Caselli

Tiene la mirada perdida, los ojos pequeños, esta vez parecen tristes. No ha sonreído en ningún momento de esta primera parte de la entrevista que ha emitido La 8 Burgos. Y su figura corpulenta supone un carácter bonachón ahora desconocido. Se llama Antonio Caselli. Es el propietario y consejero delegado del Burgos Club de Fútbol. Es paciente, lleva tres elecciones intentando la presidencia del River Plate y ya está preparando la cuarta. Uno de los motivos para su llegada a Burgos era mostrar que en un equipo de Segunda B en España podía poner en marcha su idea empresarial y deportiva para trasplantarla al equipo de sus amores.

Con la presencia permanente  de su hijo en la capital castellana como presidente demostró que sus objetivos con los blanquinegros se mantienen: Intentar alcanzar pronto la Segunda División para consolidarse en ella y con la meta en Primera. No se si sabía cuando llegó, que a otro club de esta ciudad, de nombre parecido, le desvalijó por completo un presidente cuya máxima aspiración era ser el principal dirigente del Real Madrid.  Llegó a una ciudad bastante ‘quemada’ por el fútbol, y especialmente los empresarios y el municipio, que con su dinero lograron la conversión necesaria en SAD, para luego perderlo todo.

A Caselli también le salió en esos primeros meses rana uno de sus hombres de confianza, relacionado con los fichajes. Ya ha reconocido que se equivocaron. A tres meses del inicio de la liga acaba de llegar el nuevo director deportivo. Han cambiado a un entrenador y estamos en el proceso de la mejoría de la plantilla. Pero es una categoría muy dura de la que es muy difícil salir.

En esa entrevista, casi monólogo, de la que todavía falta la emisión de su segunda parte, he visto en los ojos de Caselli entremezclados su desilusión, su pasión por el fútbol, y sus sueños con el Burgos. Es difícil de entender lo que cuenta del agua caliente, que no existe después de los partidos en el vestuario porque hay que cambiar unos calentadores, pese a que él estaba dispuesto a hacer las reformas necesarias, además del cambio de césped y de continuar con las mejoras de El Plantío.  Pero a su proyecto le cuesta avanzar por los obstáculos que dice le están poniendo en el camino. Y eso que cuenta todavía con el respaldo de la afición, de un número de abonados que no se conocía en la historia reciente del equipo. Y de unos colores que pese a no ser el mismo club que estuvo en Primera y en el que militó Juanito, son los mismos que llegan al corazón de muchos burgaleses.

Tengo un amigo, Miguel Ángel, fiel seguidor del Burgos C.F., a las duras y las maduras, que todavía no ve claro el desembarco argentino en el equipo. Yo, pese a que en la política, en el fútbol y en los toros te tienes que fiar de poca gente, de Antonio Caselli me fio. Porque podía ser un fanfarrón argentino y me parece un hombre sincero. Porque creo que pese a sus negocios, está en Burgos con bastante frecuencia. Porque empieza a conocer a la gente de esta tierra, honrada y trabajadora. Y porque en esa mirada perdida está la ilusión de su vida, dos clubes de fútbol que te obligan a esquivar y saltar todas las piedras del camino.

Publicado en DB el 20 de enero

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