos proponer una defensa a ultranza del periodismo de papel, del periódico de toda la vida. De los periodistas que trabajan en los diarios, que al final, salvo excepciones en radio y televisión, son los que publican verdaderamente noticias contrastadas, los que investigan –porque en principio las empresas dedican más recursos que otros medios de comunicación a estos fines- y de  los que se valen los tertulianos para opinar. Si no existiera la prensa del kiosco, ya sea material o digital, se acabarían las tertulias en dos días, porque no contarían con temas serios de los que hablar.

Evidentemente, la televisión es mucho más impactante, incluso a la hora de escuchar las declaraciones de un juicio, más que leerlas, o ver las imágenes de inundaciones, más que te las cuenten por la radio, que lo que si tiene en cambio a su favor es inmediatez. Cada medio tiene su fuerza. Y la información que queremos encontrar no es gratis, es fruto del trabajo y el esfuerzo de muchos profesionales. La crisis reciente, además, ha conseguido que las inversiones publicitarias hayan decaído y los ingresos de los periódicos tradicionales disminuyan. También es cierto que las suscripciones a los diarios, ya sea en papel o en formato digital, cuestan menos que un café o que un viaje en bonobús, pero todavía no se ha logrado implantar el valor de la información, quizá porque no toda la información sea suficientemente interesante o porque no nos hayamos acostumbrados a ello.

Pero muchas de las noticias que ustedes encuentran en las redes sociales proceden de  periódicos tradicionales, aunque es justo reconocer la cada vez más importante presencia de medios digitales exclusivamente. Y esas noticias las cuentan periodistas profesionales que comen todos los días y alimentan a sus familias. Y la curiosidad por la información nunca la vamos a perder. Tampoco admitimos, cada vez menos, que nos cuenten cuentos. Y ya que estamos, en vez de regalar una corbata o una colonia, por qué no regala estas navidades una suscripción a un periódico.

 

El puente constitucional

Recuerdo cuando estudiaba en Pamplona que una de las fechas más esperadas al inicio del curso eran las del ‘puente foral’. En la capital navarra se celebra el 29 de noviembre, festividad del patrón, San Saturnino; el 3 de diciembre, el también patrón de la comunidad foral, San Francisco Javier; el 6 de diciembre, la Constitución, y el 8 de diciembre, la Inmaculada. Había muchísimas posibilidades de tener 10 días libres, siendo estudiante, a escasos quince días de las vacaciones de Navidad. Esa probabilidad nos alejaba de forma inversamente proporcional a la Carta Magna. Había tocata y fuga de la Universidad y de la región. Y así siguen en esas tierras forales y españolas, cuarenta años después.

Quizá hayan ojeado alguna vez el texto constitucional para comprobar si algún artículo defendía alguno de sus derechos. Muchos son los que se amparan pero solo en el papel. Verdaderamente pocos los que después de cuatro décadas se preservan, sin complejos, y con presupuestos. Por eso faltan todavía muchos remates y objetivos que cumplir.

Es cierto que, para muchos, fue el valladar de la transición, del cambio político, del regreso pacífico a las urnas, de la legalización de algunos partidos y de la confluencia de intereses. También ordenaba el modo de ejercer los tres poderes, y su singular elección. O la disolución de los mismos. Es además fácil de leer porque son artículos cortos, y capítulos también accesibles.

La reforma de nuestra Constitución ha dejado ahora de ser un objetivo prioritario entre nuestros gobernantes, enfangados como están en convocatorias electorales. Hay cosas que cambiar, evidentemente, pero sabiendo que todavía muchos preceptos no llegan más que a incoarse, habría que volcarse en lo que dice con tanta elocuencia: empleo, educación, vivienda, vida, libertad, justicia… Habría que repasar punto por punto y ver qué queda por cumplir, pero con el mismo espíritu de los que la escribieron y lograron una transición pacífica y digna.

Es imposible contentar a todos. La Constitución 40 años después todavía es joven para su manipulación. Lleva encima algunas modificaciones y seguramente hagan falta otras, pero también acarrea incumplimientos que en algún momento habrá que ponerles solución. Respalda una Monarquía parlamentaria que, por ahora, parece ser el sistema de gobierno que quieren los españoles. Apuesta por una España de las autonomías que es una alternativa que parece que funciona, salvo casos concretos que todos conocen, que hacen que no vivamos todavía en un país de ciudadanos libres e iguales.

 

Románico rescatado

El Románico del norte de la provincia de Burgos, junto con el de Palencia, pudo convertirse, hace ya algún tiempo, en un monumento señalado como Patrimonio Mundial por parte de la Unesco. La Junta de Castilla y León y el Gobierno de España llegaron a estudiar la posibilidad de su presentación como candidato. Pero, sobre todo, después de la elección de Vall de Boí quedaban pocas posibilidades, al menos a medio plazo, de que un conjunto románico conllevara el mismo nombramiento. Había que caminar por lo inmaterial y exigía nuevos proyectos. De todos modos, Burgos volvió a ser objetivo de la Unesco recientemente con la declaración del Geoparque Mudial de las Loras.

Ahora, desde la Consejería de Cultura de Cultura y Turismo se ha presentado la marca ‘Románico de Castilla y León’ que no solo acoge a las dos provincias norteñas, sino también a los 2.000 edificios que han conducido a la región a ser líderes en el patrimonio de arte románico en España.  Recupera así ese primer paso que se dio con el ‘Románico norte’ para incluir toda la potencia de estos cientos de inmuebles distribuidos de norte a sur y de este a oeste de nuestra comunidad, desde el que atraviesa el Camino de Santiago, al presente en provincias como Zamora, Soria o Salamanca.

Catorce volúmenes le costó a la Fundación Santa María la Real recoger una completa recopilación de referencias sobre el Románico en Castilla y León. En aquel momento, la distribución fue de 4 tomos para Burgos; 3 tomos para Soria; 2 tomos para Palencia y tomo para Ávila, Salamanca, León, Valladolid y Zamora. Casi 10.000 páginas y 5.000 fotografías, aparte de 1.661 planos con más de 1.800 referencias. Un excelente trabajo de una fundación que siempre ha sido apoyada por la administración autonómica, culminando con su fusión con la Fundación del Patrimonio Histórico. Precisamente, la entidad con sede en Aguilar cumplirá el próximo 2019 veinticinco años desde su puesta en marcha, y han hecho suya la frase de Unamuno: ‘Hasta la ruina puede ser una esperanza’.

Esperanza en que esta nueva Marca cale primero entre los castellanos y leoneses y después en el resto de España y el mundo. Porque podemos sentirnos orgullosos de cada portada, de cada torre, de cada iglesia, de cada edificio románico que se encuentra en nuestro territorio. Porque, a pesar de ese ingente número, y aunque hay unos cuantos en desuso y merecedores de una buena restauración, otros cientos se muestran espléndidos, y este Plan, que vendrá con nuevo gobierno, es una buena herencia, una gran idea para seguir recuperándolos y que sean un atractivo turístico.

Y porque quizá, soñando un poco, hasta la Unesco al cabo del tiempo reconozca a toda nuestra tierra como patrimonio inmaterial del Románico, por su entorno –como ocurrió también en Vall de Boí-, por sus piedras, por sus gentes, y porque haya pervivido hasta nuestros tiempos.