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Saber trigonometría

 

Un amigo, de Galicia, que me dio un montón de consejos de juventud frente a la vida, decía: Hay que verlas venir, dejarlas pasar, y saber trigonometría. Parar, templar y mandar que diría el flamante consejero de Cultura de la Junta. Gallego, gallego lo primero, castellano viejo lo segundo. De esos gallegos que no sabes si suben o bajan cuando les ves en una escalera, y que casi siempre contestan con una pregunta o con un depende. Pero pese a lo que muchos crean, no son indecisos, sino lanzados, han conquistado medio mundo, sobre todo allende el océano, han creado fortunas y la morriña les hizo volver a bastantes. Por algo dicen que los gallegos y asturianos somos primos hermanos.

Y por eso Feijóo, que no es Casado, les ha comenzado a poner nerviosos a los partidos en el gobierno, porque no se sabe con certeza lo que fluye por su cabeza para el futuro del Partido Popular. Es un político de éxito por las mayorías absolutas consecutivas que ha alcanzado en Galicia (por cierto el mismo número que Juan Vicente Herrera, ambos son buenos amigos y quién sabe si le hará retornar a la política al paisano burgalés), dicen que es un buen gestor e intenta mantener más o menos contentos a todos los sectores hasta el punto de variar algunas de sus políticas tradicionales, pero no olvidemos que es militante popular, y como tal mantendrá unos principios.

El caso es que con el lanzamiento del líder popular este fin de semana volvemos a encontrarnos en campaña electoral. Feijóo no tiene voz en el parlamento y deberá buscar la manera de que le escuchen. Mantiene una discreta pero constante presencia en redes cuando suenan voces sobre un posible adelanto en las elecciones generales. Los socialistas con una inflación galopante y unos precios desbocados no están en su mejor momento. A nivel regional habrá que ver la cohesión del ‘equipo’ de la derecha con Fernández Mañueco al frente. Un primer experimento al que se dirigirán muchas miradas. Los ‘verdes’ no pueden fallar a su palabra, pero tampoco enfrentarse a la mayoría de los ciudadanos. Y será un patrón para otras regiones.

Y en cuanto a las municipales resta menos de un año para las mismas y algunos políticos ya se están tentando la ropa. En Burgos, a buen seguro, habrá bastantes cambios en las candidaturas salvo  la del actual alcalde, Daniel de la Rosa, que intenta mediar entre los problemas vecinales, y que se ha sacado cuan mago de la chistera una buena cantidad de millones para actuar en infraestructuras en este año preelectoral.

Habrá que ver cuánto puede influir en el voto local la tendencia nacional. Habrá también que interpretar el CIS y lo que Sánchez pretende. Y habrá que mirarse el bolsillo, porque la economía es la que mueve las papeletas de verdad.

 

 

Nuevo Gobierno regional

En algunos momentos duros de la crisis económica que España está atravesando y con el objeto de dar un ejemplo de austeridad más manifiesto pasó por la cabeza del presidente de la Junta de Castilla y León, Juan Vicente Herrera, hacer una remodelación del Gobierno regional. Incluso llegó a preguntar en Consejo de Gobierno, ante todos los consejeros, por asuntos de ordinaria administración, como el gasto de los teléfonos móviles de cada departamento. Algunas decisiones se tomaron, relativas sobre todo al uso de personal y servicios comunes, pero poco se podía hacer en ese momento ante una administración autonómica de por sí austera, con pocos asesores en sus equipos, en comparación con otras regiones, y con unos altos cargos que apenas llegaban al medio centenar. Pero este tema ha rondado la cabeza permanentemente del presidente de la Comunidad Autónoma más extensa de España y a su vez una de las menos pobladas.
Parece que el trabajo se lo quisieran ir haciendo si gana las próximas elecciones del mes de mayo. Uno de sus hombres más fieles y leales, Alfonso Fernández Mañueco, buen político y buena gente, deja la Consejería de Interior y Justicia y se va a combatir por el Ayuntamiento de Salamanca. Podríamos asegurar que es una de las Consejerías que de esta manera quedaría amortizada. Ni avanzan las competencias en estos dos campos, ya que el Gobierno central no dispone de recursos para aportar a Castilla y León, y es cierto que de esta manera este departamento queda algo vacío. Previsiblemente otras consejerías se sumarán, y es probable -aunque con este presidente si revalida la mayoría absoluta lo probable no es sinónimo de seguro, aunque tampoco de todo lo contrario- que bajen de las 12 actuales a las 9, que para algunos todavía se manifiesta como un número elevado, pero menos sería complicado por el impulso que necesitan algunas áreas para salir de la crisis, y dado el PIB de este territorio. Reforzar el tema industrial, la agricultura -con todo el área agroalimentaria-, las consejerías sociales, las infraestructuras y las nuevas tecnologías, la cultura y el turismo como nuevo valor puesto en pie, sobre todo tras las grandes inversiones acometidas, y la Hacienda, que ejerce como transversal y más en tiempos de escasez económica, parece que deben velar permanentemente. Puede que se prescinda de Administración Autonómica -que bien podría ser asumida por Presidencia, o si esta asume Interior, por Hacienda- o Medio Ambiente, que podría ir a parar a los manos de Agricultura y Ganadería. No queda mucho más, salvo reforzar las dos vicepresidencias con un perfil más político.
Otro tema sería el asunto de los consejeros, pero uno que no es alto cargo, ni le pagan para ello, sino un salario normal de la administración, no llega a descubrir lo que pasa por el cerebro del Presidente de la Junta, que algo pasará, aunque ahora tenga su primer objetivo tras aprobar los presupuestos de 2011 en ganar las elecciones. De momento el ticket burgalés cambia a Herrera-Lacalle, este último ha crecido bajo el amparo del propio presidente, pero la pareja es nueva y en este caso como siempre se esperarán con incertidumbre los resultados.