Macron

Sería plausible que una columna que lleva el título de Homo Campeonis incorporara a personas anónimas que merecen ocupar un espacio. O casi anónimas. Se intentará, pero esta quincena hay un político que está en el ojo del huracán de su país. Macron lleva luchando por lo que considera una justa causa para el futuro de Francia varias semanas, pese a enfrentarse en las calles con sindicatos -cada vez peor valorados en suelo galo- y sobre todo trabajadores que ven como aquello que consiguieron con esfuerzo solidario puede desvanecerse.

Es cierto que este tiempo no es el anterior, que la incorporación que se hace al mercado laboral en toda Europa es cada vez más tardía -en España nos llevamos la palma-, y que la aportación a las cuentas del Estado de cada cotizante comparativamente es menor que hace cuatro o cinco quinquenios. Así que en Francia no se habla de otra cosa que la reforma de pensiones planteada por su presidente, Emmanuel Macron.

No llegó inmaculado a la presidencia, ejerció de asesor económico de su antecesor François Hollande, fue ministro de Economía, y fundador de su propio movimiento político ¡En Marcha! lo que le obliga a dejar un gobierno en el que es el ministro mejor valorado. Se aleja del Partido Socialista para viajar al centro. En 2017 gana a Marine Le Pen en la segunda vuelta de las elecciones, con el 66 por ciento de los votos. Con 39 años es el presidente más joven de la historia. En 2022 fue reelegido, ganando también en segunda vuelta a la líder del Frente Nacional. Y durante todos estos años, como a Napoleón, no le han faltado batallas por las que luchar, algunas ganadas y otras perdidas. Europeísta convencido quiere refundar este viejo continente.

Preparación no le falta y apoyo popular tampoco y todavía le restan cuatro años para una nueva convocatoria electoral, por lo que parece que el descenso de popularidad que algunos considerarían alarmante a el, por ahora, le mantiene firme en la reforma.

‘Entre los sondeos a corto plazo y el interés general del país, elijo el interés general del país’ dijo tas la aprobación de la ley y haberse saltado dos mociones de censura. Para Macron la solución es que hay que trabajar más tiempo. Ahora los franceses podían jubilarse con 62 años, y a partir de ahora serán 64, pero seguirá situándose por debajo de otros países europeos, y aún así la reforma no asegura el futuro del sistema. Esta medida no acabará de implantarse hasta 2030 y será progresiva, y quienes comenzaron a trabajar con menos edad se les concede jubilarse antes.

Los partidarios de una u otra posición ideológica están cargados de motivos para mostrarse a favor o en contra, pero lo que es incuestionable es que el presidente francés está diciendo la verdad a sus conciudadanos y es que el sistema no es sostenible, y que para mantenerlo hace falta un endurecimiento de las condiciones. Algo que no se atreven a afirmar otros colegas suyos en gobiernos de diferentes países, cargados de promesas vacías. Quizá haya que cambiar de modelo, pero Macron ha cogido el toro por los cuernos en un país donde todavía se tolera la ‘fiesta nacional española’.

@ajmencia

 

 

 

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