De piso

Siempre me he considerado un tipo ‘de piso’. Hasta hace relativamente poco tiempo era incapaz de distinguir entre un manzano y un naranjo.  Y no me pregunten por especies autóctonas que las desconozco. Tampoco crean que me resulte fácil diferenciar una vaquilla de un novillo a esas edades primeras e indefinidas, que entre una vaca y un toro ya llego. Y poco más a pesar del empeño de algún que otro amigo para que le acompañe en la vendimia, cómo para distinguir las uvas.

He sido constantemente un tipo de piso, de ciudad. En un momento me dijeron que agricultores y ganaderos trabajaban lo justo y cobraban muchas subvenciones. También decían que eran los causantes de la subida del precio de las viviendas en las capitales. Mientras tanto España iba creciendo económicamente y nuestras regiones iban perdiendo la posibilidad de recibir más dinero o incluyo de perder las ayudas, entre ellas Castilla y León, que había logrado los objetivos. Y tras el Brexit además toca apretarse el cinturón y habrá que apretarse el cinturón; los agricultores serán algunos de los más damnificados. Los recortes, en el período 2021-2027 podrían llegar a los 925 millones de euros anuales para la agricultura española, por no hablar por último del clima, que puede provocar situaciones cada vez más graves y sobre todo imprevisibles, de ahí la necesidad de los seguros agrarios.

Pero ya no pueden más. Y centenares, miles de tractores, han salido por todo el territorio, han ocupado calzadas, autovías, autopistas para quejarse de lo mismo: recibir precios injustos por sus productos. Algo que no niegan ni los que compran, y por supuesto ningún partido político, tanto que los que más se han subido al carro son Iglesias y Abascal. Porque no olvidan que suman millones de votos en esta España que se dice vaciada. No es difícil entender lo que vienen denunciando desde hace lustros, sobre todo con el precio de los productos cárnicos, les cuesta más que lo que ganan al venderlo. Y todavía estamos pendientes de los aranceles americanos, que igual ya no son lo mismo que lo que anunciaron, porque Trump se encuentra en un año electoral, pero que podrían ahogar también nuestra industria agroalimentaria basada de manera importante en la exportación.

No podemos olvidar que este sector supone en torno al 2,7 por ciento del PIB. Y que eso le convierte en un sector estratégico, por la diversidad y calidad de nuestras producciones agrícolas y el alto grado de especialización.  España es el segundo país de la UE en superficie agrícola, con el 13 por ciento.

Toca escucharlos. Encontrar soluciones. Hace unos días me preguntaba qué pasaría si nuestros jóvenes renunciaran a estudiar Medicina. Con la agricultura y la ganadería ya está sucediendo. La tecnificación se está paliando parte del problema. Pero si ellos no encuentran futuro qué puede ocurrir.

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