Estos somos

Los datos son los que son. En Burgos contamos con 166 municipios con menos de 100 habitantes, 150 con más de 100 pero menos de 500, 31 entre 500 y 1000. Lo que muestra que la inmensa mayoría de poblaciones de Burgos -371 en total- tienen menos de 1000 ciudadanos.

Por comparar, Andalucía tiene 785 y solo 217 cuentan con menos de 1000 habitantes, pero es que apenas 2 del total suman menos de 100 y escasamente 100 pueblos entre 100 y 500. Por hablar de dos comunidades extensas, en Castilla y León los ayuntamientos son 2.248 y 2.011 con menos de 1.000 vecinos.

Esta es la realidad de la despoblación –cruda o no- que no solo nos encontramos en esta tierra, aunque en otras la concentración es mayor y en Castilla La Mancha, por ejemplo, son 36 las localidades con más de 10.000 ciudadanos. Esto es lo que nos cuenta el último padrón actualizado. Todas y cada una de las nueve provincias de este mapa territorial que formamos la comunidad adolecen de una densidad demográfica con futuro. Y más que la España vaciada somos la España que se vacía.

Pero esta situación, ¿es buena o es mala? ¿Merece la pena perder la identidad de nuestros pueblos para mejorar la calidad de vida de sus vecinos? Los vecinos de Don Benito y Villanueva de la Serena así lo decidieron y no son villas pequeñas precisamente. Ambas, similares, sumaban más de 60.000 parroquianos. En la campaña abogaban por la mejora de los servicios públicos para todos. ¿Pero eso evitaría que nuestros jóvenes prefieran trasladarse a urbes más pobladas que mantenerse en las nuestras? Y qué es mejorar los servicios, tener aeropuertos con escaso rendimiento, o universidades en todos los rincones, por el mero hecho de su existencia.

No es lo habitual en España la fusión. Antes que los extremeños, dos municipios gallegos –estos más pequeños, menores de 3.000 habitantes- se unieron con el nombre de Oza-Cesuras, en 2013, y en 2017 otros dos, también gallegos, Cerdedo y Cotobade se fusionaron para superar las 5.600 personas. Bien es cierto que las aldeas gallegas se encuentran sin solución de continuidad y en Castilla y León el vasto el territorio vacío.

Un trabajo reciente de mi compañero Rodrigo Alonso, que expuso en el Encuentro Ibérico de Patrimonio Mundial, evidenciaba una vez más en un mapa lo escasamente poblada de la ‘Serranía Celtibérica’ de la que forman parte zonas de Burgos y  Logroño;  Soria, Guadalajara y Teruel al completo y un bocado amplio de Zaragoza, con una densidad de población similar a Laponia en el sur de Suecia, con solo 7 habitantes por kilómetro cuadrado. La densidad en el total de la provincia de Burgos es 24,75 y un poquito más arriba, en Cantabria, 109,69.

¿Se puede o se debe revertir esta situación? Evidentemente, todos los ciudadanos tenemos los mismos derechos. Siempre la reivindicación de esta tierra ha sido la extensión y la dispersión y lo que cuesta ofrecer los mismos servicios a 371 municipios de Burgos o los de 2.248 Castilla y León que los 179 de Madrid, con ochocientos mil habitantes más que toda nuestra región.  Pero la solución no es fácil, por no decir casi imposible.

 

 

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