Perdidos

Es difícil pensar en crecer, cuando continuamente te están bombardeando en el día a día con cifras, a saber cuál es la verdadera, de contagios, ingresos, ucis y fallecidos. Cuando bastantes autónomos están buscando la forma de ahorrar de cualquier parte para intentar sobrevivir a estos momentos y a los que van a llegar, mientras ni la lotería de Navidad ha logrado devolver la esperanza a todos aquellos que han sufrido algún malestar en este 2020 porque son millones de españoles y se han vendido muchos menos billetes. Algunos niños todavía preguntan cómo llegarán los Reyes el 5 de enero por la noche, pero que no se preocupen porque estos son verdaderamente magos, y esperemos que a todos los pequeñajos les alcance algún regalo.

El viernes por la mañana, cuando reabrían las terrazas, pude ver como a pesar de la lluvia, el bar restaurante que se encuentra en mi manzana ponía todas sus mesas pese a que el toldo solo cubría una tercera parte. Ahí estaba. Dos chavalillos merecen cualquier esfuerzo, si le dejan. También hay otros que se han ingeniado vendiendo el pincho de tortilla del desayuno en un recipiente de plástico junto al vaso con café; un grupo de restaurantes, también en Burgos, han creado una aplicación para llevar a casa sus menús donde cada plato es de uno diferente lo que obliga a consumir de lugares distintos. Y el bueno de Miguel Cobo no para de vender en Instagram todo lo que puede su nuevo local que casi no le han dejado estrenar.

Y te encuentras por casualidad con una madre que ha sacado a sus hijos del colegio porque por fin después de bastantes meses le han citado para una operación y no vaya a ser que se contagien y ella tenga que aislarse y prorrogar todavía más tiempo su paso por el quirófano porque las listas de espera siguen sumando a decenas pacientes. Y los especialistas se sorprenden de encontrarse de nuevo a personas para hacerse las mismas pruebas que se hicieron antaño porque no han pasado por la intervención. Y además hay dudas sobre la continuidad de un Hospital que bien podría reducir parte de ese número por el dinero que cuestan 100 metros de autopista en España (un informe europeo decía hace unos años que en nuestro país valía 4 veces más la construcción de una infraestructura que en Alemania).

Puedo entender que los ciudadanos andemos perdidos porque nos tienen amargados. Pero nuestros responsables políticos no, que son quienes deciden cómo utilizar nuestros impuestos –directos e indirectos- y la utilidad de los mismos. Y andan debatiendo sobre educación, pero no en cómo evitar el fracaso escolar y hacer que los alumnos sean mejores, sino sobre ideología, y lo mismo ocurre con la república o la monarquía, que se votó en la Constitución, o con la ley de eutanasia. De todo eso hay que hablar, pero primero devuelvan la ilusión a una nación, para que pueda volver a estar orgullosa de sus gobernantes. Y háganlo con honradez, y no mientan.

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